“¿Qué se puede hacer con una palabra?” La palabra crea, y justamente como producto de una creación, ha surgido este libro que hoy nos tiene reunidos en esta tarde. Ideas filosóficas y literarias se han fusionado para congregar, tanto a niños como adultos, ya que, aparentemente este libro podría parecer infantil; sin embargo, al leerlo se puede notar que la idea original del escritor es mucho más profunda. Se busca una reflexión dirigida a los más grandes.
La historia inicia mostrando a un niño, el cual se distingue por ser muy reflexivo. Constantemente se pregunta y cuestiona cosas de su alrededor. Le gusta mucho jugar con las palabras, analizarlas, tomarlas de la mano y esconderlas en ciertos momentos. Este infante posee una cualidad propia de su edad: la curiosidad.
Desgraciadamente, en la mayoría de los casos, las personas comienzan a perder esta característica con el paso del tiempo. Pareciera como si ésta, la curiosidad, estuviera peleada con la vida adulta. Es aquí donde viene a mi mente El Principito, libro en donde el autor muestra su inconformidad ante esta situación. Aunque claro, existen muchas excepciones, tal es el caso de José Martín Hurtado Galves, pues él, ha sabido plasmar su curiosidad, ingenio, asombro e imaginación a través de sus palabras tejidas en este libro.
Me parece, por tanto, que igual que estos autores, los jóvenes y adultos no tendríamos que perder dicha curiosidad. Pues gracias a ella, somos capaces de creer que una boa puede comerse un elefante y deformar su cuerpo hasta parecer un sombrero, o bien, citando a Hurtado, que el tiempo que pase un padre con su hijo toma la forma de un yoyo, donde cada uno conforma una parte de este juguete, y el tiempo, por su parte, es el hilo que los une a ambos.
La curiosidad, en conjunto con la imaginación, también nos permitiría pensar en que el olvido es un villano que se roba constantemente nuestras palabras y luego, cuando tiene ganas, las devuelve sin ningún remordimiento. Mientras que el recuerdo es el héroe de la historia y la mente la película donde ambos interactúan, tal como lo expresó el escritor en la página 25.
Podríamos creer que, al regar con agua la palabra árbol, da como frutos muchas manzanas, según la página 43. Y que las palabras también son un yoyo que van y vienen por nuestra voz, se mecen en nuestra imaginación, donde, muchas veces se agarran fuertemente del silencio para no caerse. Con estas características humanas podemos pensar que la imaginación puede salir de su escondite contando 1, 2, 3… por todas las ideas escondidas en la mente. Esto según lo plantea Martín Hurtado en la página 59.
Por tanto, las personas no deberían perder esa cualidad tan humana. La racionalidad y la reflexión tienen que tener como base la curiosidad, pues ¿cómo se puede lograr un hombre reflexivo que no tiene curiosidad por aquello que le rodea? No es posible. Nunca lo será.
Pero, ¿cómo tener creatividad si no se tienen palabras?, ¿cómo puede haber reflexión?, ¿cómo puede existir el ser humano sin ellas? Martín Hurtado menciona en su libro que éstas son capaces de acomodarse en la cabeza y caminar por la mente sin que el hombre lo decida. Es decir, van y vienen a su antojo. “Qué poder de las palabras, de amontonarse y perderse en las mentes humanas”, esta frase, sin lugar a dudas, hace que el lector se pueda imaginar con curiosidad e inocencia las extremidades de las letras, quizá formadas por tinta, o bien por trozos de imaginación.
“Todos tenemos palabras con alas”, según Martín Hurtado. ¿A dónde volarán nuestras palabras? ¿A dónde quiso llevarnos el autor con esta frase? Lo primero que se me ocurre es que las palabras abren sus alas cuando la vida del ser humano termina, pero, ¿verdaderamente todas se elevan al cielo? No, seguramente no. Me imagino que muchas palabras se quedan aquí en la tierra, como las que se plasmaron en el libro ¿Qué se puede hacer con una palabra? Esas nunca se van a escapar del mundo que habitamos.
Las palabras tienen alas porque vuelan por encima de las personas. Son como las parvadas de tordos de Querétaro que menciona el autor en su libro. Me parece que una vez que emprenden el vuelo, toman con sus picos de letras a la imaginación del hombre. Así pues, en cada momento que una persona lee, miles de palabras vuelan para generar nuevas ideas. Martín Hurtado es un claro ejemplo de cómo, con tan sólo 85 páginas de palabras, es capaz de despertar en el lector múltiples ideas nuevas. Todas siendo producto de la imaginación, el asombro, y, por supuesto, la curiosidad.
Casi para concluir, y de acuerdo a la página 60, me gustaría invitarlos a que todos los días, igual que Mateo (personaje de Martín Hurtado), dejemos salir a nuestra imaginación a jugar con la realidad. Hagamos que las palabras se conviertan en nuestro juego favorito, según la página 64. No podemos perder esa curiosidad y capacidad de asombro del Principito y su boa, y de Mateo y su yoyo. No podemos negar una cualidad de nuestra propia especie humana.
Por último, dentro del texto, en la página 18, el autor menciona algunas palabras del personaje principal: “en domingo sólo se piensa en pasear, en divertirse. Y yo, sobre todas esas cosas, pensaba en mi papá”. Hoy sábado 19 de junio de 2021, yo sólo pienso en la presentación de mi papá, y en el honor de estar sentada junto a él. Muchas felicidades, papá. Te quiero mucho, y como bien dices tú:
Sábado + papá + mamá + Melisa + yo = felicidad completa.
Muchas gracias por su atención.