En el tradicional cuento de hadas inmortalizado por Charles Perrault y los Hermanos Grimm, caperucita es salvada de las garras del lobo gracias al leñador; sin embargo, ¿cómo lograría escapar del ‘villano’ si no tuviera idea de quién es el verdadero ‘lobo’? Esta incógnita es el eje de la obra teatral más reciente de Manya Loría, que ha sido llevada a escena por la compañía Central de Cultura, Educación y Teatro.
¿Quién es el lobo? es el título de esta puesta en escena de la reconocida escritora de terror mexicana, que invita a las audiencias a atender una problemática sumamente delicada y personal a través del teatro de sombras.
El abuso infantil sexual infantil es el tema que atraviesa esta historia protagonizada por Alejandra Díaz y que contará con dos funciones en el Centro Cultural La Gaviota Teatro los días 25 y 26 de mayo, a las 20:30 horas (en el caso del sábado) y 17:00 horas (en el caso del domingo). Las entradas oscilan entre los 100 y 200 pesos, y se pueden adquirir directamente en la boletera del recinto (https://lagaviotateatro.boleteatro.com/), en taquilla o al número 442 332 9455.
Con la finalidad de conocer un poco más sobre lo que el público puede esperar de esta producción, DIARIO DE QUERÉTARO contactó a Alejandra Díaz, también codirectora del montaje, para conocer más sobre esta propuesta.
¿La obra es una reinterpretación de Caperucita Roja?
Manya retoma elementos de dicho cuento de hadas, muy presente en el imaginario colectivo, para desde otra óptica hablar de una situación de abuso.
Así que la dramaturga lo retoma para de forma muy simbólica poder hablar sobre el abuso sexual infantil. En la obra, nuestra protagonista, que se llama María, va recordando y relatando qué fue lo que le pasó durante su infancia. Aunque no recuerda concretamente al ‘villano’ de sus pesadillas, ella es consciente que es algo que la enferma y que la está consumiendo. Todo se desarrolla a medida que se encuentra con elementos de su infancia como fotografías y juguetes, que la llevan a la pregunta: ¿quién es el lobo?.
¿Por qué tomaron la decisión de dirigirse a un público a partir de los 10 años?
Por la temática que la atraviesa, la obra no va para las infancias, pero consideramos importante hablar con los chicos que se encuentran en la etapa de la pubertad y en la adolescencia, porque justo se encuentran en un momento de sus vidas donde se comienza a hablar del autocuidado y autodescubrimiento, por lo que es justo que en esta exploración se nombren las situaciones de violencia. Y a su vez, el que los adultos se den la oportunidad de acercarse y reflexionar sobre esto que ponemos sobre la mesa, porque a veces se cree que hay que proteger a las infancias al criarlas desde la ignorancia, cuando en realidad durante sus primeros años de vida es cuando más herramientas les tenemos que dar para protegerse.
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¿Qué buscan generar desde el escenario?
Si bien, la historia por sí misma no busca la catarsis de los presentes, lo que sí ponemos sobre la mesa es una herida profunda de la infancia y de los daños que puede provocar el pasar tanto tiempo reprimiendo esa emoción.