Raúl no solo es actor, también es titiritero, tramoyista, carpintero, fotógrafo, ilustrador, baterista… y dramaturgo. Sobre todo esto último. Y es que desde hace más de una década, se ha dedicado a escribir cientos de historias que La Gaviota, y más recientemente, El Palacio de los Títeres, han llevado a escena.
A Raúl le siguen niñas y niños de todas las edades; la cuarta pared no existe entre él y su público. Su éxito radica en que se toma muy en serio a los pequeños y perspicaces espectadores, quienes cada fin de semana, asisten religiosamente a la taquilla del teatro de esta compañía, dispuestos a gastar sus domingos en un boleto que los traslade a otro mundo, planeta, o dimensión.
Como resultado de este largo y divertido recorrido, Raúl ha publicado su primer libro de dramaturgia. Se trata de “Las cosas de volar”, en el que reúne tres de sus obras más entrañables: “Máquina 2520”, “Capitán estrella” y “Las cosas de volar” que sintetizan su gusto por la historia, la ciencia y el arte y su deseo por compartirlo con la niñez queretana.
“Todo requiere un poco de imaginación”
Aunque nació en Tamazunchale, San Luis Potosí, Raúl Ángeles Flores se crió en Querétaro, en el municipio de Jalpan de Serra. Allá se enamoró del teatro, con una obra clásica de Cómicos de la Legua, y aunque no recuerda el nombre de la obra que presentaron, si puede rememorar la sorpresa y emoción que sintió al ver a los actores en acción: “Yo quiero hacer eso”, recuerda que dijo, y así comenzó todo.
Al poco tiempo migró con su familia a la ciudad de Querétaro, y lo primero que hizo fue buscar una taller de teatro donde pudiera consolidar este sueño. Tenía 12 años cuando ingresó a las filas de La Gaviota, consiguiendo su primer papel en la obra “La nueva arca de Noé” de Tomás Urtusástegui.
Desde aquella primera función, Raúl ha trabajo a lo largo de dos décadas en esta compañía, donde se ha involucrado tanto en la parte actoral, dirección artística como en diferentes áreas indispensables para que el teatro continúe funcionando.
Un buen día decidió escribir su primera obra “En Busca de Makoök” , un proyecto de títeres que sirvió de parteaguas para su carrera como dramaturgo.
Y aunque pasó mucho tiempo para que decidiera dar este paso, su gusto por las historias siempre estuvo presente. Creció con ellas, comparte con Barroco, y cuenta que su abuela Pompo siempre tenía una bajo la manga para él:“Mi abuela Pompo siempre fue mi aliada (…) Me encantaba escuchar sus historias, ella fue realmente quien me sembró esta semilla de que sí existen mundos fantásticos, de que existen personajes que no necesariamente tienen que ser humanos; que pueden ser zoomorfos, que pueden ser objetos, que pueden ser cualquier cosa”.
Aunque Pompo fue clave en su carrera, asevera que su imaginación también fue cultivada por toda una familia de artistas, entre ellos su padre, quien además de ser profesor, era hábil con los pinceles y cualquier material que cayera en sus manos. Llegó incluso a recubrir con murales toda escuela que pisaba, además “sus exámenes los hacía con mimeógrafos, dibujaba la anatomía humana para explicarla a sus estudiantes e incluso, llegó a hacer taxidermia”, asevera.
A estas experiencias y remembranzas de infancia, añade la máxima su abuela Cléofas: “Todo requiere un poco de imaginación”. Y con toda la imaginación que le caracteriza, y el apoyo de quienes integran a La Gaviota Teatro, Raúl ha escrito más de una veintena de obras para títeres; historias que considera siempre inacabadas, porque para él, el teatro “sucede por primera y única vez” cada vez que sus personajes toman el escenario.
Cada presentación es una oportunidad de tomar apuntes sobre las reacciones de las y los niños, quienes desde las butacas interactúan con los títeres e incluso, añaden elementos a la historia.
Ahora, con “Las cosas de volar”, un libro que fue publicado por el Fondo Editorial de Querétaro este año, Raúl espera que otras compañías, incluso maestros y las mismas familias, se apropien de las obras que la integran y les den vida a sus personajes.
Quien esté interesado podrá hojearlo en las bibliotecas del estado de Querétaro y en septiembre, La Gaviota Teatro hará una presentación especial, misma que se aprovechará para poner bajo los reflectoras “Las cosas de volar” y dar lectura a las partes más emotivas y melancólicas de las otras dramaturgias.
Algo importante que cabe resaltar de esta nueva publicación, es que , como en toda la dramaturgia de Raúl, las historias están atravesadas por sus conocimientos sobre ciencia, historia y arte, y sirven como canal para acercar e interesar a los pequeñines en diferentes temas como la astronomía, el cuidado ambiental y la historia del arte, así como sobre aspectos relacionados con el trabajo en equipo, la justicia social, el empoderamiento y la posibilidad de crear mundos diversos.
“Este libro reúne tres obras de teatro, de gran aliento imaginativo, dirigidas en especial para niñas y niños. Aunque suceden en tiempos y circunstancias muy diversos, tienen un hilo común: la necesidad de recordarnos que el mundo necesita altas dosis de imaginación para ser habitable y enriquecer nuestras vidas.
Esto es lo que descubren los tres personajes infantiles, ya sea viajando por el espacio sin salir de su cuarto, viviendo aventuras caballerescas rodeadas desde los platos humeantes de una cocina o sumergiéndose en un viaje vívido desde la estación de trenes en tiempos de la Revolución Mexicana.
Tres historias que ponen a prueba nuestra capacidad de reinventar nuestra realidad y hacer que las palabras cobra vida y nos estreguen su magia”, se puede leer en “Las Cosas de volar”.
Raúl Ángeles Flores también ha escrito obras como “Colibrí, o la misteriosa historia de cómo se apagó el sol”, cuyo éxito y sus primeras 100 representaciones le valieron una develación de placa en el Centro Cultural del Bosque.
Desde el 2013 ha volcado su pluma al teatro científico, siempre de la mano de investigadores y divulgadores de la ciencia. La primera obra fue “Eureka”, una puesta en escena sobre el fenómeno físico del peso y la masa; en 2014 tocó el turno a “Todos somos Leonardo”, y en 2015 a “¿A dónde se fue la luz?” con personajes como Einstein, Tomas Alba Edison y Newton.
Para hablar sobre el peligro de extinción de varias especies endémicas de Querétaro, dio vida a los “Detectives del medio ambiente” (2016); luego en “Hasta la última gota” (2017) abordó la problemática sobre el agua, y en 2018 llevó a escena “Terremotos y huracanes” tras el sismo del 2017 acaecido en el país.
Además de ser becario en dos ocasiones de Apoyarte, Programa de Desarrollo Cultural de la Juventud y Apoyo a Espacios Independiente del Fonca, ha formado parte de otros proyectos como en “La sonrisa del mar”; una dramaturgia coescrita con jóvenes del Centro de Internamiento y Ejecución de Medidas para Adolescentes (CIEMA) que conforman a la compañía independiente Resiliente Teatro.
Raúl ha escenificado sus obras en diferentes estados del país y se ha presentado en Venezuela, España, Colombia, República Dominicana y Estados Unidos.
Dramaturgo de los peques
- Desde 2010 es director creativo del Centro Cultural La Gaviota Teatro
- Ha escrito más de 20 obras para niñas y niños.
- Se ha presentado en Venezuela, España, Costa Rica, Colombia, República Dominicana y Estados Unidos.