Desde sus primeros días, el templo de La Congregación albergó en su interior la virgen de Guadalupe que perteneció a San Juan Diego, figura que permaneció en esta sede hasta que la Diócesis de México –a la que pertenecía Querétaro–, pidió esta reliquia, y a cambio se depositaron dos pedazos de la tilma de Juan Diego, en la cual apareció la imagen de la virgen morena.
El manto que se exhibe en la Insigne Basílica de Guadalupe mide 1 metro 70 centímetros por un metro con 7 centímetros, y los pedazos que están resguardados en el relicario son de apenas un milímetro cada uno, pero pertenecen al manto original de la virgen. Se estima que una fibra de ayate, de la cual está fabricada la tilma tiene una vida de 50 años, pero estas fibras se mantienen intactas desde hace casi 500.
Juan Manuel Pérez Romero, párroco del templo explica un poco más de la historia de estas reliquias que reposan en el templo de La Congregación, que es también la casa guadalupana en Querétaro.
Cuando José María Arteaga asumió la gubernatura del estado, en los periodos de 1857 y 1862 tomó el relicario que contenía los pedazos de la tilma de Juan Diego como un regalo para su madre, quien era muy devota de la virgen de Guadalupe, posteriormente –y con un sentimiento de culpa y arrepentimiento–, fue la misma mujer quien entregó este relicario de oro al templo de la congregación; los encargados lo guardaron fuera de la vista de la gente hasta que el mismo párroco Juan Manuel Pérez Romero lo volvió a exponer a los fieles.
Durante la guerra de Reforma, el entonces presidente Benito Juárez tomó la base del relicario, que era de oro, quedando así sin base y fue hasta la época actual que se reconstruyó la base con la que se puede apreciar, y que es precisamente donde aparece Juan Diego.
Actualmente la reliquia está a la vista de la gente y se exhibe en una bóveda de seguridad de origen alemán, se encuentra resguardada por una gruesa capa de vidrio y expuesta para que los fieles que se acerquen puedan apreciar estos fragmentos de la tilma.
La tilma era una prenda utilizada por los antiguos pobladores de México que se amarraba detrás del cuello, se portaba al frente en forma de manto como instrumento para cargar cosechas o frutos, en el caso de Juan Diego, fue el soporte en el que cargó las flores de las cuales se desprendería la imagen de la virgen de Guadalupe.
“La devoción guadalupana ha sido muy grande en Querétaro, además hay que ver que este santuario se construyó antes de la casa de los corregidores, eso nos indica la antigüedad y también el amor que ha arraigado desde muy temprana época. Los criollos que querían defender la nación mexicana en ese tiempo éramos la Nueva España, pero empezaba a nacer la nación mexicana, este santuario es un lugar donde se fomenta la devoción a la virgen como patrona de la Independencia y ayuda a entender por qué aquí se gestó ese movimiento, ya que había conciencia de que éramos una nación dentro del virreinato de la Nueva España”.
Este santuario está catalogado como una joya arquitectónica, en su interior, además de contar con las reliquias de la tilma de San Juan Diego también exhibe una pintura al centro del presbiterio, obra de Miguel Cabrera y la bandera que envuelve el altar fue un obsequio de la Basílica de Guadalupe.
Desde la entrada y ubicada en lo alto, una figura de la virgen de Guadalupe da la bienvenida, así como una estatua de Juan Diego extendiendo la tilma que indica la advocación de este importante templo que fue de los primeros construidos en la capital.
El templo de La Congregación es el segundo dedicado a la Virgen de Guadalupe más importante de México e incluso fue bendecido 30 años antes que la antigua basílica del Tepeyac.
De diseño barroco, obra del arquitecto José de Bayas Delgado, recibió la bendición del Presbítero queretano Sr. Juan Caballero y Osio el 11 de mayo de 1680. Fue edificada en el corazón de la ciudad; su antigüedad e importancia datan de antes de la construcción de la casa de los corregidores, hoy Palacio de Gobierno.
El padre Pérez Romero explica que poco a poco el centro de Querétaro ha dejado de ser habitado y el espacio ahora es ocupado por edificios de gobierno, restaurantes, hoteles, bares y comercios, lo que provoca que poca gente opte por vivir en esta zona, por lo tanto son menos quienes acuden a los templos del centro, sin embargo, la relevancia histórica y arquitectónica que resguardan las iglesias son un motivo más para acercarse a los relatos de finales del siglo XVII.
“En este santuario la peregrinación a pie nació y de aquí parte (...) Hay gente que llega y conoce este templo, por lo que ahora saben que existe este santuario”, puntualizó.