México, (Notimex).- El más grande de los pintores de Holanda, grabador y máximo exponente del estilo barroco y la escuela flamenca, prolífico, Rembrandt Harmenszoon van Rijn captó el alma de sus decenas de retratados, que humaniza en lugar de idealizarlos, como se acostumbra.
Hijo de un molinero adinerado, Rembrandt nació en 1606, asistió a la universidad pero la abandonó para enfocarse al estudio de la pintura, primero en ciudad natal y luego en Ámsterdam.
Llegó a la capital holandesa apenas cumplidos los 21 años y seis meses después ya había abierto su propio taller, donde desarrolló su arte hasta convertirse en uno de los artistas más grandes del siglo XVII.
A los 25 años ya era profesor, se señala que llegó a tener hasta 50 estudiantes, a quienes les cobraba 100 florines al año por trabajar con él. Tuvo alumnos que se convirtieron en destacados pintores, como el retratista Nicolaes Maes, Gerrit Dou, Gottfried Kneller y Govert Flinck.
En su taller se generaron tantas obras de distintos artistas que trabajaban junto a su maestro, que al paso del tiempo acabaron por confundirse y solo tras casi medio siglo de investigación ordenada explícitamente por el gobierno de los Países Bajos en el siglo XX, se ha logrado identificar a alguno de sus verdaderos autores.
A inicios del siglo pasado se consideraba que Rembrandt era el autor de aproximadamente mil cuadros, para 1960 se le reconocían 600 y actualmente se le atribuyen entre 400 y 500.
Muchas de esas pinturas resultaron ser en realidad de sus estudiantes e incluso se hallaron falsificaciones que durante casi 200 años fueron consideradas como auténticas obras del holandés.
En 1634 Harmenszoon van Rijn se casa con Saskia van Uylenborch, joven adinerada que provenía de una familia de comerciantes de arte y que aportó al matrimonio una gran dote que lo convirtió al ya rico artista en millonario.
Con ella tuvo cuatro hijos: un niño que falleció pocos meses después de su nacimiento, dos niñas que también murieron en su infancia y finalmente, en 1641 nace Titus, su único vástago que logró vivir.
Entonces, su esposa y su pequeño e incluso su madre se convirtieron en personajes asiduos de sus obras, con las cuales Rembrandt no puede evitar mostrar el gran amor que sentía por su familia.
Inquieto, innovador y con una enorme habilidad creativa, pinta innumerables obras con temas bíblicos, como “El sacrificio de Isaac”, “El retorno del hijo pródigo” de 1665, o “La tormenta en el mar de Galilea”, única marina del holandés que fue robada en 1980 y actualmente se desconoce su ubicación.
Pinta en grupo a ricos burgueses de Ámsterdam y cobraba a cada persona que salía en su cuadro, como en “La ronda de noche”, considerada la obra cumbre del llamado Siglo de Oro Holandés.
Otras obras grupales son “Los síndicos del gremio de los pañeros” y “Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp”, reconocido cirujano holandés que le encargó retratarlo mientras daba una lección de anatomía con el cuerpo de un criminal sentenciado a muerte.
Estos trabajos resultan muy innovadores en esa época por la posición y el movimiento que da a las personas que retrata, pues antes se pintaban en fila y en cambio él las agrupa y logra que sus miradas atraigan inevitablemente la atención de los espectadores.
Desarrolla una técnica muy personal en sus pinceladas y presenta en cada cuadro un juego de luces y sombras totalmente revolucionario, además de plasmar una iluminación indirecta que generaba en cada obra una atmósfera dramática.
Pinto además desnudos, paisajes muy apreciados como “El molino” y escenas mitológicas griegas.
También practicó la técnica del aguafuerte. En láminas de cobre grababa con un buril toda clase de imágenes, a las que luego prensaba con papel y aplicaba ácidos hasta lograr grabados de gran detalle expresivo.
Es así como genera una gran colección de imágenes gráficas, que le resultaron muy rentables pues las vendía con toda facilidad. A la fecha sus grabados son muy apreciados por su detalles y técnica.
Mención aparte merecen su casi centenar de autorretratos, que refleja fielmente su evolución personal, sin ocultar el paso de los años, sus éxitos e infortunios. Es posible apreciar desde el joven de 17 años ilusionado y lleno de ideas, hasta el anciano sonriente a pesar de las tragedias vividas.
Saskia, su muy amada esposa y quien lograba poner orden en la vida del pintor, fallece el 14 de junio de 1642. Para ese entonces ha disminuido el número de retratos que le encargan y sus finanzas se ven mermadas.
Luego lo sacude un escándalo, cuando es acusado de relacionarse afectivamente con la niñera de su hijo, al grado de que se le obliga a pagar la reclusión de ella en un asilo.
También coleccionista, aunque otros lo llamarían un auténtico comprador compulsivo, adquiere decenas de artículos como esculturas antiguas, joyas, armas, bustos, armaduras, arte del Renacimiento, telas y ropajes, documentos, objetos etnográficos y objetos raros o exóticos orientales.
Muchas de ese material lo consigue en subastas a precios exorbitantes que él mismo impone, sin importar la cantidad que debe pagar, lo que al final lo llevó a ser declarado en bancarrota, en 1656.
En los siguientes dos años las autoridades vendieron su casa, posesiones y artículos procedentes de todo el mundo para pagar a sus deudores, pero no es suficiente para saldar sus compromisos.
En esa situación Rembrandt recibió el apoyo tanto de su hijo Titus como de su amante, Hendrickje Stoffels, que incluso lo “contrataron” con un sueldo fijo como empleado de su galería de arte para que saliera adelante.
Sus obras no perdieron su genialidad y algunos críticos consideran que en los últimos 10 años de su vida creó sus mejores pinturas, reconocidas cada vez por más coetáneos.
Sin embargo, sus últimos años fueron trágicos, pues Hendrickje fallece en 1663 y cinco años pierde la vida su amado Titus, quien tan solo tenía 27 años de edad.
Rembrandt tenía 63 años, estaba en quiebra y le quedaban pocos meses de vida, pero con su habitual genialidad usa ese tiempo para nuevamente pintar un autorretrato con el que completó su autobiografía visual sin precedentes.
Se dice que al momento de fallecer, el 4 de octubre de 1669, el maestro holandés solo era dueño de la ropa que traía puesta y de sus materiales para pintar. Cuatro días después fue sepultado en una iglesia en Ámsterdam.
Rembrandt pintó 300 grabados, hizo dos mil dibujos y pintó aproximadamente medio millar de cuadros. Sus pinturas son expuestas en museos y galerías de todo el mundo, como el Hermitage en Moscú, el Metropolitan en Nueva York, el Louvre en Francia, El Prado en España, la National Gallery en Londres y el Rijksmuseum en su amada Ámsterdam.