/ sábado 9 de febrero de 2019

Retomando un clásico

Tinta para un atabal

Actualmente Atabal Creación Artística se encuentra en el proceso de creación de su nueva puesta en escena que tendrá su estreno en el mes de marzo. El proceso lo iniciamos en noviembre del año pasado con la directora a cargo, Angélica Rogel, proveniente de la Ciudad de México, teniendo en esta ocasión un punto de partida determinante: Otelo de William Shakespeare.

Como ya lo habrán leído en otras de nuestras columnas, hay muchas maneras de llevar a cabo un montaje teatral, se puede tener el texto de un dramaturgo y ser éste el objetivo final de representación; se realiza con él el respectivo trabajo de análisis, se memoriza y se construye el movimiento escénico. Puede también no haber texto dramático y a partir de diversos ejercicios teatrales se desarrollan escenas de donde pueden ir surgiendo ideas para escribir el texto a trabajar. Se puede también trabajar con textos que no sean precisamente dramáticos como novelas, cuentos, canciones, poemas, y con ello desarrollar una estructura para la escena. En fin, las posibilidades y motivos pueden ser muchos.

En el caso del actual proceso de creación de Atabal no se pretende realizar la puesta en escena del texto original de Shakespeare sino utilizarlo como punto de reflexión, análisis y nueva creación. ¿Por qué partir de un clásico del siglo XVI cuando se pretende realizar un texto nuevo para la puesta en escena? Quizá antes que resolver esa pregunta sería oportuno cuestionar ¿qué es un clásico?

En Por qué leer a los clásicos de Italo Calvino, escritor, novelista, cuentista y ensayista originario de Cuba, el autor propone una serie de premisas a través de las cuales se puede definir qué es un clásico o por qué son indispensables estas piezas y entre estas premisas rescato lo que creo sería el primer gran motivo del trabajo que estamos realizando con Otelo y es el hecho de que un clásico sirve para entender quiénes somos y a dónde hemos llegado.

La propuesta concreta de la directora de esta puesta escena es abordar desde otra óptica la siempre vista como “Tragedia de Otelo” para poder mirarla desde la circunstancia de la mujer; es decir, la “Tragedia de Desdémona”, su esposa, pues es finalmente ella quién sufre las consecuencias de los celos enfermos de su marido. Colocándonos entonces en esta reflexión, podemos darnos cuenta de que esta pieza escrita hace 400 años es tan vigente como entonces y que todas las noticias, que conocemos a diario, de violencia o feminicidios que tienen su origen en emociones como las que consumieron a Otelo, tienen una historia abrumadora detrás, es decir, somos una sociedad que hace siglos se conduce bajo esquemas de comportamiento que permiten estos hechos y que, además, continuamos alimentando sin reparos.

Es a través de estas reflexiones en el proceso de creación de Atabal, que Otelo pasó de ser un “lejano clásico” a un “cercano clásico”, lo cual es, en principio, terrible por la avasallante realidad; mas, por otro lado, es maravilloso para nosotros como lectores y para el proceso como creadores, pues hemos encontrado el punto de apropiación, de partida, para involucrarnos con el texto y poder compartirlo desde nuestra trinchera. Calvino dice: “Para leer los libros clásicos hay que establecer desde dónde se los lee” y ya sea que quienes crean a partir de obras de Shakespeare reescriban versiones contemporáneas o bien realicen sus montajes con el texto original, es indispensable la claridad de quién soy yo como lector y qué es lo que me rodea, para poder hacer las conexiones posibles con estas obras maestras -o no maestras-, no por lo que se dice de ellas sino por su universalidad que nos toca aún a tantos años de distancia.

Al laboratorio que se está realizando rumbo a esta puesta en escena se le nombró “Laboratorio de creación dramatúrgica” y en lo que se lleva de este proceso de casi tres meses nos hemos avocado -los actores- a la creación desde un punto de desarrollo diferente, el de la pluma y papel. La aventura fue en principio aterradora para muchos de nosotros que nos quedábamos horas frente a la hoja en blanco, sin embargo, con las reflexiones en torno al tema y en relación con la estructura de la obra original, se fueron abriendo ventanas que nos han permitido fluir y el resultado ha sido muy agradable además de que parece haber generado un interés duplicado que ha permeado en el grupo; la obra es cada vez más nuestra y estamos creando con una herramienta diferente. La directora ha sido, sin duda, pieza clave para guiarnos en este proceso.

La dinámica a través de la que se nos instó a escribir fue tomar como referencia las escenas o ciertas peripecias de la obra y con estas circunstancias crear, modificando principalmente el contexto; es decir, situar el desarrollo de la historia en un espacio tiempo contemporáneo o actual. La directora decidió una estructura del desarrollo de la historia distinta a la de Shakespeare pero acorde a las problemáticas que propone en torno a los celos, el odio, la envidia, pero sobretodo con atención a la autocondena de Desdémona por su inconsciente atracción ante el carácter controlador de Otelo, oculto pero no invisible. La propuesta de poner el foco de la puesta en escena en este aspecto en particular ha sido lo que ha dado complejidad al montaje en el mejor de los sentidos, pues estamos trabajando para dialogar con el espectador, más allá de lo evidente del tema y de su vigencia, girando el escenario para ver desde otra perspectiva, lo cuál siempre es necesario para percatarnos de detalles que pudimos nunca haber visto desde un solo ángulo.

Casi culminamos con la etapa de la escritura y hemos pasado a las tablas a trazar escénicamente nuestras acciones, como personajes, que han de contener todo el discurso y la fuerza del texto original y la claridad del planteamiento propuesto para esta versión.

Como siempre, la aventura de la creación escénica nos ha mostrado nuevas perspectivas y caminos, tanto de trabajo como de desenvolvimiento en nuestro día a día como seres humanos. Quiero confesar, sin entrar en detalles, que como grupo nos hemos despojado en el proceso de un obstáculo importante; sí, en tan solo tres meses -y quizá no a partir de una determinación férrea por un cambio de paradigmas sino como consecuencia casi natural- hemos hecho conciencia sobre nuestra conformación y manera de operar durante años con la misma inercia a pesar de nuestra comodidad y armonía. Retomando el germen de la reflexión de este proceso, Italo Calvino dice que un clásico te hace ver las cosas que ya sabías pero que no sabías que sabías, pienso que eso sin duda ha sucedido en el montaje de esta puesta en escena y eso me alegra como ser humano, como actriz y como elemento de un grupo de teatro que pretende transmitir esto y más a un público que además creemos que necesita realmente, como nosotros lo descubrimos, girar el escenario para ver otros detalles de la escena.

Parafraseando, una pieza clásica es tal en la medida en que impacta a cada individuo y determina su universo siendo paradigma de nuestras acciones. Ojalá que Otelo, que en nuestra versión se titula “Yo no quiero ser Desdémona”, se reintegre al consciente colectivo desde una perspectiva más justa e inteligente para todas y todos.

Este artículo se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa México en Escena 2016.

Actualmente Atabal Creación Artística se encuentra en el proceso de creación de su nueva puesta en escena que tendrá su estreno en el mes de marzo. El proceso lo iniciamos en noviembre del año pasado con la directora a cargo, Angélica Rogel, proveniente de la Ciudad de México, teniendo en esta ocasión un punto de partida determinante: Otelo de William Shakespeare.

Como ya lo habrán leído en otras de nuestras columnas, hay muchas maneras de llevar a cabo un montaje teatral, se puede tener el texto de un dramaturgo y ser éste el objetivo final de representación; se realiza con él el respectivo trabajo de análisis, se memoriza y se construye el movimiento escénico. Puede también no haber texto dramático y a partir de diversos ejercicios teatrales se desarrollan escenas de donde pueden ir surgiendo ideas para escribir el texto a trabajar. Se puede también trabajar con textos que no sean precisamente dramáticos como novelas, cuentos, canciones, poemas, y con ello desarrollar una estructura para la escena. En fin, las posibilidades y motivos pueden ser muchos.

En el caso del actual proceso de creación de Atabal no se pretende realizar la puesta en escena del texto original de Shakespeare sino utilizarlo como punto de reflexión, análisis y nueva creación. ¿Por qué partir de un clásico del siglo XVI cuando se pretende realizar un texto nuevo para la puesta en escena? Quizá antes que resolver esa pregunta sería oportuno cuestionar ¿qué es un clásico?

En Por qué leer a los clásicos de Italo Calvino, escritor, novelista, cuentista y ensayista originario de Cuba, el autor propone una serie de premisas a través de las cuales se puede definir qué es un clásico o por qué son indispensables estas piezas y entre estas premisas rescato lo que creo sería el primer gran motivo del trabajo que estamos realizando con Otelo y es el hecho de que un clásico sirve para entender quiénes somos y a dónde hemos llegado.

La propuesta concreta de la directora de esta puesta escena es abordar desde otra óptica la siempre vista como “Tragedia de Otelo” para poder mirarla desde la circunstancia de la mujer; es decir, la “Tragedia de Desdémona”, su esposa, pues es finalmente ella quién sufre las consecuencias de los celos enfermos de su marido. Colocándonos entonces en esta reflexión, podemos darnos cuenta de que esta pieza escrita hace 400 años es tan vigente como entonces y que todas las noticias, que conocemos a diario, de violencia o feminicidios que tienen su origen en emociones como las que consumieron a Otelo, tienen una historia abrumadora detrás, es decir, somos una sociedad que hace siglos se conduce bajo esquemas de comportamiento que permiten estos hechos y que, además, continuamos alimentando sin reparos.

Es a través de estas reflexiones en el proceso de creación de Atabal, que Otelo pasó de ser un “lejano clásico” a un “cercano clásico”, lo cual es, en principio, terrible por la avasallante realidad; mas, por otro lado, es maravilloso para nosotros como lectores y para el proceso como creadores, pues hemos encontrado el punto de apropiación, de partida, para involucrarnos con el texto y poder compartirlo desde nuestra trinchera. Calvino dice: “Para leer los libros clásicos hay que establecer desde dónde se los lee” y ya sea que quienes crean a partir de obras de Shakespeare reescriban versiones contemporáneas o bien realicen sus montajes con el texto original, es indispensable la claridad de quién soy yo como lector y qué es lo que me rodea, para poder hacer las conexiones posibles con estas obras maestras -o no maestras-, no por lo que se dice de ellas sino por su universalidad que nos toca aún a tantos años de distancia.

Al laboratorio que se está realizando rumbo a esta puesta en escena se le nombró “Laboratorio de creación dramatúrgica” y en lo que se lleva de este proceso de casi tres meses nos hemos avocado -los actores- a la creación desde un punto de desarrollo diferente, el de la pluma y papel. La aventura fue en principio aterradora para muchos de nosotros que nos quedábamos horas frente a la hoja en blanco, sin embargo, con las reflexiones en torno al tema y en relación con la estructura de la obra original, se fueron abriendo ventanas que nos han permitido fluir y el resultado ha sido muy agradable además de que parece haber generado un interés duplicado que ha permeado en el grupo; la obra es cada vez más nuestra y estamos creando con una herramienta diferente. La directora ha sido, sin duda, pieza clave para guiarnos en este proceso.

La dinámica a través de la que se nos instó a escribir fue tomar como referencia las escenas o ciertas peripecias de la obra y con estas circunstancias crear, modificando principalmente el contexto; es decir, situar el desarrollo de la historia en un espacio tiempo contemporáneo o actual. La directora decidió una estructura del desarrollo de la historia distinta a la de Shakespeare pero acorde a las problemáticas que propone en torno a los celos, el odio, la envidia, pero sobretodo con atención a la autocondena de Desdémona por su inconsciente atracción ante el carácter controlador de Otelo, oculto pero no invisible. La propuesta de poner el foco de la puesta en escena en este aspecto en particular ha sido lo que ha dado complejidad al montaje en el mejor de los sentidos, pues estamos trabajando para dialogar con el espectador, más allá de lo evidente del tema y de su vigencia, girando el escenario para ver desde otra perspectiva, lo cuál siempre es necesario para percatarnos de detalles que pudimos nunca haber visto desde un solo ángulo.

Casi culminamos con la etapa de la escritura y hemos pasado a las tablas a trazar escénicamente nuestras acciones, como personajes, que han de contener todo el discurso y la fuerza del texto original y la claridad del planteamiento propuesto para esta versión.

Como siempre, la aventura de la creación escénica nos ha mostrado nuevas perspectivas y caminos, tanto de trabajo como de desenvolvimiento en nuestro día a día como seres humanos. Quiero confesar, sin entrar en detalles, que como grupo nos hemos despojado en el proceso de un obstáculo importante; sí, en tan solo tres meses -y quizá no a partir de una determinación férrea por un cambio de paradigmas sino como consecuencia casi natural- hemos hecho conciencia sobre nuestra conformación y manera de operar durante años con la misma inercia a pesar de nuestra comodidad y armonía. Retomando el germen de la reflexión de este proceso, Italo Calvino dice que un clásico te hace ver las cosas que ya sabías pero que no sabías que sabías, pienso que eso sin duda ha sucedido en el montaje de esta puesta en escena y eso me alegra como ser humano, como actriz y como elemento de un grupo de teatro que pretende transmitir esto y más a un público que además creemos que necesita realmente, como nosotros lo descubrimos, girar el escenario para ver otros detalles de la escena.

Parafraseando, una pieza clásica es tal en la medida en que impacta a cada individuo y determina su universo siendo paradigma de nuestras acciones. Ojalá que Otelo, que en nuestra versión se titula “Yo no quiero ser Desdémona”, se reintegre al consciente colectivo desde una perspectiva más justa e inteligente para todas y todos.

Este artículo se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa México en Escena 2016.

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