Aunque el otomí es una lengua que Edgar Valerio no habla, debido a la discriminación que ha silenciado a su cultura, guarda en la memoria algunos vocablos que aprendió de su abuela, quien desde muy pequeño y al calor del fogón, lo acercó a la palabra de su pueblo.
Edgar es originario de Chitejé de Garabato, una de las comunidades indígenas del municipio de Amealco de Bonfil, además es gestor cultural y líder de Arme; esta banda local de música experimental.
Arme significa “tortilla” en otomí y el orquestador de este movimiento lo eligió para rememorar a su abuela, su cultura y su pueblo, que no hace mucho se dedicaba a la siembra y cosecha de maíz.
La agrupación nació en 2015 y actualmente está conformada por Luis Ángel Esteban Eligio (batería y percusiones), Leandro González Esteban (bajo, coros y ocarinas), Alejandro Marcos Claudio (guitarra líder), Braulio Gael Marcial (huéhuetl y ocarinas), Amarantha Gálvez Rigonni (coros) y Edgar, quien además de tocar la guitarra y darle voz a las canciones, escribe y compone los temas.
“Soy la memoria de mi pueblo que no tiene recuerdos, soy la voz que nunca aprendió a hablar otomí, por el miedo de mis abuelos a ser discriminados”, se escucha en el tema “Árbol sin raíces”.
En entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO, el músico menciona los cambios sociales y culturales que ha sufrido su comunidad, a partir de la crisis del campo mexicano acaecida en los ochentas y de las olas de migración hacia la capital y los Estados Unidos.
En estas movilizaciones, platica, la cultura de su comunidad se debilitó, pero también adoptó nuevos elementos culturales como el rock, el metal y el punk, con los que Arme busca revivir la memoria y las tradiciones de su pueblo, así como mermar los altos niveles de violencia, drogadicción y el alcoholismo que se registran en la región.
Próximamente la banda lanzará su primer disco con apoyo de Mexican Steel Productions, un sello discográfico oaxaqueño que apoyará con la maquila y la distribución de su propuesta que incluye sencillos como “La muerte de un anciano” y “Cuando la muerte”.
Los integrantes de Arme intercalan su labor musical con su día a día, en el que algunos de ellos llevan a cabo labores como obreros y albañiles, mientras otros son estudiantes.
En el caso de Edgar, quien es gestor comunitario, cada sábado viaja a Cerro de Gallo para compartir sus conocimientos musicales con pequeños de la localidad, y junto a un hablante de San Idelfonso, traduce las canciones de la banda y aprende a pronunciar el otomí, buscando promover esta lengua “no desde lo académico, sino desde lo comunitario”.