Ellos han convertido su labor en un oficio imprescindible para este sector, aunque pocos noten su presencia
ROTULADORES
Los vistosos colores, letreros y luminarias son parte del trabajo de los rotuladores quienes se encargan de dar mantenimiento, crear incluso diseños y propuestas de logotipos a los diferentes circos.
Estos trabajadores si bien son externos, muchas veces viajan con las compañías, en otras ocasiones sus servicios son solicitados por los encargados y ellos se mueven a la plaza donde se encuentran.
Carlos Elíseo Cuevas es originario de Tizayuca, Hidalgo. Tiene 27 años como rotulador, comenzó a trabajar en este oficio cuando apenas contaba con 15 años de edad.
“Yo aprendí el negocio por parte de mi papá, Elíseo Cuevas, él se dedicaba a esto y me enseñó; nunca tomé cursos o fui a la escuela, lo que se él me enseñó y he ido evolucionando gracias a la experiencia y el tiempo, pero digamos que las bases las traigo de él”.
A decir de Carlos, este trabajo le apasiona: “Me encanta viajar con ellos, disfruto mucho conocer otros lugares, hacer amigos, la comida típica de cada región. He salido fuera del país con ellos y es bien bonito”.
Cada rótulo o mantenimiento lleva aproximadamente seis días de trabajo si se trata de una caja de tráiler chica, y más de ocho si es más grande.
“El tiempo puede variar cuando solo se hace retoque, cuando se cambia de color o bien, si es un diseño total; de eso depende el tiempo”.
COJINEROS
Originalmente este nombre se adjudicaba a quienes rentaban cojines en los circos, hoy se usa para referirse a los al personal del foro, un trabajo duro que es pieza fundamental en cualquier carpa, pues ellos son los encargados de toda la logística.
TÉCNICOS DE MONTAJE
“El Muñeco”. Dentro del circo se conoce a las personas por apodos y a decir de ellos eso les gusta: “Casi nadie nos conoce por nuestro nombre de pila, es más, hasta me siento raro cuando me dicen Antonio o Toño”, comenta el “El Muñeco” quien es del estado de Veracruz y ya tiene 35 años montando y desmontando las carpas de los diferentes circos donde ha trabajado.
“Nosotros duramos un día para montar, trabajamos toda la noche para desmontar y somos los últimos en irnos”.
“El Muñeco” comenta que aunque la mayoría de los trabajadores son casados, las mujeres no se “hallan” y se regresan a sus ciudades natales donde se dedican a cuidar a los hijos, mientras ellos les mandan “el chivo”(pensión), cada semana.
“Es difícil. Sí extrañas a la familia, pero luego encuentras amigas en las ciudades donde viajas y ya tienes un ratito de diversión”, cuenta “El Muñeco”, que hace honor a su apodo y es coqueto con las mujeres a quienes, dice, las trata como verdaderas reinas cuando están con él.
“Aquí somos una familia, luego nos cooperamos para hacer una vaquita y comer todos juntos”, asegura, y recuerda que en la pandemia, cuando los circos cerraron, él se fue a Guadalajara donde radica su familia para emplearse como trabajador de la construcción, pero no logró adaptarse.
“Ya quería que la pandemia se terminara y regresar a esto. Nunca me `jaye´ [sic] y cuando se dio la oportunidad no lo pensé dos veces y regresé a mi mundo que es la carpa”.
“El Yuca” . Tiene 61 años de edad y 45 dedicado a levantar carpas. Dice sentirse orgulloso por haber trabajado en el circo de Gaspar Henaine “Capulina” en sus épocas de oro. “Me iba muy bien con él. Aunque solo en las funciones aparecía el “ Capu”, era muy gente con nosotros, nos procuraba y estaba al pendiente. Fue muy buen patrón”, recuerda Yuca.
Dice que también es casado, pero su esposa trabaja en otro circo el cual al momento de la entrevista se encontraba en Veracruz.
“Ella está en `Mundo de Dinosaurios´, luego pasa un año o dos sin que nos veamos, pero nosotros vamos tras el dinero y si nos conviene más estar en una carpa que en otra, lo hacemos”.
Yuca recuerda que cuando entró al circo era un chamaco y padeció mucho en su primera gira pues no le gustaba la comida, “solo estaba acostumbrado a la comida de Yucatán, fue muy pesado aprender a probar otras cosas”.
Según lo que refiere, él no se ve haciendo otra cosa, fue el oficio que aprendió empujado por la necesidad económica que había en su casa.
La mayoría de los trabajadores que se dedican al montaje y mantenimiento de las carpas, lo hacen no por herencia, como los artistas o algunos otros trabajadores del circo; la mayoría comenzaron muy jóvenes a trabajar en este rubro porque alguna vez las compañías llegaron a sus pueblos y ellos solicitaron trabajo en la carpa.
“Muchos llegan chamacos, solicitan entrar al armado, comienzan como chalanes y los que ya tienen mucho tiempo haciéndolo, les enseñan. Lo hacen principalmente porque donde viven no hay más oportunidades. Por lo general nosotros siempre andamos solicitando personal”, comenta don Francisco Gaona, dueño de circo.
El empresario lamenta el gran riesgo que conlleva ser cojinero: “Son varios los compañeros que se han caído y por desgracia, hay algunos que han fallecido”.
Asevera que la vida para ellos no es fácil, generalmente viven en cajas de tráilers, y en algunos circos no existen buenas condiciones de vida y las inclemencias del clima muchas veces hacen estragos a su salud.
Para Yuca, la pandemia fue más dura que para “El Muñeco”, ya que él no tenía papeles de la escuela, acta de nacimiento ni INE, y cuando le tocó ya no salir, él se encontraba en Torreón. El tiempo fue muy difícil pues la mayoría trató de irse a sus casas, pero para Yuca fue diferente, tuvo que quedarse ahí y sobrevivir gracias al apoyo de la ciudadanía que no los dejó. “Perdí la vergüenza, tuve que irme al semáforo a pedir dinero, para sobrevivir y enviar algo a mi esposa”, cuenta con lágrimas en los ojos.