Conmemorar el Sábado Santo ha cambiado en muchos aspectos para los creyentes, en antaño se consideraba un día de guardar, de luto y pesadumbre por recordar la pasión y muerte de Jesucristo, ante la espera de su resurrección para salvar a la humanidad.
El Sábado Santo, denominado hasta el Concilio Ecuménico Vaticano II Sábado de Gloria, es el segundo día del Triduo Pascual, mismo que se llevó a cabo el 11 de octubre de 1962 y se clausuró el 8 de diciembre de 1965, pero ya en 1956 el Sábado Santo deja de llamarse Sábado de Gloria y pasa a ser un día de silencio y recogimiento, según lo advierten escritos oficiales del Vaticano.
Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección.
El Sábado Santo o como antiguamente se decía de Gloria es cuando culmina para los cristianos la Semana Santa. Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz.
Todo el ritual da inicio afuera de la iglesia alrededor de las 22:30 horas, en el atrio se enciende una fogata a la que se denomina Fuego Nuevo, donde se representa la vida y la confirmación de la fe católica a través del bautizo.
El sacerdote celebrante consagra el Cirio Pascual (una vela muy grande) y que durante la Pascua representará a Cristo resucitado.
Para entrar al templo el cual está en oscuridad total, los fieles caminan en procesión y a la luz del fuego. Allí se percibe como Jesús, la luz del mundo, entra y rompe con las tinieblas.
El cuerpo de Jesucristo, representado en el Cirio, tiene grabado el símbolo del alfa y omega, que significa que Jesús es principio y fin, una cruz que en sus ángulos internos se dibuja el año en curso (2021) y representa que él es dueño del tiempo y de la eternidad. Los cinco granos de incienso representan las llagas de Cristo.
El sacerdote pide que desde el mismo fuego del Cirio ellos tomen fuego para los propios, como signo del bautismo en el que resucitan con Cristo a una vida nueva, y llevan a cabo una "vigilia" que significa permanecer despierto, y eso se logra escuchando una serie de lecturas que hablan de la historia de la salvación.
En la ceremonia, se renuevan las promesas bautismales y se usa agua en abundancia, que representa el signo de vida y purificación.
Al final se reparte el agua de Gloria y se invita a los asistentes a que lleven a sus casas el Cirio Pascual y agua bendita.
Se dice que tanto el agua como el Cirio se deben utilizar en caso de desastres naturales, para sanación de alguna persona y protección personal.
En este día también como tradición está la quema de Judas, aludiendo al castigo que recibió el discípulo de Jesús que lo traicionó y lo entregó a sus enemigos por 30 monedas de oro. En los puestos callejeros se vendían figuras de cartón en formas de diablo, aunque en la imaginación mexicana, muchos artesanos dedicados a su elaboración los representaban con personajes públicos no queridos de la actualidad.
Otra costumbre que desde hace años se dejó de realizar es que el Sábado de Gloria, la gente se arrojaba cubetadas de agua, en las calles se veían a los chiquillos y uno que otro adulto en "guerritas" de cubetadas o con globos rellenos del vital líquido.