Maquillaje exagerado, pelucas de colores y hasta un baby doll, las luces se apagan y el show comienza, al ritmo de la música y con la iluminación de los espejos Ricardo comienza su transformación; artista plástico, diseñador de modas y desde hace 14 años Drag Queen.
En medio de un entorno conservador, machista y cerrado a la forma de dirigirse hacia otras personas que tuvieran una identidad de género o ideología distinta escribió un monólogo que dio vida a Bárbara, un personaje que buscaba transformar ese ambiente familiar y así denotar un cambio desde el interior hacia el exterior.
“Mi objetivo es trasvestir el mundo, yo creo todas las personas tienen que ser más empíricas con el género opuesto principalmente los hombres con las mujeres y el drag puede ser un acercamiento. Cuando digo trasvestir me refiero a salirte de tus líneas que cosas las cosas que no te están haciendo feliz las cambies y si ya las tienes busques otras que te hagan feliz, necesitamos personas que exploren que aprovechen su vida porque es algo efímero”, dice.
Ser draga va más allá del maquillaje, la ropa o el espectáculo; el ser drag es convertirse en una figura de choque, una persona que no adopta los roles que son impuesto por la sociedad, una figura de transgresión aún cuando no está consciente de eso. Ser draga implica ser alguien político, alguien que exacerba lo femenino, la identidad de una draga en casi un manifiesta que busca dar voces a aquellos que no la tienen, aquellos que piensan diferente, aquellos que tienen miedo.