/ martes 12 de noviembre de 2024

Siguiendo los pasos de Xareni

Recorrer el presente, re/imaginar el futuro

Hace 2600 años, durante el período prehispánico llamado Formativo, aparecieron las primeras sociedades agricultoras en los valles de los actuales estados, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí e Hidalgo, entre otros.

Si bien, se podría pensar que eran aldeas que estaban alejadas y aisladas entre sí, éstas se mantenían en contacto y compartían características culturales muy importantes, como la ideología, manejo de la cerámica, organización social, tecnología y, hasta, costumbres funerarias. Ejemplo de lo anterior son las similitudes entre la cultura Chupícuaro con los grupos que se asentaron en el Barrio de la Cruz, localizado en el valle de San Juan del Río, Querétaro e incluso con algunos asentamientos en las márgenes del lago de Texcoco como Tlatilco y Cuicuilco.

Pero ¿cómo se comunicaban?

En esa época no existían carreteras ni telecomunicaciones; por lo que todos los contactos se llevaban a cabo mediante los grupos que se movían de un lugar a otro, llevando consigo mensajes, noticias, bienes de prestigio, personas, animales y diversos productos que eran útiles para el intercambio o como reserva de consumo para el viaje.

La manera en que estos grupos humanos se trasladaba se dio a conocer con mucho detalle en el periodo Postclásico tardío; sin embargo, de los que le anteceden no hay tanta información.

Testigos de esta actividad lo constituyen algunas figurillas de las culturas de Occidente, mismas que detallan a hombres usando el mecapal para el transporte de mercancías.

En aquella época los grupos de personas que se desplazaban de un lugar a otro pudieron estar conformados por familias, cuyos miembros adquirían desde la infancia el conocimiento acerca de los caminos y las rutas para moverse de un sitio a otro, así como lo relacionado con el intercambio de diversos productos que, por la escasez en determinados sitios, se les consideraba de mayor valor o de prestigio.

Hace algunos años los especialistas en arqueología y antropología física del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el estado de Querétaro, recuperaron un contexto funerario que contenía un esqueleto femenino acompañado de diversos objetos. Lo anterior fue posible gracias a las personas que lo descubrieron.

Por su antigüedad, se catalogó como la mujer más antigua localizada en la entidad y ésta es la historia de su hallazgo, rescate y el cómo, gracias a los expertos, fue posible conocer más acerca de su vida.

Xareni, el nombre con el que decidimos identificarla, formó parte de un grupo que cruzaba el semidesierto queretano como una ruta para trasladarse hacia diversos sitios. Tenía entre 18 y 23 años, una mujer joven que muy probablemente a esa edad ya había sido madre. Por las características que presentaba el contexto arqueológico en donde se encontraron sus huesos, se infiere que pudo tener un lugar especial dentro del grupo y que posiblemente procedía de algún lugar del Occidente de México.

El contexto funerario donde se encontró a Xareni es el segundo más antiguo hasta el momento localizado en el estado y su importancia no sólo se destaca por su antigüedad, sino por las implicaciones que conlleva —tanto su presencia en esa región, como las características que presenta— para el conocimiento del pasado prehispánico de Querétaro.

El esqueleto de Xareni se encontró en un arroyo de tipo intermitente, ubicado en los terrenos ejidales de la delegación de Extoraz, Peñamiller. El paisaje es el típico del semidesierto: matorral espinoso bajo, huizaches, garambullos, peyotes y diferentes tipos de cactáceas.

Su descubrimiento se debió al desprendimiento de la tierra que lo cubría y para su recuperación se realizó una excavación arqueológica, la cual consiste en retirar cuidadosamente la tierra descubriendo todo lo que se encuentra debajo. El objetivo fue observar y registrar cada uno de los elementos presentes, a ésto se le conoce como contexto arqueológico.

Este hallazgo incluyó, además de los restos, un fragmento de una olla globular de gran tamaño, la mitad de un huilanche (metate sin patas), y algunos artefactos elaborados en hueso y pigmentos blancos, rojos y azules. Cada uno de los huesos se limpió y analizó en el laboratorio de Antropología Física para identificar las huellas que dejó su vida cotidiana en la superficie ósea. No era muy alta, medía 1.49 metros, estatura promedio para las mujeres de la época. Su estado de salud era bueno, con algunas afecciones crónicas que alteraban su estado nutricional; por ejemplo, los parásitos intestinales o una dieta deficiente. La salud dental y algunos análisis químicos realizados indican que en su dieta incluía diversos tipos de plantas típicas de climas cálidos y secos, así como el consumo de carne de los animales que cazaban.

Xareni presenta un patrón de desgaste dental asimétrico, que sugiere la posibilidad del uso de los dientes para sujetar utensilios o ejercer presión sobre materiales fibrosos. Así como en la actualidad, en la época prehispánica, el uso los dientes como herramientas para ablandar pieles y fibras vegetales era común y se relaciona directamente con los recursos disponibles en cada región, por ejemplo, en el semidesierto queretano muchas de las plantas comestibles de la región servían de materia prima para la manufactura de diversos objetos de cestería como los petates, las cestas y redes de pesca, entre otros.

Las dietas basadas en granos, semillas y bayas de difícil masticación, provocaban un mayor desgaste de la superficie oclusal, condición que se agrava en las poblaciones prehispánicas por el uso de utensilios como el metate y el molcajete en la molienda de los alimentos, pues al tratarse de objetos de piedra, se desprenden partículas abrasivas que desgastan el esmalte dental.

Otras marcas localizadas en los huesos nos indican que Xareni realizó diversas actividades de manera cotidiana y con diferentes grados de intensidad a lo largo de su vida. Algunas de ellas pueden estar relacionadas con las largas caminatas cargando peso en su espalda, pudiendo tratarse de bebés o diversos artículos útiles para los viajes en los que participaba. También es posible decir que usaba el metate de manera continua y practicaba el tejido de diversas fibras para elaborar cestos o petates.

La cerámica encontrada con los restos óseos corresponde a un tipo de olla que no se producía en esta zona para esa temporalidad. Ésta era más conocida y frecuente en el Occidente de México, en la región de Colima. No sabemos con precisión si Xareni viajó desde allá, pero diversos análisis químicos realizados a su esqueleto nos indican que no pertenecía a alguno de los grupos locales asentados en los Valles de Querétaro, la Sierra Gorda o el Semidesierto de Querétaro.

Los instrumentos elaborados en hueso que se localizaron junto con Xareni no presentan huellas de uso, por lo que se puede decir que se depositaron estando nuevos. Estos son útiles para la elaboración y decoración de la de cerámica y otros son parte del conjunto de elementos necesarios para tejer fibras como el ixtle o la yuca.

Entonces, ¿Cómo llegó al semidesierto queretano?

Se considera que Xareni formaba parte de un grupo de personas que se dedicaban al traslado de diversas mercancías para intercambiar en otras regiones.

Los resultados químicos de su dieta nos indican que no estaba asentada en una región específica, pues consumía productos de regiones climáticas diferentes, lo que se obtiene cuando alguien se desplaza de una región a otra y realiza esto durante largos periodos de su vida.

Otros análisis del paisaje han determinado que el semidesierto cuenta con varias alternativas de caminos que conectan puntos importantes de la época prehispánica, como el Occidente, el Norte, el Centro de México y la Huasteca. Así como lo vemos hoy, Querétaro ha sido un paso natural por el que varios grupos se trasladaban, siendo esto una de las posibles razones del desarrollo de sociedades sedentarias más grandes e importantes en la región.

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Pese a lo expuesto, la investigación sigue abierta y depende de la colaboración de la comunidad. Puedes formar parte del proceso al colaborar en las tareas de protección del patrimonio cultural al avisarnos si encuentras restos de culturas ancestrales (desde huesos, cerámica, obsidiana o piedras trabajadas) y de la fauna prehistórica que vivió en Querétaro (fósiles). Comunícate con los especialistas del INAH al 442 212 01 72, acude a nuestras oficinas ubicadas en Andrés Balvanera 2, Centro Histórico, Centro, 76000 Santiago de Querétaro, o contáctanos a través de nuestras redes sociales (@INAHQueretaro, @inahqro). Juntos seguiremos descubriendo cómo eran las culturas y poblaciones del pasado queretano.

Hace 2600 años, durante el período prehispánico llamado Formativo, aparecieron las primeras sociedades agricultoras en los valles de los actuales estados, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí e Hidalgo, entre otros.

Si bien, se podría pensar que eran aldeas que estaban alejadas y aisladas entre sí, éstas se mantenían en contacto y compartían características culturales muy importantes, como la ideología, manejo de la cerámica, organización social, tecnología y, hasta, costumbres funerarias. Ejemplo de lo anterior son las similitudes entre la cultura Chupícuaro con los grupos que se asentaron en el Barrio de la Cruz, localizado en el valle de San Juan del Río, Querétaro e incluso con algunos asentamientos en las márgenes del lago de Texcoco como Tlatilco y Cuicuilco.

Pero ¿cómo se comunicaban?

En esa época no existían carreteras ni telecomunicaciones; por lo que todos los contactos se llevaban a cabo mediante los grupos que se movían de un lugar a otro, llevando consigo mensajes, noticias, bienes de prestigio, personas, animales y diversos productos que eran útiles para el intercambio o como reserva de consumo para el viaje.

La manera en que estos grupos humanos se trasladaba se dio a conocer con mucho detalle en el periodo Postclásico tardío; sin embargo, de los que le anteceden no hay tanta información.

Testigos de esta actividad lo constituyen algunas figurillas de las culturas de Occidente, mismas que detallan a hombres usando el mecapal para el transporte de mercancías.

En aquella época los grupos de personas que se desplazaban de un lugar a otro pudieron estar conformados por familias, cuyos miembros adquirían desde la infancia el conocimiento acerca de los caminos y las rutas para moverse de un sitio a otro, así como lo relacionado con el intercambio de diversos productos que, por la escasez en determinados sitios, se les consideraba de mayor valor o de prestigio.

Hace algunos años los especialistas en arqueología y antropología física del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el estado de Querétaro, recuperaron un contexto funerario que contenía un esqueleto femenino acompañado de diversos objetos. Lo anterior fue posible gracias a las personas que lo descubrieron.

Por su antigüedad, se catalogó como la mujer más antigua localizada en la entidad y ésta es la historia de su hallazgo, rescate y el cómo, gracias a los expertos, fue posible conocer más acerca de su vida.

Xareni, el nombre con el que decidimos identificarla, formó parte de un grupo que cruzaba el semidesierto queretano como una ruta para trasladarse hacia diversos sitios. Tenía entre 18 y 23 años, una mujer joven que muy probablemente a esa edad ya había sido madre. Por las características que presentaba el contexto arqueológico en donde se encontraron sus huesos, se infiere que pudo tener un lugar especial dentro del grupo y que posiblemente procedía de algún lugar del Occidente de México.

El contexto funerario donde se encontró a Xareni es el segundo más antiguo hasta el momento localizado en el estado y su importancia no sólo se destaca por su antigüedad, sino por las implicaciones que conlleva —tanto su presencia en esa región, como las características que presenta— para el conocimiento del pasado prehispánico de Querétaro.

El esqueleto de Xareni se encontró en un arroyo de tipo intermitente, ubicado en los terrenos ejidales de la delegación de Extoraz, Peñamiller. El paisaje es el típico del semidesierto: matorral espinoso bajo, huizaches, garambullos, peyotes y diferentes tipos de cactáceas.

Su descubrimiento se debió al desprendimiento de la tierra que lo cubría y para su recuperación se realizó una excavación arqueológica, la cual consiste en retirar cuidadosamente la tierra descubriendo todo lo que se encuentra debajo. El objetivo fue observar y registrar cada uno de los elementos presentes, a ésto se le conoce como contexto arqueológico.

Este hallazgo incluyó, además de los restos, un fragmento de una olla globular de gran tamaño, la mitad de un huilanche (metate sin patas), y algunos artefactos elaborados en hueso y pigmentos blancos, rojos y azules. Cada uno de los huesos se limpió y analizó en el laboratorio de Antropología Física para identificar las huellas que dejó su vida cotidiana en la superficie ósea. No era muy alta, medía 1.49 metros, estatura promedio para las mujeres de la época. Su estado de salud era bueno, con algunas afecciones crónicas que alteraban su estado nutricional; por ejemplo, los parásitos intestinales o una dieta deficiente. La salud dental y algunos análisis químicos realizados indican que en su dieta incluía diversos tipos de plantas típicas de climas cálidos y secos, así como el consumo de carne de los animales que cazaban.

Xareni presenta un patrón de desgaste dental asimétrico, que sugiere la posibilidad del uso de los dientes para sujetar utensilios o ejercer presión sobre materiales fibrosos. Así como en la actualidad, en la época prehispánica, el uso los dientes como herramientas para ablandar pieles y fibras vegetales era común y se relaciona directamente con los recursos disponibles en cada región, por ejemplo, en el semidesierto queretano muchas de las plantas comestibles de la región servían de materia prima para la manufactura de diversos objetos de cestería como los petates, las cestas y redes de pesca, entre otros.

Las dietas basadas en granos, semillas y bayas de difícil masticación, provocaban un mayor desgaste de la superficie oclusal, condición que se agrava en las poblaciones prehispánicas por el uso de utensilios como el metate y el molcajete en la molienda de los alimentos, pues al tratarse de objetos de piedra, se desprenden partículas abrasivas que desgastan el esmalte dental.

Otras marcas localizadas en los huesos nos indican que Xareni realizó diversas actividades de manera cotidiana y con diferentes grados de intensidad a lo largo de su vida. Algunas de ellas pueden estar relacionadas con las largas caminatas cargando peso en su espalda, pudiendo tratarse de bebés o diversos artículos útiles para los viajes en los que participaba. También es posible decir que usaba el metate de manera continua y practicaba el tejido de diversas fibras para elaborar cestos o petates.

La cerámica encontrada con los restos óseos corresponde a un tipo de olla que no se producía en esta zona para esa temporalidad. Ésta era más conocida y frecuente en el Occidente de México, en la región de Colima. No sabemos con precisión si Xareni viajó desde allá, pero diversos análisis químicos realizados a su esqueleto nos indican que no pertenecía a alguno de los grupos locales asentados en los Valles de Querétaro, la Sierra Gorda o el Semidesierto de Querétaro.

Los instrumentos elaborados en hueso que se localizaron junto con Xareni no presentan huellas de uso, por lo que se puede decir que se depositaron estando nuevos. Estos son útiles para la elaboración y decoración de la de cerámica y otros son parte del conjunto de elementos necesarios para tejer fibras como el ixtle o la yuca.

Entonces, ¿Cómo llegó al semidesierto queretano?

Se considera que Xareni formaba parte de un grupo de personas que se dedicaban al traslado de diversas mercancías para intercambiar en otras regiones.

Los resultados químicos de su dieta nos indican que no estaba asentada en una región específica, pues consumía productos de regiones climáticas diferentes, lo que se obtiene cuando alguien se desplaza de una región a otra y realiza esto durante largos periodos de su vida.

Otros análisis del paisaje han determinado que el semidesierto cuenta con varias alternativas de caminos que conectan puntos importantes de la época prehispánica, como el Occidente, el Norte, el Centro de México y la Huasteca. Así como lo vemos hoy, Querétaro ha sido un paso natural por el que varios grupos se trasladaban, siendo esto una de las posibles razones del desarrollo de sociedades sedentarias más grandes e importantes en la región.

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Pese a lo expuesto, la investigación sigue abierta y depende de la colaboración de la comunidad. Puedes formar parte del proceso al colaborar en las tareas de protección del patrimonio cultural al avisarnos si encuentras restos de culturas ancestrales (desde huesos, cerámica, obsidiana o piedras trabajadas) y de la fauna prehistórica que vivió en Querétaro (fósiles). Comunícate con los especialistas del INAH al 442 212 01 72, acude a nuestras oficinas ubicadas en Andrés Balvanera 2, Centro Histórico, Centro, 76000 Santiago de Querétaro, o contáctanos a través de nuestras redes sociales (@INAHQueretaro, @inahqro). Juntos seguiremos descubriendo cómo eran las culturas y poblaciones del pasado queretano.

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