Esta semana nos hemos enterado del anuncio de la desaparición de uno más, de los ya de por sí escasísimos lugares (casi se podría decir ‘refugio’) con que cuentan los bailarines para desarrollarse profesionalmente: laCantera (se escribe así junto, no es un error), ubicado en la Ciudad de México.
LaCantera es un proyecto de creación dancística con ya más de 10 años de existencia, que se planteó Jaime Camarena, bailarín formado en la Escuela Nacional de Danza del Sistema Nacional para la Enseñanza Profesional de la Danza del INBA y que, profesionalmente, se ha desempeñado como ejecutante en buena parte de compañías de renombre dentro y fuera del país.
Jaime se propuso laCantera como plan de vida, un ambicioso proyecto concebido a varios niveles:
Contempla, para empezar, una compañía de danza contemporánea denominada “ApocApoc”.
También, otra pequeña compañía subsidiaria a la anterior y que funcionaría como el semillero -el proyecto pedagógico desde donde cosechar a nuevos integrantes- a la que llamó “Poc Impulse”.
Un foro: “laCantera Foro Chilango [es] un foro alternativo en el corazón de la Ciudad de México que tiene como propósito funcionar como una plataforma de exhibición para las propuestas de los artistas emergentes de nuestra ciudad y país al apoyarlos desde la producción, creación, difusión, promoción y presentación de sus productos escénicos con el fin de propulsar redes de trabajo para éste sector.”
Finalmente, un Estudio Dancístico donde se impartieran diversos y muy variados talleres para la formación del gremio artístico, abiertos a todo aquel interesado en su formación dancística. Este es, probablemente, el aspecto más célebre de laCantera, el motivo por el cual laCantera ha pasado a destacarse como un santuario de la comunidad dancística, no solamente a nivel capitalino sino nacional.
Hasta aquí todo pinta de maravilla. ¿Cuál es pues el enigmático motivo del cierre de un proyecto tan esperanzador y cargado de todas las buenas intensiones? Dice David Flores Rubio, crítico de danza, al reflexionar sobre el cierre de laCantera: “[LaCantera representa] Para el creador novel, un foro en el cual mostrar su primera creación coreográfica. Para el creador con trayectoria, un espacio de experimentación. Para el bailarín profesional, uno de los pocos lugares con entrenamiento permanente. Para el amateur, una bienvenida a la danza. (…) Queda claro que laCantera hace falta. Entonces, ¿por qué cerrarla? (…)”
Jaime expone en sus redes sociales que se muestra “víctima del enojo, insatisfacción y frustración” y “cansado de lidiar con la insatisfacción de algunos de ustedes”. Declara que no puede más “con la miseria encarnada de sus necesidades personales (…) no he logrado satisfacerlos y eso me ha generado infinidad de detractores y enconos” y que “no hay satisfacción posible a sus demandas. Me siento solo jalando una nave que no es posible re flotar”.
Jaime deslinda de responsabilidades de su decisión a cualquier autoridad o institución gubernamental. De manera que sólo queda como principal inculpado ese genérico “ustedes”, es decir, la misma comunidad dancística que es, a su vez, el principal beneficiario de los dones de este maravilloso proyecto.
David Flores Rubio acota: “En mis más de veinte años de comunicador lo más difícil que he enfrentado ha sido trabajar para el gremio de la danza. Resultados que en cualquier otro espacio serían aplaudidos, acá son menospreciados o llanamente descalificados. Son muchos —no todos y ciertamente tampoco la mayoría, pero sí muchos— quienes se enorgullecen de tener a la mano el comentario hiriente, la crítica destructiva, el dedo en la llaga del que crea.”
Desde la llegada del Ballet Nacional de México de Guillermina Bravo, así como su impresionante proyecto pedagógico, el Colegio Nacional de Danza Contemporánea, la danza comenzó a crecer en Querétaro, a vérsele con la necesaria seriedad, el debido respeto y a promover su difusión. Al poco tiempo, otras instituciones, entre ellas la misma UAQ, siguieron su ejemplo o su influencia gracias a lo cual hoy por hoy Querétaro se define como una capital de la danza a todos los niveles y géneros.
Es por ello que nadie mejor facultado para entender la trascendencia de la desaparición de laCantera, que la abundante comunidad dancística queretana. Los bailarines se encuentran impactados por la noticia… ciertamente sensibles al suceso, parecen comprender con mayor profundidad este fenómeno. Pero más allá de la frustración por la pérdida de un excelente proyecto, la causa de su desaparición nos deja a la comunidad completa de artistas escénicos un terrible mal sabor de boca.
Es la certeza de la desunión, la constatación de que no hay peor enemigo que nosotros mismos. Dice David Flores Rubio: “Como consecuencia, desde afuera es notorio que se trata de un gremio desunido y no crítico, sino criticón. En este mundo somos tan tremendamente caníbales que ni siquiera podemos reconocernos a nosotros mismos: sería impensable tener una entrega de premios a lo mejor de la danza, en la que bailarines loaran a bailarines, como sí lo tienen los teatreros o los cineastas.”
Tristemente David se equivoca, y así se trate de bailarines, actores, cantantes de ópera, mimos y un largo etc., la comunidad escénica parece estar contaminada del mismo padecimiento. El refrán “perro no come perro”, es desgraciadamente de uso común entre los artistas de la escena, casi un cliché, y con ello se da a entender esa “mala leche” con que nos predisponemos al ir a ver el trabajo de nuestros colegas.
Pero “perro no come perro” también implica un aspecto positivo que no podemos pasar por alto: una sofisticada capacidad para detectar el error técnico. Si tan sólo nos quedáramos en ese nivel, tal vez las cosas no serían tan desoladoras. Descanse en paz laCantera y que su tumba nos sirva como un recordatorio de que nos falta mucho por hacer con respecto a nuestra ética profesional como artistas de la escena.