En la década de 1960, un adolescente que rondaba la mayoría de edad mexicana, con un piano, lecciones aprendidas de su padre —su músico maestro— y un hambre insaciable de ser “alguien”; se sentó a componer una pieza que le tomó alrededor de seis años en completarse. Ahora es conocida como Dream On, un himno y una de las canciones más fructíferas de Aerosmith. Ese adolescente, que ahora ve sus sueños cumplidos a sus 75 años, se llama Steven Tyler. Y junto a los demás integrantes de Aerosmith, se despide del escenario musical.
Después de una trayectoria de cinco décadas de crear música palpitante, construir un legado de fuertes pilares y redefinir el sonido del hard rock, The Bad Boys of Boston (los chicos malos de Boston) nos dicen “adiós”. La noticia, dada a conocer a principios de este mes, nos despertó diferentes sentimientos. Mientras algunos sintieron la paz de la gira de despedida (denominada Peace Out) y empatizaron con el retiro de los músicos, otros rompieron en llanto. Aquí sentimos un poco de ambas.
Tenía unos nueve años cuando escuché en el estéreo de la camioneta de mi mamá la voz chillona de Tyler en Crazy y Cryin, dos hits del álbum Get A Grip (1993, Geffen). Desde luego, acostumbrada a las voces dulces y glamurosas de artistas juveniles, me sabían diferente esos shots musicales. Es obvio el gesto que alguien esboza cuando le dan a probar un espresso cargado por primera vez, después de haber bebido malteada de fresa toda su vida. No me gustó. Pero, como la persona que soy, creo fielmente en las segundas oportunidades.
Y es que a la mayoría de la música se le deben dar no dos, sino más oportunidades. No son tragos sencillos de saborear, hay que encontrar siempre el punto dulce en el sabor más intenso. Aerosmith es una banda poderosa. Joe Perry y Brad Whitford me atraparon eventualmente en la intensidad de sus riffs que, complementada con el sonido del bajo de Tom Hamilton y la vivaz percusión de Joey Kramer, despertaron un gusto particular en mí. Una pasión temprana por el rock.
Siete años después, bailaba Sweet Emotion en la Arena Ciudad de México. Creí que la gira Rock 'n Roll Rumble Aerosmith Style (2016) era el fin de la banda, ya que fue nombrada también “gira de despedida”, pero significó solamente la primera vez que los vi tocar en vivo. Aquella vez que vi al vocalista sentado, con los reflectores que resaltaban su majestuosidad, tocar el intro de You see me crying para proceder con la emblemática Dream On; mi yo de 17 sonrió con unas lagrimitas escurriéndose por sus mejillas. Esa canción, así como motivó a la banda en sus inicios, a mí me motivo en mi vida personal. Dream until your dreams come true.
Podría hablar de todas las canciones de Aerosmith que me han hecho enamorarme de la vida, como la que ya mencioné, Kings And Queens o Amazing, obras de arte de 1977 y 1993, respectivamente. Sin embargo, vivir la experiencia de Aerosmith es una travesía personal y cada álbum es poesía con distintos matices de blues, rock y sentimientos.
Peace Out comenzará el 2 de septiembre de este año en Philadelphia y culminará el 26 de enero de 2024 en Montreal. Hasta ahora, Estados Unidos y Canadá son los únicos países que se contemplan en la gira de despedida; aunque, aquí entre nos, todavía me pregunto si ya es la definitiva. También me intriga saber si otros territorios podrán despedirse de la banda.
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Es normal que haya cierta tristeza y nostalgia en el retiro de Aerosmith, pero significa el éxito de Dream on en la agrupación y en sus seguidores: soñaron hasta que sus sueños se volvieron realidad, y aquí estamos para celebrarlos y agradecerles por inspirarnos a hacer lo mismo con los nuestros. Los sueños se cumplieron, el legado de Aerosmith vive.