Si todo es energía y nosotros somos una forma de ella, entonces los humanos somos una fuerza en permanente movimiento, expansión y relación, es inherente a nosotros expresarnos, manifestarnos. De acuerdo a su etimología, la energía es una fuerza para accionar, para moverse, y eso es lo que somos, fuerza, movimiento, acción, capacidad para ser parte y partícipes de la transformación y cambio del mundo que habitamos. Todo se mueve, se transforma. ¿Cómo nos inscribimos en ese cambio? ¿Cómo nos entendemos en él, cómo accionamos? La combinación energía-conciencia es la clave, ahí están las respuestas, es lo que las viejas escuelas de sabiduría han llamado el despertar, la iluminación.
De todos estos fascinantes temas trata El Tao de la física, de Fritjof Capra, es un libro integrador, que intenta, después del largo decurso de los siglos, que nos demos cuenta de que todo está entrelazado, incluso existe un nexo en algo tan aparentemente dispar como la física cuántica y las filosofías místicas orientales. Algunos, sobre todo las mentes más ortodoxas, afirman que estos campos no tienen nada que ver entre sí, que esas son locuras de la onda new age, pero no es así, no son locuras, o cuando menos el científico Fritjof Capra -una voz respetada- nos presenta múltiples argumentos para señalar coincidencias entre ambos campos.
Quizá alguien podría pensar y preguntarse “bueno, ¿y para qué leer temas tan exóticos e inentendibles?” Pues por muchas buenas razones. En principio, reflejaría una apertura a lo nuevo, que a nadie le viene mal. Permanecer siempre en el mismo círculo es retrógrada, siempre es sano para el individuo y para la sociedad estar abiertos a lo novedoso, valorarlo, cuestionarlo. Es enriquecedor para todos. Otra razón poderosa es porque los temas planteados en el libro El tao de la física proponen conceptos e ideas que pueden ser aplicados a la vida concreta de cada quien, para mejorarla y transformarla, y como son temas relevantes, de sabiduría milenaria y probada, pueden enriquecer enormemente la vida de quien se los tome en serio. Repercutirán en la vida personal, familiar, laboral y social de quienes los pongan en práctica.
El libro es apenas una puerta de entrada a temas muy profundos y ricos en matices. Por ejemplo, la escuela zen es una prueba de estas propuestas transformadoras. El zen es claro, directo, sin rebuscamientos, y no invita a alejarse del mundo, sino todo lo contrario, pide moverse en él, actuar en él, en el aquí y ahora. Para el zen, los eventos del día a día representan la posibilidad concreta de la iluminación, del despertar. En cada acto, por sencillo que sea está la posibilidad de tomar conciencia plena, de maravillarse de todo, de descubrir lo grande en lo pequeño, en lo cotidiano.
Nos enriquecemos cuando aprendemos de El tao de la física a tener una visión más holística, más orgánica del mundo, menos mecanicista, menos de “allá el mundo, acá yo”. Para los místicos orientales todos los eventos, todas las cosas, están conectadas, interrelacionadas. Al contrario de la visión que considera al mundo, al universo, como ajenos, externos al ser humano, la visión oriental nos invita a dejar atrás lo que el budismo llama avidya, la ignorancia, que hace creer que las cosas están aisladas, sin relación con las demás. El ser humano común y corriente, no alcanza a percibir, y menos a comprender, la profunda concatenación de las cosas y los hechos, todo lo ve como aislado, como por sí mismo. Los planteamientos más modernos de la física desmienten esta percepción, todo está unido, concatenado, no hay partículas elementales e indivisibles, toda nueva partícula es resultado de la anterior, de su origen. Cuando se llega a lo más pequeño del átomo, y se le intenta dividir o separar, ya no da algo nuevo sino más de lo mismo, de su origen. Nos dice Capra: “Un cuidadoso análisis del proceso de observación en la física atómica ha demostrado que las partículas subatómicas no tienen ningún significado como entidades aisladas, sino que sólo pueden entenderse como interconexiones (…) De este modo la teoría cuántica ha revelado la unidad básica del universo. Ha mostrado que no podemos descomponer el mundo en las unidades más pequeñas existentes independientemente. A medida que penetramos en la materia, la naturaleza no nos muestra ningún <ladrillo básico> aislado, sino que aparece como una complicada telaraña de relaciones existentes entre las diversas partes del conjunto ”. (p. 99)
El libro intenta una síntesis entre lo que para muchos es imposible: la conjunción entre la ciencia y el misticismo. Y a esta tarea se dedica el autor Fritjof Capra con ahínco, seriedad y solidez. Que así como los físicos buscan encontrar la fórmula que sintetice en un solo planteamiento a la teoría de la relatividad y a la teoría cuántica, Capra se embarca en la búsqueda de la síntesis de la física cuántica y los planteamientos místicos de oriente: el taoísmo, el hinduísmo, el budismo. El libro ayuda, de manera muy clara y con exactitud, a conocer los principios fundamentales de estas sabidurías, y de cada una concluye el porqué encuentra en ellas afinidades con la física cuántica.
Otros de los puntos centrales a resaltar en esta obra son lo conceptos de cambio y transformación que son comunes a las filosofías orientales y a la física cuántica. Todo está en movimiento, nada es permanente, todo se transforma. Fritjof nos hace ver la aparentemente insólita coincidencia entre Heráclito y el taoísmo, en donde ambos coinciden en que todo está en permanente cambio. Nadie se baña dos veces en el mismo río, nada es para siempre. El texto chino del I ching, el Libro de las transformaciones, es un desarrollo de la sabiduría china que deja asentado cómo cambia todo y hacia dónde puede cambiar.
También El tao de las física hace una sintética pero atinada descripción del hinduismo y su importancia. Muchas veces la mitología teológica, la cantidad de dioses existentes en la cultura hindú, resulta difícil de ubicar, de comprender. El tao de la física tiene el mérito de explicar sucintamente y con gran claridad quién es quién y qué lugar ocupa cada dios de la mitología hinduista, de qué son responsables y cuál es su mensaje para la humanidad, con la Meditación como tema central y eje.(Así mismo en el budismo, el cual es una derivación del hinduismo).
El texto está integrado por tres interesantísimos capítulos divididos en subtemas como: la física moderna, la nueva física, el hinduismo, budismo, taoísmo, zen, la cuestión espacio-tiempo, el universo dinámico, la danza cósmica. Y cita a autores que van desde Albert Einstein, Niels Bohr, Werner Heisenberg, Erwin Schödinger, Wolfgang Pauli, Paul Dira, Louis de Broglie, Descartes, Heráclito, Ibn Arabi, Chuang Tzu, Confucio, Lao Tse, hasta libros clave para la cultura universal como Los Vedas, el Bhagavad Gita, el I Ching, el Tao te king, el Dhammapada, que resultan una verdadera invitación a profundizar sobre los temas que a cada quien interesen más. Una auténtica mina de donde puede uno llevarse tesoros invaluables, y no sólo en el terreno de la especulación filosófica-mística, sino en el de la ciencia, la filosofía, la física clásica y la física cuántica.
El tao de la física es un gran viaje intelectual, filosófico, científico, técnico, biográfico, místico, para ser degustado con calma y para ser releído muchas veces y así extraer todo su nutrimento. No en vano su éxito editorial, aún cuando las materias que trata parecieran poco accesibles. Ese es su gran mérito, hacerlas entendibles e interesantes al gran público. Nadie que entre en este texto saldrá con las manos vacías.
Fritjof Capra, El tao de la física. Ed. Sirio