El hombre es un animal que puede poseer su propio impotencial y la grandeza de su potencial solo puede ser medida por el abismo de su impotencial
Resistencia en el arte de Giorgio Agamben
La naturaleza está en nuestro entorno. La vida se crea y se abre camino desde lo que no podemos ver pero está ahí presente, así como lo construido por el humano que es resultado de la intervención de lo natural, de los elementos terrenales, los cuales a su vez nos constituyen.
A grandes rasgos, es quizá lo que mi yo teatral podría envidiar del cine: la exposición de los entornos y escenarios naturales, es decir las montañas, el desierto, el mar, el amanecer, la niebla, la luna, etc. La poesía existe y está contenida en ellos. No solo al poder apreciarlos desde una pantalla en alta definición, sino también poder vivirlos y habitarlos son estímulos a los sentidos que no tienen que imaginarse o recrearse a través del efecto teatral.
Sin embargo, la escenificación dentro de la teatralidad conlleva otro tipo de creación que recurre a la imaginación, a la síntesis, a través de signos, símbolos y formas, aunque también se producen en decorados realistas como dibujos y pinturas sobre telones o impresiones sobre lonas. De cualquier manera, ambas provienen de la creación que puede ser artística o no.
El creador es el sujeto con la capacidad de imprimir su esencia y propia existencia en la propuesta escénica, así como una visión particular sobre un tema o un texto determinado, que da resultado a una obra original. Considerando, como ejemplo, el abordaje escénico desde el trabajo de investigación y laboratorio, es este un fenómeno de creación cuando un director logra transmitir su arte conjugado con el trabajo de otros creadores, llámense dramaturgos y diseñadores de arte, vestuario, iluminación, música, etc.
Mientras que también hay directores y directoras que operan su creación desde la acción dramatúrgica, es decir solo interpretan o ejecutan lo que un dramaturgo fundamenta en un texto, omitiendo así el juego con la escena contemporánea.
Por otra parte, usualmente se les denomina intérpretes o ejecutantes a los actores y las actrices, los cuales son el medio de comunicación directo con el espectador, pero también deben ser nombrados como creadores o creativos, según sea el caso.
No obstante, he de apuntar que hay un fino espectro en el abordaje y el proceso creativo que logra confundirse entre estas dos identidades. Estas diferencias –ya sea el acceso a lo profundo del ser para llegar a crear un personaje tridimensional o el repetir y hacer lo que el director solicita sin una búsqueda personal y profunda– no pueden ser generalizadas ya que pueden ser o no ser determinantes, mientras se generen vínculos de arranque y certeza que suman en valor y no demeritan su labor. Es la praxis la que puede definir un estilo el cual irá en constante evolución durante la búsqueda, por lo tanto se presta al cambio y a la adaptación de las necesidades artísticas personales o grupales.
Creo que haciendo a un lado el talento o las habilidades artísticas es una cuestión de decisión.
En la física nuclear de un proceso artificial y controlado, se habla de “fisión” cuando se logran separar los elementos que componen un todo con grandes resultados en energéticos para la cual se requiere de una menor cantidad de energía. Por el contrario, la “fusión”es la combinación de partículas de manera natural que libera mayores cantidades de energía; como metáfora de lo anterior, un laboratorio escénico es un arriesgue que puede ser inestable, que puede modificar formas pero no objetivos, para originar un pequeño caos de encuentro de colisiones energéticas guiadas, desde las cuales las fuerzas de creación individual vienen de todos sus ángulos para alimentar una creación conjunta y poderosa, tal como el sol artificial fabricado en China que ha logrado multiplicar por cinco veces la temperatura del astro central de nuestro sistema solar.
Estas locuras científicas son resultad de un proceso que busca cubrir las necesidades del ser humano que, sin la imaginación y la estimulación de la creatividad, no serían posibles; son una ramificación que va abriendo nuevos caminos hacia el conocimiento y la innovación. Contienen su propio potencial creador, siendo estos avances los que han conducido y moldeado a nuestra actual forma de vida y escena teatral.
El filósofo italiano Giogio Agamben– quien parte de las ideas de Aristóteles y a su vez del francés Gilles Deleuze sobre la creación, la naturaleza, el lenguaje y las resistencias–, menciona que el potencial creador no solo se encuentra en la acción creativa de un acto poético y no puede simplemente transicionar a lo físico y material.
Agamben, demuestra que la “impotencialidad” – es decir, la decisión del propio artista de no hacer, de detener o pausar el arte, siendo a su vez una resistencia–, es en sí misma generadora y potencializadora de la creación.
Entonces la facultad adquirida está ahí, contenida, quedando suspendida pero no inactiva, es una práctica continua, como quien sueña al dormir. Un pintor no solo es pintor cuando pinta y deja de serlo cuando no realiza dicho acción.
Referenciando a Van Gogh– quien era un predicador evangélico que comenzó su arte a los 27 años–, una impotencialidad que se fue acumulando durante casi tres décadas lo convirtió en uno de los potenciales más prolíficos de la historia, sin siquiera tener estudios formales.
La creación está directamente ligada a las resistencias internas, por lo tanto, a su potencial.
En mi proceso creativo de vida lo tomo más como una estrategia que como una interrupción o un obstáculo. Estas pausas indeterminadas y finitas, suelen ser las detonadoras de nuevas ideas o inspiraciones.
De ahí, la importancia del autocuestionamiento y la reflexión: ¿quién soy? ¿hacia dónde quiero ir y qué quiero logar? Preguntas que se irán moldeando conforme el entorno se vaya modificando, ya que soy parte de él y me continúa afectando.
Por ejemplo, desde la observación descubrí una gran riqueza. Trabajar directamente, pero desde la parte técnica, con diversos grupos o compañías, lo considero un privilegio al poder presenciar el desarrollo del montaje, el ensayo o la función desde la cabina de control, la butaca más alejada o entre los rincones de los telares, encuentro un acceso secreto al aprendizaje desde otras dinámicas grupales e individuales, ajenas pero similares.
Por otro lado, y siempre en búsqueda de nuevas estrategias, he encontrado un arraigo en las plataformas virtuales, específicamente en los podcasts sobre ciencia y filosofía, incluso en reportajes de historias singulares –basadas en la información y no en la opinión, al menos no desde el entrenamiento y el morbo–. Quizá esta información recopilada, tanto en el consciente como en el inconsciente pueda no tener algún vínculo directo para mis fines creativos, pero creo firmemente en que, al combinarla con mi rutina diaria –como es el cocinar o ejercitarme en el gimnasio–, de alguna manera ha acondicionado mi cerebro y mi curiosidad por entablar distintas formas de búsqueda así como un hambre constante por el conocimiento y las experiencias. De un tiempo a la fecha, he experimentado una necesidad de expansión hacia otras áreas y formas que espero ayuden a fortalecer mi lado creativo. Es desde este apasionamiento e involucramiento con brújula en mano, que he podido lograr abrir caminos y nuevos horizontes.