La igualdad es un término que congela el feminismo,
decir sólo que luchamos por la igualdad
es decir que queremos la explotación capitalista
que sufren los hombres.
Silvia Federici
¿Cuántas mujeres conoces que se dediquen a las artes o más específicamente al teatro?¿cuántas actrices, dramaturgas, tramoyistas, escenógrafas, directoras, diseñadoras digitales, vestuaristas o críticas teatrales conocemos? No podemos negar que el mundo del teatro occidental ha sido mayoritariamente habitado por hombres quienes han sido los que ponen las reglas y los parámetros para que alguien que quiera acceder al campo de la creación escénica lo haga bajo sus términos. Un ejemplo de ello es que, durante la época isabelina (1558-1603), en Inglaterra, los montajes teatrales estaban actuados enteramente por hombres ya que las mujeres no podían subir a los escenarios. No importaba si ellos debían interpretar los papeles femeninos.
Esto ¿que implicó? Que se haya perdido la voz de las mujeres en los registros de la historia del arte. En general, las historias que se cuentan en la literatura y las dramaturgias están delimitadas por la mirada masculina en la que los personajes femeninos están en segundo plano o se habla de ellas, pero sin escuchar sus voces. Por poner un ejemplo literario, tenemos el caso del personaje de La Maga en Rayuela, de Julio Cortázar. El protagonista, Horacio, enamorado de La Maga, habla de ella durante toda la historia sin que podamos escuchar la voz de aquella a la que consideran medio tonta, muy sensible e ingrata por no atender las demandas del amante mientras ella trata de controlar la fiebre de su bebé. No sabemos cuál es la voz de La Maga ni qué dice ella.
Afortunadamente hoy podemos nombrar a muchas mujeres que participan del hecho artístico y concretamente del teatro. Mujeres que hacen posible que suceda la ficción, la performance, la existencia de espacios teatrales oficiales e independientes. Todo esto, hay que decirlo, ha sido gracias a las luchas feministas que históricamente han empujado la visibilización de todo el trabajo de las mujeres en las sociedades.
¿Hay un teatro femenino? Es una pregunta hecha frecuentemente a la hora de hablar de paridad de género, estilos de escritura y hasta la elección de temas sobre los que se escribe y produce. Lamentablemente esta clasificación frecuentemente se ha usado para denostar el teatro hecho por mujeres. ¿Por qué? por la misma razón que las mujeres ha sido relegadas de múltiples escenarios del arte en la historia: por ser mujeres y porque todo aquello que hacen es considerado menor.
Por supuesto que hay teatro hecho por mujeres, trabajos increíbles con perspectivas feministas no hegemónicas. Podemos hablar de los montajes de Mariana Hartasánchez, dramaturga, actriz y directora, radicada en Querétaro, quien produce obras claramente feministas como La noche de las alienadas; así como de la joven Talía Yael, quien fue acreedora al Premio Nacional de la Dramaturgia Joven, Gerardo Mancebo del Castillo, 2019 por su obra Pollito. Ambos ejemplos son poéticas que ponen al frente a las mujeres, sus cuerpos, sus deseos, sus conflictos y su relación con los contextos sociales, ya sea en el ágora pública o al interior del hogar y la psique.
Así como Rosario Castellanos en El Eterno Femenino aborda las vicisitudes de ser mujer en una época en que la lucha por la visibilidad estaba naciente, hoy las mujeres continúan abriéndose espacios en los ámbitos creativos. Recordemos también a Elena Garro y su impecable dramaturgia en la que la mujer se enfrenta a las figuras de los abusadores que detentan el poder. De la misma manera, habla de la desigualdad social y la marginalidad que han vivido las mujeres y que las orilla a la exclusión y al silencio.
La situación parece no haber cambiado mucho en este siglo pues aún se somete a juicio toda aquella manifestación artística creada por una mujer y ahora, también, por personas trans quienes, con esto, sufren una doble discriminación. Sin embargo, la insistencia, la resistencia y sobre todo la cohesión nos permitirán continuar plantando cara a un mundo que quiere que se cuenten mujeres asesinadas en vez de contar derechos ganados u obras de arte hechas por mujeres.
La intimidad del hogar, nuestros cuerpos, las heroicidades, lo que pasa puertas adentro de las casas, la violencia sistémica, el género, el racismo, el clasismo, el deseo, la sexualidad, entre otros, serán temas que habiten siempre el arte creado por mujeres.
- Nombrarlas, siempre nombrarlas. Nombrarnos
¿Qué había sido de las mujeres en el patriarcado
sin el entramado de mujeres alrededor,
a un lado, atrás de una, adelante,
guiando el camino, aguantando juntas?
¿Qué sería de nosotras sin las amigas,
sin las compañeras?
¿Qué sería de las mujeres sin el amor de las mujeres?
Marcela Lagarde y de los Ríos
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Vemos mujeres actuando, dirigiendo, escribiendo dramaturgias, diseñando y construyendo escenografías, componiendo músicas para teatro, diseñando digitalidades para teatro, dueñas de espacios teatrales independientes, mujeres en el público, mujeres legislando para las artes. Es necesario nombrar a las compañeras que ya no están y a las compañeras que son artistas en activo, docentes y activistas. Me faltarán muchas, pero podemos nombrarlas en nuestras redes sociales: Rosario Castellanos, Elena Garro, Maruxa Vilalta, Valeria Fabri, Mariana Hartasánchez, Mariana Ruiz Teller, Patricia Martínez, Thalia Yael, Aris Pretelin, Mónica Raya, Félida Medina, Adriana Ruiz (Clarisse Monde), Libertad Mardel, Marcela Zorrilla, Dana Estela Aguilar, Denise Castillo, Claudia Aguirre, América Morechki, Male Elizarraráz, Luzma Espinosa, Cointa Galindo, Alex Mondragón, Andrea Castañeda, Andrea Herrera, Mónica Durán, Lucy Falúa, Azu Nahim López, Nora Castrejón.