Ante mi imposibilidad o, mejor dicho, poca habilidad para difundir y promocionar mi trabajo o el proyecto en el que esté involucrado -ya sea el darse la tarea del choro mareador y entrega de flyers para convencer a los desconocidos en la calle de entrar a la función o la tan sencilla tarea de dar like y compartir en las redes sociales-, desde hace 4 años he indagado con base en mi experiencia sobre cómo puedo aportar en este campo que es tan importante para el desarrollo y continuidad del trabajo del artista.
Utilizando la herramienta del ahora y del futuro, lo primero que arroja el buscador de Google sobre este tema, para mi sorpresa, tiene que ver con la física/química relacionadas con el movimiento de moléculas o la difusión pulmonar con su intercambio de gases en los pulmones. Como generalmente acontece con lo relacionado a la rama cultural, hay que especificar el tema porque no aparece en búsquedas relacionadas y es hasta el final de la segunda página donde aparecen, esporádicamente, ligas a planes universitarios.
Entrando a diversas ligas, encuentro que, desde un panorama empresarial, la labor de venta tiene un departamento específico para esa área que se centra en estrategias comerciales para crear una nueva cartera de clientes y de mediar con quienes ya lo son, lo cual influye directamente en la medida de la producción.
Un amplio estudio de marketing tiene como función el estudio de sectores sociales, lo que los afecta directa o indirectamente para consumir o no cierto producto y así poder crear acciones y estrategias en busca del aumento de la producción en flujo constante y en crecimiento.
Un ejemplo es la gran la industria restaurantera, sobre todo las grandes cadenas de cafeterías y comida rápida, que tiene que reinventar constantemente sus productos, con altas probabilidades de éxito gracias a la inversión en los estudios de marketing, la publicidad diseñada para estimular los sentidos del consumidor haciendo uso de principios psicológicos, de la teoría del color, la afectación en la ambientación, la exaltación de las imágenes y las experiencias, etc.
La grata experiencia que te venden en sus comerciales se ve mermada cuando el producto, en ocasiones ya pagado, llega a tu mesa y no es exactamente lo que uno había imaginado a partir de lo que promueven. Un claro ejemplo es la presentación visual del menú. Rara vez se ha visto que la imagen de los tacos, la hamburguesa o la pizza no sea apetecible; en caso contrario, seguramente es porque hay un desconocimiento en la importancia de este tipo de detalles o porque carecen de un especialista encargado del diseño.
Sin embargo, se debe tener el cuidado de no exponer lo que no es, como aquellas víctimas del marketing de alguna cadena de comida rápida que te muestra sus productos en forma estética, de buen tamaño, bajos en grasas, completamente saludables, con opciones para todos los paladares.
Podrá ser la comida más deliciosa con los mejores precios, pero aun así el producto no es para todos, siempre habrá quien no comparta el gusto por diversas razones. Y tan cierto como que el teatro no es para todos.
¿Cómo hacerlo para todos? o, al menos, ¿cómo tener un mayor alcance?¿Cuál es la pertinencia de implementar estos modelos de comercialización?
Querer replicar este sistema empresarial y comercial hacia el teatro puede ser un grave error, al menos en expectativas, ya que está basado en otra realidad de mercado. Es como querer comparar un bote de remo a un trasatlántico.
Entonces, ¿qué herramientas y acciones se pueden adaptar e implementar?
Primero hay que tener claridad en lo que se busca promover y difundir: un grupo, una obra o una persona. Una vez definido el objetivo, se requiere de un análisis de las dos partes, la empresarial y la cultural, para poder conjugar la parte artística con el marketing y la difusión. Para esto se requiere de mentes creativas que logren adecuarse a los proyectos escénicos y traducir los conceptos artísticos que se desarrollan. De esta manera, se puede alcanzar un impacto que represente un mayor flujo de espectadores.
Este siempre ha sido un tema recurrente en cultura que, en mi experiencia, suele pasarse por alto o se acciona en deficiencia, al menos desde los grupos independientes. Como artistas, la falta de público es algo que se vive continuamente; sin embargo, es de suma importancia profundizar en el tema.
La Encuesta Nacional sobre Hábitos y Consumo Cultural 2020 de la UNAM es importante, porque pone en estadística y perspectiva el panorama cultual. Se aplicó a 8 mil 780 individuos, 48.7% pertenece a la Ciudad de México y 51.3% a los otros puntos de la República.
Este documento arroja datos interesantes y, al mismo tiempo, preocupantes: solo el 23% de los encuestados acudía a presentaciones de teatro antes de la pandemia; mientras que durante el confinamiento 19.7% vio teatro en línea y para el 67.7% ni siquiera fue de su interés.
Es por eso que mi investigación la estoy llevando a partir de la tríada: teatro-calle-video, con el objetivo de buscar la captación de nuevos públicos, es decir, intervenir el espacio público al aire libre y en video para orientarlos hacia los espacios escénicos.
Tal como Jorge Dubatti en su Escuela del Espectador habla de dos tipos de relaciones sociales: el convivio que es meramente presencial y el tecnovivio que es a través de la virtualidad. Esta última detonó debido a la pandemia, al igual que la teatralidad desde el lente de una cámara; sin embargo, él habla de la importancia de dar el sí a la creación artística desde el video, sin olvidar hacer hincapié en la necesidad de la experiencia de la presencialidad.
Además de los nuevos espectadores, también me estoy enfocando, en relación con la estadística de la UNAM, hacia el 23% de la población que sí gusta y consume teatro, aunque sea esporádicamente. Es decir, el enfoque es también hacia fortalecer el hábito, darle continuidad a la experiencia viva y presencial.
Ana Durán y Sonia Jaroslavsky, exponen en su charla de Formación de Nuevos Espectadores para las Artes Escénicas, la importancia de la continuidad del arte durante la formación escolar con el diseño y actualización de programas artísticos que acerquen y creen el gusto.
En la actualidad, no basta con proporcionar la información básica sobre las temporadas de funciones a los medios tradicionales de comunicación, ya que están en agonía, en quienes además depositamos la certeza de una difusión efectiva, cuando por sí solos son un modelo obsoleto y despreocupado. Con esto quiero decir que no es suficiente con solo colocar la imagen en algún medio. Se requiere una planificación en lo que se quiere comunicar para lograr persuadir a la audiencia estimulando la mente y los sentidos.
¿Qué es el marketing cultural? ¿cómo abrir nuevos canales de comunicación? ¿qué estrategias son funcionales y cómo adaptarlas a nuestras necesidades y procesos evolutivos?
son cuestionamientos en los que hay que seguir indagando y buscando respuestas en los tratados filosóficos, así lo asegura Dubatti.