Una vida en el teatro

Tinta para un atabal

Ana Bertha Cruces | Colaborador Diario de Querétaro

  · jueves 17 de noviembre de 2022

Foto: Cortesía | Atabal

Estudié la licenciatura en Docencia del Arte Escénico en la Universidad Autónoma de Querétaro y he recibido certificaciones en diferentes áreas relacionadas con la docencia. En 1990 llegué a vivir a la ciudad de Querétaro, y ese momento fue el parteaguas de mi formación. Para 1992 ya estaba incursionando en los escenarios de este y otros estados. Desde entonces me he presentado en diversos foros nacionales e internacionales, incluyendo el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México.

La década de 1990 fue muy importante en mi vida porque es cuando logré sentar las bases de mi formación. El contacto con grandes maestros como Luis de Tavira, Rogelio Luévano, Jorge Vargas, Teresa Rábago, entre otros artistas, directores, dramaturgos, creadores de la naciente Casa del Teatro, influyó definitivamente en la conformación de mi idea de teatro; una idea tan personal como social y colectiva.

Después, han llegado muchos más maestros y compañeros que me han brindado la oportunidad de seguir creando, aprendiendo de ellos y con ellos; de seguir creciendo, horadando en este camino del arte y la cultura. Desde 1992 hasta 2006, mi desempeño fue esencialmente en los escenarios como actriz. Es a partir de 2006 y hasta la fecha que he centrado mis esfuerzos en la consolidación de la compañía: Atabal Creación Artística AC y durante este tiempo los apoyos que he gestionado ante diferentes instancias han sido para el desarrollo de grupos, en beneficio de un gran número de artistas, con vocación de servicio por y para Querétaro.

Ver de cerca las dificultades de enfrentar la vida en el teatro como intérprete, me llevó a pensar seriamente sobre el papel del actor dentro de los proyectos escénicos, la importancia del sustento y la vida de las puestas en escena; a pensar en el público y, en general, a la necesidad de profesionalizar la actividad teatral en el estado. Fue entonces que inicié una nueva faceta en mi vida en la que, sin desvincularme de mi esencia de actriz, me involucré en acciones más contundentes, reales y directas de apoyo al teatro que se desarrolla en el estado, algunas de las cuales pueden ser:

• Contribución en la profesionalización del teatro del estado.

• Impulso a la producción del teatro profesional.

• Desarrollo de estrategias de formación de público para el teatro.

• Fomento a la consciencia de un teatro colectivo.

• Proyección del teatro local a ámbitos nacionales.

• Promoción del carácter social del teatro.

• Fomento a la creación de redes entre artistas de este y otros estados.

• Acciones orientadas a la gestión de la apertura de nuevos espacios para el teatro.

• Impulso a las carreras profesionales de artistas jóvenes egresados de diferentes universidades.

• Implementación de estrategias de difusión para el teatro en beneficio y a disposición de todos los creadores del estado.

• Participación activa en grupos organizados y mesas de trabajo que tienen como finalidad mejorar las condiciones de los hacedores de teatro del estado.

Foto: Cortesía | Atabal

Y puedo decir con seguridad que todo ello lo hago por caminar hacia la construcción de un mejor país.

Sin embargo, para que estas luchas no se reduzcan a acciones aisladas, pienso que a México le urge contar con una eficiente administración pública, una que contemple tanto las necesidades de artistas como las de la ciudadanía, que responda a un contexto real, que escuche, que se interese por promover el avance cultural de este país. Porque actualmente las políticas cambian de acuerdo a la idea de arte y cultura que sostiene cada administración en turno y con algunas excepciones, sin revisar a fondo el funcionamiento de algunos programas, estos son cercenados o erradicados por no corresponder al color del partido o a los intereses de escalada política de los funcionarios que, dicho sea de paso, ocupan sus puestos, no por sus aptitudes y experiencia en esta materia, mucho menos por contar con una ética e interés genuino por el arte y la cultura, sino como la ganancia o el pago a cambio de algún favor también político.

Foto: Cortesía | Ulises Cisneros

La sociedad, el arte, la cultura, todo está en evolución continua, pero ésta no debería responder a modas, intereses o colores partidistas, porque lo que impide el desarrollo social es la falta de continuidad de los programas que probadamente funcionan y han dado resultados impactando positivamente en la sociedad. Admitiendo que todo sistema es perfectible, sin importar el periodo político en el que fueron instaurados, los programas que han funcionado deberían permanecer y perfeccionarse, dando pauta a más opciones de apoyo, mejoradas, equitativas y justas en beneficio de todos los sectores del país, incluyendo por supuesto el artístico, educativo y cultural, logrando con ello elevar el nivel de vida y ampliando los horizontes personales de los habitantes de este país.

Hoy, a mis cincuenta años, tal vez he encarnado a 50 mujeres diferentes, me miro en el espejo, me miro a los ojos y sigo buscando, buscándome. Quiero seguir mirando con sorpresa, con inquietud, con duda, con curiosidad, con hambre de lo nuevo que siempre, siempre estará por venir y que me depara la vida. No tengo miedo de volver a empezar, no tengo miedo de rehacerme y para ello me ocupo de recoger los pedazos de mí misma que se han quedado en el camino; retrocedo para seguir adelante. Eso veo en mis ojos cuando miro hasta el fondo y no puedo más que alegrarme de estar viva, latente, para seguir en pie de lucha, construyendo ficciones hasta el final; pues hoy puedo decir que he encontrado mi misión, mi dirección y mi anhelo vocacional en un teatro que me dará la fuerza, pese a las adversidades del sistema, para no claudicar.

Foto: Cortesía | Atabal