Llegado el 2 de febrero, quien sacó al niñito en la Rosca de Reyes, está "obligado" a pagar los tamales del Día de la Candelaria, pero esta tradición va más allá de está celebración, quien funge de padrino del niño Jesús, lo llevará al templo para ser bendecido y el ajuar con que lo presente dirá mucho de su fe.
La tarde del 2 de febrero en los hogares mexicanos se acostumbra "levantar el niño", los padrinos que lo arrullaron el 24 de diciembre, serán los encargados de ponerle su ropón, elaborado con bellas telas y llevarlo junto con los dueños de la casa a recibir la bendición. Se dice que está acción estará plagada de buenos augurios y la protección de todo mal en la casa, sus moradores y por supuesto la de los afortunados padrinos.
Se dice que a la iglesia se llevan también dos cirios, los cuales se conservan encendidos porque sirven de protección a sus moradores, contra tempestades.
Según el relato de Fray Toribio de Motolinia quien decía en 1541: “En la fiesta de la Purificación y Candelaria traen sus candelas a bendecir, y después que con ellas han andado la procesión, tienen en mucho lo que les sobra, y guárdalo para las grandes enfermedades, truenos y rayos, y para otras necesidades”.
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Para la iglesia la vestimenta del niño debe ser con respeto, no son vestidos de santos, no son vestidos con trajes de equipos de fútbol, ni ningún atuendo de moda, como en años pasados se dio por vestir al "Niño Covid". Hay que tomar la seriedad que merece, dijo en alguna ocasión el presbítero José Luis Arellano.