¿Acaso no es urgente la calma y la tranquilidad entre nosotros? ¿Nos vendrá de fuera? ¿Es posible gestarla en uno mismo? Estos atributos son fundamentales para salud física, emocional, social. Y lo contrario, el estrés, el nerviosismo, la angustia, el miedo, son los principales generadores de enfermedad. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, México tiene el primer lugar en estrés laboral.
Pero no sólo en el aspecto laboral, la problemática de violencia e impunidad es también fuente de preocupación y angustia permanentes, ¿es posible mantener la calma como están las cosas? Sin duda, la solución de fondo es lograr un país más justo, con equidad, sin impunidad, con cero tolerancia a la corrupción, con auténtica democracia. Todo ello no depende sólo de nuestra voluntad, sino de muchos y complejos factores. Lo que sí está más a nuestro alcance, es mantener la calma como un remedio para los males que nos aquejan. Esto no significa apatía ni alcahuetería. Mantener la calma y participar en la construcción de la vida diaria, esa es la clave. Mantener la tranquilidad y ser críticos con las situaciones que se viven, es una posibilidad concreta. Sin embargo, no es lo que vivimos en las calles, en donde muchos, a la menor provocación, o por un quítame estas pajas, se encienden con una ira incontrolable, y las mentadas vuelan sin parar con señales, palabras, silbidos, cláxones y muchas veces con violencia física y armada.
Nadie nos ha enseñado a mantener la calma. La gente, por lo general, vive a como les cante el gallo, no consideran necesario que deba haber una educación para las emociones, una inteligencia emocional. Daniel Goleman en su libro Inteligencia emocional establece la importancia que tiene el conocimiento y manejo de las emociones en la vida humana, en donde el autoconocimiento, el autocontrol y las habilidades sociales son determinantes para nuestro caminar en el mundo.
Mejorar el autoconocimiento, valorar con calma las decisiones que se toman, saber manejar el estrés, revisar cómo andan nuestras relaciones interpersonales, mejorar la autoestima, lograr estabilidad psicológica, aminorar la ansiedad, superar los estados depresivos, son algunos de los beneficios que se tienen al conocer y poner en práctica los conceptos de la inteligencia emocional. Las emociones más importantes son el amor, la ira, la repulsión, la tristeza, el miedo, la sorpresa, la alegría y la confianza.
Antiguamente, con otros nombres, las grandes filosofías y las grandes culturas ya se habían preocupado y ocupado de todas estas emociones. Podemos encontrar enormes fundamentos conceptuales y prácticos en libros claves para la cultura humana como el Bhagavad Gita, La Biblia, el Tao te king y el I Ching, entre otros. Y grandes filósofos también han abordado lo relacionado con estas emociones, los presocráticos, Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicteto, Marco Aurelio, Séneca, Cicerón, Spinoza, Schopenhauer, Nietzsche, y muchos más.
Como puede verse, el tema es vital, ha sido considerado mínimo durante los últimos tres mil años. Queremos abordar una de las emociones más importantes y clave para enfrentar el acontecer diario: la calma, la tranquilidad, lo que los griegos llamaron ataraxia, es decir, lo contrario al estrés, a la tensión, al nerviosismo, a la angustia.
Los seres del siglo XXI están sometidos a muchas presiones. La cuestión económica, el desempleo, los hijos, la pareja, las drogas, el alcoholismo, la delincuencia, la contaminación, el terrorismo, las presiones en el trabajo, la falta de amigos, la soledad, la violencia, todo ello puede ser fuente de estrés, de tensiones. ¿Cómo enfrentar estas situaciones de manera sabia, práctica y efectiva? La sabiduría de la filosofía estoica, aunque también epicúreos y escépticos, tienen una respuesta: la ataraxia.
La palabra ataraxia viene del griego y significa “ausencia de turbación”. Busca el equilibrio entre la mente y el cuerpo, dominando las pasiones, fortaleciéndose contra las adversidades, hasta lograr la felicidad, la tranquilidad. Todo a través de la razón. Lo más importante de este concepto es llevarlo a la práctica, observar nuestras acciones, experimentar y corregirnos todas las veces que sea necesario, no importa cuántas.
La gente por lo general, no quiere que se le diga nada, se molesta ante cualquier observación, no se diga ante una crítica, le resulta insoportable, insultante. Es raro aquel que ante una observación se detiene a pensar en lo que le están diciendo, y es más raro aún aquel que agradece y es capaz de corregir su error y modificar su conducta. El que conozca a una persona así no la deje escapar, sígale los pasos, aprenda de ella. Se trata de un ser insólito. Una forma de llegar a este estado superior es practicar la ataraxia.
¿Cómo puede practicarse? Muchos tratan de encontrar respuesta a su problemática en las drogas, el alcoholismo, la hipocondria, o en la amargura, el odio y el nihilismo. Esos caminos han demostrado triste, cuando no lamentablemente, su inutilidad y sus nefastas consecuencias. En cambio, las diferentes sabidurías que hemos citado poseen diferentes métodos más refinados, benéficos y efectivos para enfrentar las emociones negativas. Refirámonos a algunos de ellos.
Nuestro país, a pesar de brutal crisis que actualmente padece, tiene un gran pasado que si se volteará hacia él encontraríamos valiosísimas respuestas para salir del hoyo en que estamos. Se ha olvidado, -¿a propósito?- , quiénes somos y de dónde venimos. En lo que antes era Ixachilan, y en concreto, en lo que ahora conocemos como México, se desarrollaron enormes culturas como la de los olmecas, mayas, la cultura náhuatl, los mexicas, los toltecas, los mixteco-zapotecos, sólo por citar algunas. Civilizaciones que, entre muchas otras cosas, desarrollaron una cosmovisión, una visión del mundo, del universo y su papel en él.
Los mexicas decían que venimos al mundo para lograr la armonía con el cosmos. La armonía es la paz, la concordia, el entendimiento. Esa meta se ha extraviado para los mexicanos actuales, y en las circunstancias actuales del país debe ser una meta primordial lograr la calma, la serenidad.
Las culturas orientales proponen la meditación, la relajación profunda y la plena conciencia (mindfulness). Estas técnicas pueden conducir a la tranquilidad, a la calma. Deben ser ubicadas en una dinámica mayor para que no pasen a ser simples remedios pasajeros, no es su finalidad. Se trata de maneras de vivir ligadas a una visión del mundo más holística y compleja. Acercarse a estos métodos requiere firme voluntad, claridad de pensamiento, estudio y práctica, pero los resultados se notarán de inmediato.
La práctica de la meditación, la relajación y el mindfulness son caminos efectivos para llegar a la ataraxia que propusieron los estoicos, y que no es otra cosa que lograr la calma, lo más que se pueda, ante cualquier evento de la vida, tanto los que consideremos positivos, como los negativos.
Marco Aurelio, el filósofo estoico, nos da una clave entendible, práctica y viable para que entremos en materia. En su texto Meditaciones , libro IV, 3, nos dice: “Muchos para su retiro buscan las casas de campo, las orillas del mar, los montes… teniendo uno en su mano, el recogerse en su interior y retirarse dentro de sí en la hora que le diere la gana; porque en ninguna parte tiene el hombre un retiro más quieto ni más desocupado que dentro de su mismo espíritu… La que yo ahora llamo tranquilidad no es otra cosa que un ánimo bien dispuesto y ordenado.
Date, pues, de continuo ese retiro, y renuévate. Tendrás para esto, con ciertas máximas breves y fundamentales las cuales… serán eficaces para borrar y quitarte toda pesadumbre y para restituirte libre de enfado a aquellas funciones a las cuales hubieres de volver… Porque ¿qué cosa es la que no puedes sufrir con paciencia?”.
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