Puntuales como en cada función, los músicos de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro (OFEQ) tomaron sus lugares sobre el escenario del Teatro Metropolitano, acomodaron los atriles, afinaron sus instrumentos y arrancaron con la programación preparada para el cierre de su tercera temporada de conciertos.
Esa misma noche, el director titular de la OFEQ, Ludwig Carrasco también se despidió de los artistas y de cerca de 450 espectadores, quienes asistieron para disfrutar de su sin igual forma de interpretar y coordinar a los instrumentistas.
Siguiendo sus propias líneas de trabajo, en las que reivindicar y difundir la música de autores mexicanos y de mujeres compositoras fueron su prioridad desde febrero de 2018 que asumió la batuta de la orquesta, Carrasco incluyó en el programa “De una mañana de primavera”; una de las piezas más características de Lili Boulanger (1893- 1918), compositora francesa que vivió a finales del siglo XIX y principios del XX, “y que desgraciadamente falleció a una edad muy temprana, y su producción orquestal no fue muy amplia; sin embargo esta es una de sus principales obras para orquesta sinfónica”, detalló el director previo al concierto.
Después de interpretar magistralmente esta obra, con la participación del violinista invitado, Kazimierz Olechowski, los músicos pusieron en sus instrumentos el “Concierto para violín no. 2, op. 22” del polaco Henryk Wieniawski (1835- 1880), “un violinista que como era la costumbre –y como también sucedió con Paganini–, escribió obras hechas a la medida de su técnica y de su destreza, para poder impresionar y mostrar al público sus capacidades que, por lo general, eran muy superiores al promedio de los violinistas de la época. Esta obra está compuesta en tres movimientos, donde permite al solista realmente hacer un despliegue fantástico de todos los recursos interpretativos, expresivos y técnicos que tiene el violín”.
Finalmente, los músicos concluyeron la noche con la interpretación de una de las obras más icónicas del compositor y director de orquesta ruso Ígor Stravinski (1882- 1971) “La Consagración de la primavera” , originalmente escrita para acompañar a la compañía de Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev.
Cuando se estrenó por primera vez en 1913, en el Teatro de los Campos Elíseos, cuenta Ludwig que el público se puso tan eufórico que hubo un altercado que provocó la suspensión del evento. La gente “estaba un poco en shock por lo que veía, muy distinto a lo que se había visto antes en París, y también porque la música era bastante diferente a lo que había escrito Stravinsky en sus partituras anteriores”.
Haciendo gala de su gran pericia musical, la orquesta interpretó la obra del compositor ruso sin ningún contratiempo, por lo que Carrasco expresó sentirse muy satisfecho al final de la presentación.
“Cuando inició este ciclo ni siquiera vislumbraba que pudiéramos hacer este repertorio. Me siento muy contento, porque tanto la orquesta y yo hemos crecido mucho”, puntualizó.
Antes de que Carrasco se entregue de lleno a su nueva labor como director de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, presidirá un último concierto con la OFEQ el 12 de diciembre; fecha en la que presentarán una programación dedicada a la navidad con obras de Richard Strauss– la Suite de Valses de la ópera “El Caballero de la Rosa” y una versión moderna de El Cascanueces de Chaicovski, en versión jazz.