Las secciones culturales de periódicos y revistas tienen la importante tarea de seguir de cerca los eventos artísticos, culturales e intelectuales relevantes. Su propósito es brindar información, guía, reflexión y enriquecimiento a la sociedad a la que se dirigen, tanto sobre su presente como su pasado.
En su libro Historia del periodismo cultural en México (Conaculta, 2007), Humberto Musacchio afirma que toda revista o suplemento cultural es una expresión de un grupo y representa una señal de identidad en torno a la cual se aglutina un clan. Si esta hipótesis es válida, cuanto más revistas haya, más representada estará la comunidad artística, cultural e intelectual de una sociedad o país, reflejando una diversidad que permita comprender su tiempo. Por lo tanto, la existencia de diversas publicaciones culturales es un indicador de un pensamiento saludable dentro de una comunidad.
¿Pero qué sucede cuando no hay un grupo o entidad que una a aquellos que comparten pensamientos y acciones? En los años sesenta, en Querétaro destacaba Hugo Gutiérrez Vega, pero la siguiente década perteneció a Paula de Allende. Poeta, periodista y gestora cultural en el Querétaro del siglo XX, Paula de Allende alzó la voz por una tribu tímida y su eco perdura. Este libro compila una década de su trabajo periodístico y revela los nombres que han dado vida al ámbito artístico y cultural en los últimos cincuenta años.
En la Ciudad de México, importantes cambios ideológicos impactaban el ámbito artístico, cultural e intelectual. Los artistas de la Ruptura y los autores del Boom latinoamericano trazaban los caminos del arte y el pensamiento mexicanos. Las reseñas en periódicos y revistas como Búsqueda, Mester, El Gallo Ilustrado y La cultura en México registraban las nuevas voces de la poesía mexicana en los años sesenta. Las revistas literarias dieron voz a tribus de poetas, novelistas y cuentistas, creando una nueva escuela de periodismo cultural. Destacaron figuras como Efraín Huerta, Eraclio Zepeda, Carlos Monsiváis, Alejandro Aura, Eduardo Lizalde, José Emilio Pacheco, René Avilés Fabila, Salvador Elizondo, Sergio Mondragón, Juan Bañuelos, Jaime Labastida, Margarita Michelena, Margo Glantzy, RicardoYáñez,referentes culturales y artísticos dela segunda mitad del siglo XX. Otras revistas importantes como El Cuento, Xilote y El corno ilustrado también se fortalecieron en este contexto.
En Querétaro, los alumnos de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) intentaron reseñar la vida literaria a través de las revistas Ágora y Estaciones. Entre sus firmantes destacaban Francisco Cervantes, Hugo Gutiérrez Vega, Salvador Alcocer, Carlos Monsiváis, Elías Nandino y José Emilio Pacheco. Estas revistas estuvieron activas entre 1956 y 1960. Gutiérrez Vega se convirtió en el verdadero impulsor de la escena literaria en Querétaro al unirse al periódico recién creado, Diario de Querétaro, en 1963. En la página literaria Andayomohí, junto a colaboradores como Salvador Cuevas, Juana María, Florentino Chávez y Jorge Galván, se publicaban poemas y reseñas culturales locales. Estos años fueron testigos de la Guerra Fría, el fin del Milagro Mexicano, la carrera espacial y la migración del campo a la ciudad. Mientras tanto, en las provincias aún se vivían las tranquilas tardes de siesta.
En 1966, un grupo de queretanos instó a Hugo Gutiérrez Vega, entonces rector de la UAQ, a abandonar la ciudad, dejando a aquellos que habían sido influenciados por él en la orfandad intelectual.A pesar de esto, Gutiérrez Vega continuó su destacada carrera diplomática, recibió premios internacionales y viajó incansablemente por el mundo.
Es en este contexto que Paula de Allende emerge en las páginas mexicanas. Además de su labor como poeta, ejerció el periodismo en la revista Crónica ilustrada, en 1965, en los periódicos El Universal y Excélsior, y en Impacto, donde consolidó su trabajo periodístico en la columna“Libros y Revistas”, escribiendo sobre los destacados escritores e intelectuales de México. En 1966, como periodista cultural de la prensa capitalina, Paula de Allende recorrió los campos petroleros de Veracruz y Chiapas leyendo su poesía junto a Tomás Perrín, Abigael Bohórquez y Dionisio Morales, auspiciados por la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Periodista intuitiva, de refinado olfato para reconocer no sólo el talento sino la honestidad del artista en ciernes, en la Ciudad de México Paula de Allende reseñó a José Emilio Pacheco años antes de la publicación de Las batallas en el desierto y vaticinó en Cien años de soledad un capítulo determinante para la literatura latinoamericana y mundial.
En 1969, Paula de Allende se trasladó a Querétaro junto a su familia, aportando sus cinco años de experiencia como periodista cultural. Al notar la escasa situación cultural en la localidad, se involucró activamente. Contribuyó en el Diario de Querétaro y luego colaboró en la creación del periódico Noticias en abril de 1973, donde desempeñó el rol de columnista y encabezó la página literaria El ruido de las letras.
Con su militancia cultural, Paula de Allende se convirtió en una figura clave para el cambio en una sociedad sacralizada cuya vida cultural era endogámica, codependiente y asediada. A través de su galería de arte, invitó a poetas e intelectuales a colaborar, impartiendo charlas y talleres para despertar el interés de los jóvenes queretanos. Florentino Chávez, discípulo de Hugo Gutiérrez Vega y Paula de Allende, destaca la importancia de El ruido de las letras y su capacidad para desafiar las convenciones establecidas.
El trabajo periodístico de Paula de Allende muestra su compromiso con su género, su profesión y el futuro. Contribuyó en la construcción de la vida cultural en Querétaro a través de los medios de comunicación y su gestión cultural. Paula de Allende, feminista, crítica y encantadora, impulsó un cambio duradero. Después de su fallecimiento, su arduo trabajo se consolidó con la creación de museos, galerías, casas de cultura, la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro, el Centro Nacional de Danza Contemporánea, la Escuela de Laudería, teatros, auditorios y universidades.
En el siglo XXI, la tecnología ha brindado a la humanidad un acceso sin precedentes a la información y al conocimiento. En contraste, en las décadas de los sesenta y setenta, tener un teléfono o una televisión era un privilegio de las clases altas. Hoy, la brecha social y generacional se ha reducido con la llegada de dispositivos electrónicos que permiten un acceso fácil a la información y a la difusión del conocimiento, nociones que Paula de Allende tanto defendió, y que hoy están al alcance de la mano, literal y metafóricamente.
Este libro recopila parte del trabajo periodístico de Paula de Allende, publicado entre 1965 y 1968 en la Ciudad de México, en las revistas Crónica Ilustrada e Impacto; y entre 1969 y 1979 en Querétaro, en los periódicos Diario de Querétaro y Noticias. El material fue seleccionado, transcrito, curado y editado por el Consejo Editorial de Letra Capital, Fondo Editorial del Municipio de Querétaro, a partir de la hemeroteca de la familia Garza de Allende. Esperamos que este libro sea invaluable para los nuevos lectores y les permita conocer la obra y el pensamiento de una mujer adelantada a su tiempo, cuya propuesta aún propugna por un equilibrio entre la cultura académica, artística y popular.
- Sobre la autora
Paula de Allende, nació el 26 de febrero de 1938 en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Unos meses después, su familia se mudó a la Ciudad de México donde transcurrió parte de su infancia y juventud.
Para 1966, en la ciudad de México, tenía a su cargo la Dirección de la columna “El Ruido de las Letras” en el semanario Éxito y junto con Abigaél Bohórquez, y otros artistas de la época, se internaron en las selvas de Veracruz y Chiapas con la misión de llevar entretenimiento y cultura a trabajadores del petróleo mexicano, bajo el auspicio de la desaparecida OPIC, Organismo de Promoción Internacional de Cultura, perteneciente en ese entonces a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Participaba también en la Revista Impacto en la columna de crítica literaria “Libros y Revistas” y al siguiente año, 1968, protagoniza el homenaje denominado “Homenaje de la poesía de México a Ernesto “Che” Guevara, organizado por el Taller de Gráfica Popular en el Club de Periodistas (D.F) y con Jorge Saldaña colaboraba en los programas “Anatomías” y “El Juicio de los niños”.
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Poco después, se abre la Galería de Allende en el centro de la ciudad (Libertad No. 58) y junto con Alejandro Aura, decide abrir otra Galería en la ciudad hermana de San Miguel de Allende, Gto.