/ miércoles 17 de abril de 2019

Una tarde de karma instantáneo

Vitral

Una tarde, unas cervezas, y en la atmósfera se escurre esta canción que ejecutamos con pasión: el Karma instantáneo, de John Lennon. Trato de atisbar mi Dharma, y me doy cuenta de que estamos tocando poca madre, perfecto, como si encajara en algo misterioso. Me asombro y me gratifico. Creo que nunca la había agarrado tan bien. Sigo. Disfruto cada verso. De reojo observo dos caras enfebrecidas, extasiadas. No es la vulgar fan, es el asombro mezclado con cariño, es lo inexorable y la incertidumbre juntas. Es el sólo por hoy, aquí, ahora.

A pesar de mi ardor sabía que debía tener conciencia y responsabilidad total de mis actos. Tocar la guitarra y cantar formaba parte de ellos. El humo sagrado daba vueltas como un remolino, que además veíamos a contraluz por una insólita iluminación que se colaba por un domo. Un relámpago, rostros todavía adolescentes y la rola seguía: "When we all shine on like the moon, like the stars and the sun"

... aahhh, esa letra me inflamaba. De mi voz salía la canción, pero podía verme a la vez desde lejos, como un testigo........a a aah, esa letra también me enardecía, me encendía la sangre. Escucha qué mensaje:

Todos brillaremos, todos seremos la sal de la Tierra, todos sin excepción, sin competencias, sin agandalles. ¿Te cae? ¿es posible? ¿qué clase de loco es este irascible John Lennon? Todos brillaremos, como la luna (cuando está grandota y brilla como una pelotota allá en el callejón), como las estrellas titilantes colgadas en la franela celestial. Todos brillaremos como el sol, el Señor sol, el que calienta a todos sin distinción, parejito, como quería el cantante. Entonces Lennon es también un Sol, y cuando se me enciende la sangre también me vuelvo un sol. Se me revela que todos tenemos derecho a vivir bien, a la salud, a la educación, al trabajo, al amor.

Oh, mi Lennon, maestro, guía, líder, jefe, ludópata. Tus rolas hacer vibrar todas mis células, una por una, y me pasean por el karma. Ándate atento, todos tus actos cuentan, fíjate qué haces. Mi madre nos decía: "pórtense bien, porque todos tenemos que rendir cuentas a Dios cuando nos muramos". Qué significan esas palabras sino una reflexión acerca del Karma. Son leyes antiguas. Lo que siembras cosechas, aguzado. No hay escapatoria, aunque claro, es mucho mejor creer en el bien y en el amor por convicción absoluta y no por miedo. Saber que la bondad también es poderosa es una manera de estar iluminados y de iluminar el mundo. Sólo se habla y se glorifica al mal, pero lo que sostiene todo es la bondad y el amor, si no fuera así, este mundo ya habría valido gorro desde cuando.

En efecto, Lennon, si queremos podemos brillar todos, como la luna, las estrellas y el sol. Cada quien decide de qué lado quiere estar parado, y debes saber que el boleto que elijas para viajar sobre este planeta cobra y paga según tus actos. En los tiempos de canallas que estamos viviendo, gente como tú, John, parecen loquitos, cuando ustedes son los más normales. ¿Quién diablos opta por el amor, la bondad, la solidaridad, el cariño, la compasión? Gracias, Maestro Lennon por inventar ese club de locos. Seguro, como tú dices, no estamos aquí para sufrir y tener miedo. Todo depende de cada uno de nosotros, ya no le estés echando la culpa a otros de lo que te pasa. Sólo en ti existe la posibilidad de cambiar. Así que mantente bien alerta antes de que el karma te alcance. Y si no, asume las consecuencias, porque el que la caga, paga, y el que florece, crece. Pero que no sea el miedo el que te inspire, que sea la convicción de que la bondad es lo mejor. No te rías en la cara del amor, dice Lennon. Todo tiene un porqué, el karma es una Ley que se cumple. Abre los ojos y compruébalo a tu alrededor.

Hereje

¿Hereje? ¿Hereje para quién? Siempre habría que preguntarse esto. Los libros de historia están llenos de situaciones en que unos adjetivaron como herejes a otros. Otros que muchas veces fueron seres maravillosos (Bruno, por ejemplo), y que hasta tuvieron que pagar con su vida la expresión de sus ideales, simplemente porque a unos fanáticos autoritarios esos planteamientos les parecieron apóstatas, ateos, paganos, infieles, etc., pero ¿por qué no puedes pensar diferente, por qué tienes que creer, y bajo amenaza de muerte, en las verdades que por muy sagradas que pretendan ser, son impuestas a la fuerza? Aún queda mucho por trabajar en este planeta, para que todos los seres humanos tengan derecho a creer en lo que a cada uno le parezca correcto y demuestre su pertinencia. Sin imponerlo a otros por medio de la brutalidad. Aún queda un largo camino para evitar que los poseedores de respuestas pretendidamente sagradas, se las impongan a sangre y fuego a los demás.

Salud y enfermedad

Friedrich Nietzsche conocía la intrínseca relación que existe entre el pensamiento y el estado de salud del cuerpo, o en su caso, con la enfermedad. Esas tesis las desarrolló cuando menos en dos libros muy importantes para la filosofía: Ecce homo, y en el prólogo de La gaya ciencia. En ambos establece la relación estrecha que existe entre el desarrollo de una filosofía y el estado de salud.

El filósofo Michel Onfray retoma el tema y lo cita en un prefacio titulado El salón de postales freudianas, que forma parte de su libro Freud. El crepúsculo de un ídolo. (Ed. Taurus). Ahí Onfray apuntó lo siguiente: “Escribo una historia nietzscheana de la filosofía con la preocupación siempre puesta en el discurso del método que constituye a mi juicio el prefacio de La gaya ciencia. Lo he citado a menudo; permítaseme remitir otra vez a él, al menos a estas frases extraídas de una larga y magnífica exposición: “El disfraz inconsciente de las necesidades fisiológicas, bajo el pretexto de la objetividad, de la idea, de la pura intelectualidad, es capaz de tomar proporciones pavorosas, y más de una vez me he preguntado si, a fin de cuentas, la filosofía no habrá consistido decididamente en una exégesis del cuerpo y un malentendido del cuerpo”.

Habría que agregar más in extenso a esta nota otra parte escrita por Nietzsche en el prólogo a La gaya ciencia. Son párrafos magistralmente bien escritos, llenos de sentido y de fuerza: “Toda filosofía … toda ética … toda metafísica…; toda aspiración -principalmente si es estética o religiosa- a un más allá, a un algo que está fuera o encima o al otro lado de lo real, autorizan para informarse de si fue alguna enfermedad la inspiradora del filósofo… Nosotros, los filósofos, no podemos separar el cuerpo del alma, como hace el vulgo, y menos todavía podemos separar el alma de la inteligencia. No somos ranas pensantes, no somos máquinas objetivas, ni marcadores con refrigerantes por entrañas. Parimos con dolor nuestro pensamientos y maternalmente les damos cuanto hay en nosotros: sangre, corazón, fogosidad, alegría, tormento, pasión, conciencia, fatalidad… (En) Cuanto a la enfermedad tentado estoy a preguntar si podríamos pasarnos sin ella. Un gran dolor es el último libertador del espíritu… ese dolor es quien nos obliga a los filósofos a descender a las profundidades más hondas de nuestro ser y a desprendernos de todo bienestar, de toda media tinta, de toda suavidad, de todo término medio, donde tal vez habíamos depositado nuestra humanidad… El amor a la vida sigue siendo posible, pero se le ama de otro modo…se vuelve como si se hubiera mudado de piel, más cosquilloso, más maligno, con un gusto más sutil para la alegría, con un paladar más fino para las cosas buenas, con la inteligencia más alegre, con una segunda inocencia, más peligrosa, en el placer…”

Con razón este hombre, Nietzsche, decía de sí mismo: “Yo no soy un hombre, soy dinamita”. (Ecce homo. Ed. Alianza). La fuerza de su prosa, su efecto en la mente, es poderoso. Sacude todas las neuronas porque, sí, tiene razón. La enfermedad puede ser camino para entendernos y entender a otros de mejor manera. A veces, a base de mazapanazos en el cuerpo se aprende mucho. Que levante la mano el que nunca se haya equivocado, que la levante el que a pesar de todos sus errores inicia un camino real de transformación personal con hechos evidentes para todos.

https://escritosdeaft.blogspot.com

Una tarde, unas cervezas, y en la atmósfera se escurre esta canción que ejecutamos con pasión: el Karma instantáneo, de John Lennon. Trato de atisbar mi Dharma, y me doy cuenta de que estamos tocando poca madre, perfecto, como si encajara en algo misterioso. Me asombro y me gratifico. Creo que nunca la había agarrado tan bien. Sigo. Disfruto cada verso. De reojo observo dos caras enfebrecidas, extasiadas. No es la vulgar fan, es el asombro mezclado con cariño, es lo inexorable y la incertidumbre juntas. Es el sólo por hoy, aquí, ahora.

A pesar de mi ardor sabía que debía tener conciencia y responsabilidad total de mis actos. Tocar la guitarra y cantar formaba parte de ellos. El humo sagrado daba vueltas como un remolino, que además veíamos a contraluz por una insólita iluminación que se colaba por un domo. Un relámpago, rostros todavía adolescentes y la rola seguía: "When we all shine on like the moon, like the stars and the sun"

... aahhh, esa letra me inflamaba. De mi voz salía la canción, pero podía verme a la vez desde lejos, como un testigo........a a aah, esa letra también me enardecía, me encendía la sangre. Escucha qué mensaje:

Todos brillaremos, todos seremos la sal de la Tierra, todos sin excepción, sin competencias, sin agandalles. ¿Te cae? ¿es posible? ¿qué clase de loco es este irascible John Lennon? Todos brillaremos, como la luna (cuando está grandota y brilla como una pelotota allá en el callejón), como las estrellas titilantes colgadas en la franela celestial. Todos brillaremos como el sol, el Señor sol, el que calienta a todos sin distinción, parejito, como quería el cantante. Entonces Lennon es también un Sol, y cuando se me enciende la sangre también me vuelvo un sol. Se me revela que todos tenemos derecho a vivir bien, a la salud, a la educación, al trabajo, al amor.

Oh, mi Lennon, maestro, guía, líder, jefe, ludópata. Tus rolas hacer vibrar todas mis células, una por una, y me pasean por el karma. Ándate atento, todos tus actos cuentan, fíjate qué haces. Mi madre nos decía: "pórtense bien, porque todos tenemos que rendir cuentas a Dios cuando nos muramos". Qué significan esas palabras sino una reflexión acerca del Karma. Son leyes antiguas. Lo que siembras cosechas, aguzado. No hay escapatoria, aunque claro, es mucho mejor creer en el bien y en el amor por convicción absoluta y no por miedo. Saber que la bondad también es poderosa es una manera de estar iluminados y de iluminar el mundo. Sólo se habla y se glorifica al mal, pero lo que sostiene todo es la bondad y el amor, si no fuera así, este mundo ya habría valido gorro desde cuando.

En efecto, Lennon, si queremos podemos brillar todos, como la luna, las estrellas y el sol. Cada quien decide de qué lado quiere estar parado, y debes saber que el boleto que elijas para viajar sobre este planeta cobra y paga según tus actos. En los tiempos de canallas que estamos viviendo, gente como tú, John, parecen loquitos, cuando ustedes son los más normales. ¿Quién diablos opta por el amor, la bondad, la solidaridad, el cariño, la compasión? Gracias, Maestro Lennon por inventar ese club de locos. Seguro, como tú dices, no estamos aquí para sufrir y tener miedo. Todo depende de cada uno de nosotros, ya no le estés echando la culpa a otros de lo que te pasa. Sólo en ti existe la posibilidad de cambiar. Así que mantente bien alerta antes de que el karma te alcance. Y si no, asume las consecuencias, porque el que la caga, paga, y el que florece, crece. Pero que no sea el miedo el que te inspire, que sea la convicción de que la bondad es lo mejor. No te rías en la cara del amor, dice Lennon. Todo tiene un porqué, el karma es una Ley que se cumple. Abre los ojos y compruébalo a tu alrededor.

Hereje

¿Hereje? ¿Hereje para quién? Siempre habría que preguntarse esto. Los libros de historia están llenos de situaciones en que unos adjetivaron como herejes a otros. Otros que muchas veces fueron seres maravillosos (Bruno, por ejemplo), y que hasta tuvieron que pagar con su vida la expresión de sus ideales, simplemente porque a unos fanáticos autoritarios esos planteamientos les parecieron apóstatas, ateos, paganos, infieles, etc., pero ¿por qué no puedes pensar diferente, por qué tienes que creer, y bajo amenaza de muerte, en las verdades que por muy sagradas que pretendan ser, son impuestas a la fuerza? Aún queda mucho por trabajar en este planeta, para que todos los seres humanos tengan derecho a creer en lo que a cada uno le parezca correcto y demuestre su pertinencia. Sin imponerlo a otros por medio de la brutalidad. Aún queda un largo camino para evitar que los poseedores de respuestas pretendidamente sagradas, se las impongan a sangre y fuego a los demás.

Salud y enfermedad

Friedrich Nietzsche conocía la intrínseca relación que existe entre el pensamiento y el estado de salud del cuerpo, o en su caso, con la enfermedad. Esas tesis las desarrolló cuando menos en dos libros muy importantes para la filosofía: Ecce homo, y en el prólogo de La gaya ciencia. En ambos establece la relación estrecha que existe entre el desarrollo de una filosofía y el estado de salud.

El filósofo Michel Onfray retoma el tema y lo cita en un prefacio titulado El salón de postales freudianas, que forma parte de su libro Freud. El crepúsculo de un ídolo. (Ed. Taurus). Ahí Onfray apuntó lo siguiente: “Escribo una historia nietzscheana de la filosofía con la preocupación siempre puesta en el discurso del método que constituye a mi juicio el prefacio de La gaya ciencia. Lo he citado a menudo; permítaseme remitir otra vez a él, al menos a estas frases extraídas de una larga y magnífica exposición: “El disfraz inconsciente de las necesidades fisiológicas, bajo el pretexto de la objetividad, de la idea, de la pura intelectualidad, es capaz de tomar proporciones pavorosas, y más de una vez me he preguntado si, a fin de cuentas, la filosofía no habrá consistido decididamente en una exégesis del cuerpo y un malentendido del cuerpo”.

Habría que agregar más in extenso a esta nota otra parte escrita por Nietzsche en el prólogo a La gaya ciencia. Son párrafos magistralmente bien escritos, llenos de sentido y de fuerza: “Toda filosofía … toda ética … toda metafísica…; toda aspiración -principalmente si es estética o religiosa- a un más allá, a un algo que está fuera o encima o al otro lado de lo real, autorizan para informarse de si fue alguna enfermedad la inspiradora del filósofo… Nosotros, los filósofos, no podemos separar el cuerpo del alma, como hace el vulgo, y menos todavía podemos separar el alma de la inteligencia. No somos ranas pensantes, no somos máquinas objetivas, ni marcadores con refrigerantes por entrañas. Parimos con dolor nuestro pensamientos y maternalmente les damos cuanto hay en nosotros: sangre, corazón, fogosidad, alegría, tormento, pasión, conciencia, fatalidad… (En) Cuanto a la enfermedad tentado estoy a preguntar si podríamos pasarnos sin ella. Un gran dolor es el último libertador del espíritu… ese dolor es quien nos obliga a los filósofos a descender a las profundidades más hondas de nuestro ser y a desprendernos de todo bienestar, de toda media tinta, de toda suavidad, de todo término medio, donde tal vez habíamos depositado nuestra humanidad… El amor a la vida sigue siendo posible, pero se le ama de otro modo…se vuelve como si se hubiera mudado de piel, más cosquilloso, más maligno, con un gusto más sutil para la alegría, con un paladar más fino para las cosas buenas, con la inteligencia más alegre, con una segunda inocencia, más peligrosa, en el placer…”

Con razón este hombre, Nietzsche, decía de sí mismo: “Yo no soy un hombre, soy dinamita”. (Ecce homo. Ed. Alianza). La fuerza de su prosa, su efecto en la mente, es poderoso. Sacude todas las neuronas porque, sí, tiene razón. La enfermedad puede ser camino para entendernos y entender a otros de mejor manera. A veces, a base de mazapanazos en el cuerpo se aprende mucho. Que levante la mano el que nunca se haya equivocado, que la levante el que a pesar de todos sus errores inicia un camino real de transformación personal con hechos evidentes para todos.

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