Después de sentir en carne propia lo que es vivir en un anexo, el artista visual Valerio Gámez inaugura hoy en el Museo de la Ciudad su exposición fotográfica “Anexados”, donde a través de siete imágenes en gran formato busca denunciar las condiciones en las que operan estos sitios de “recuperación” y sobre todo, humanizar a las personas que los habitan, casi siempre, contra su voluntad.
Fue en 2020 cuando Valerio vivió durante un mes y 5 días en un anexo de Querétaro, tiempo en el que descubrió las violaciones a los derechos humanos, la violencia y las carencias de servicios básicos para las personas que buscan salir de las adicciones a través de este tipo de terapias grupales.
Durante estos 35 días Valerio al igual que sus demás compañeros anexados comía únicamente avena, pan y agua para subir de peso y dar la impresión de estar saludables, tenía sólo 30 segundos para bañarse bajo un chorro de agua sin regadera y compartía con 40 personas una pequeña habitación que fungía como patio, sala de juegos y comedor.
Fue en esos días de encierro, cuando Valerio comenzó a idear este proyecto fotográfico que ya se ha expuesto en recintos culturales de la Ciudad de México, Veracruz y a partir de hoy, también en Querétaro.
“Para no volverme loco yo imaginaba las fotografías, veía a mis compañeros y con mis manos hacía más o menos los encuadres que quería hacer. Era una forma de pensar en el futuro, decirme a mí mismo que iba a salir de ahí y que tenía planes para cuando eso pasara”, comenta.
Cuando Valerio salió del anexo, una de las primeras cosas que hizo fue acudir a la Defensoría de los Derechos Humanos para presentar una denuncia por los abusos vividos durante su estancia en el anexo; pero entre trámites y papeleo llegó la pandemia de Covid-19 y el proceso se detuvo.
Sin embargo el artista visual realizó la denuncia a su manera, a través de la imagen. Así que volvió al anexo y valiéndose del ego del “padrino” quien es el director del lugar, pudo como visitante y retratar a sus compañeros.
“El padrino era un admirador de Hitler, él mismo se llamaba Adolfo y siempre nos ponía películas sobre la segunda guerra mundial, tenía un perro pitbull llamado Hitler, y a él le dije que queria hacerle unas fotografías con un unoforme de general nazi y con su perro, me dijo que sí, así fue como pude entrar con mi cámara y hacer los retratos de mis compañeros. Al final no pude hacer las fotos del padrino, pero creo que estuvo mejor así”.
Valerio confiesa que volver al anexo aún en condición de visitante fue una experiencia dura para él; así como plantear a sus compañeros la idea de tomarles fotografías para exhibirlas, y con ellas, dar luz a lo que ocurre tras aquellos muros; pues el objetivo principal de la exposición, comenta, es romper estereotipos sobre las personas anexadas y lograr que la sociedad admita la fuerte presencia de drogas como el cristal en las calles de Querétaro, situación que aunado a la violencia familiar, la falta de oportunidades y la pobreza, generan la adicción de sustancias en hombres y mujeres.
“Todos mis compañeros aceptaron, es algo que en fondo todos buscan, que la gente sepa lo que pasa en esos lugares. Aunque hay personas de todas las edades, en esta colección elegí a los más jóvenes, todos son consumidores de cristal, y debo admitir que las fotos no reflejan del todo la realidad del lugar, dan la impresión de estar en un espacio más grande cuando en realidad era una habitación muy pequeña”
“La colección tiene una fuerte carga homoerótica y más allá de ver los cuerpos musculosos, los tatuajes y demás, los detalles también muestran las ojeras de una adicto, las uñas mordidas por la ansiedad, los hongos en las uñas de los pies por estar todo el tiempo en chanclas”.
La exposición fotográfica “Anexados” se inaugura hoy a las 19:00 en el Museo de la Ciudad, como parte de las actividades para celebrar los 25 años de este recinto.