“Creo que desde el principio no te preocupaste mucho, tus razones tendrías, pero todo bebé, aún desde feto, requiere de muchos cuidados y atenciones. Créeme, no es que ahora a estas alturas venga con reproches, para nada, simplemente estoy deshebrando mi pasado, no para sufrir o para quedarme anclado en lo que ya no existe, sino para encontrar tesoros ocultos que sirvan en mi presente para construirme de otra forma. Y encuentro verdades, muchas, valiosas.”
Quién sabe la mayoría qué se imaginan, ¿creen que un feto no siente, que no se da cuenta de lo que pasa afuera? Están muy equivocados, ese pedazo de vida que está ahí dentro -porque es vida, aunque muchos cuestionen hasta esto-, está sintiendo todo. Ese feto es vida desde el primer momento de su concepción, el hálito vital está en él, impulsando, generando, construyendo, latiendo. Está vivo, y entre más crece más está siendo sensible al estado de su madre, y a la relación de ella con el medio. Todo lo que está viviendo física, emocional y espiritualmente repercute en ese ser en formación. Si hay alegría la sentirá, si hay venenos los captará, si hay tensión o paz también.
Por eso hay que ser muy cuidadosos con los entornos que rodean a una mujer embarazada. Debemos preocuparnos por generar ambientes sanos, felices. Necesitamos reflexionar, o que nos hagan reflexionar, acerca de ello, de su necesidad, de su urgencia. Vale la pena, porque eso permitirá engendrar individuos sanos que en un futuro, dependiendo de diversas variables, puedan ser personas que aporten creatividad, alegría y paz al mundo, a la vida social. Ah, si tan sólo abriéramos las orejotas para escuchar a los que nos aconsejan, pero no, hasta nos molestamos cuando alguien nos corrige, nos dice algo, opina diferente. Ah, si tuviéramos tantita humildad y capacidad autocrítica para mirar de otra manera nuestro derredor. El mundo sería tan diferente.
Un feto es vida, siente, percibe. Eso nos obliga a ser muy cuidadosos con nuestras palabras y con nuestros actos. En realidad deberíamos serlo siempre, en toda circunstancia. Es tan fácil abrir la boca para decir una sarta de tonterías. Es tan fácil actuar de manera inconsciente, irreflexiva, impulsiva. Tendría que tener uno el control total de su persona, y eso no se cree posible. Vaya, ni siquiera se piensa ni se concibe, pero claro que es factible. Cuando menos se podría intentar a cada instante. Ah, el mundo humano sería tan diferente, pero parece una utopía imposible de lograr. Sin embargo, quien se dé cuenta, quien tenga la suficiente sensibilidad, imaginación, inteligencia, capacidad ética y amor, debe intentarlo sin desmayo, vale la pena. Recogerá sus frutos tarde o temprano. Les contaré el caso de una persona que conozco, y sí, lo sé bien, no hay recetas. Lo que en un caso puede resultar en un alcohólico, en otro puede dar lugar a alguien con mucha enjundia y valor para enfrentar la vida.
Una mujer pasó su embarazo sola, prácticamente sola. La familia la abandonó por haberse enrolado con un tipo que a ellos no les agradaba, y con cierta razón, dado que el hombre hizo su gracia, a base de promesas falsas, y ya que vio el bulto olvidó sus juramento y sólo visitaba a esa mujer de semana en semana. Claro que la familia de la mujer echaba pestes, lo insultaban y lo querían hasta golpear. Si se frenaban era por ella que les pedía que le dieran una oportunidad, que él respondería tarde o temprano. Pero, salvo las visitas semanales, esa respuesta no llegó nunca. Cuando la mujer parió, lo tuvo que hacer sola en un hospital del Seguro. Su familia supo hasta después que ella había dado a luz dado que supuestamente había ido a visitar a una amiga. Claro, la gente no se chupa el dedo, y todos captaban lo insano de la cuestión, pero a fin de cuentas también los absorbían sus propias ocupaciones. Así que ahí estaba esa mujer, sola, a las puertas del hospital, cargando a su criatura. La mujer ya no regresó a su casa. Le pidió asilo a una señora que la protegía mientras encontraba un lugar donde vivir. Esa buena mujer, olvidada por la historia, ayudó a la nueva madre a salir adelante con la criatura. Los cuidó, los apoyó, los alimentó mientras se veía qué rumbos tomarían. ¿Alguien supone que ese bebé desde que era un feto no sintió en su propio ser los venenos biliares y otros muchos que circulaban en el cuerpo de aquella madre? ¿Todo ese estrés, amargura, tristeza, rabia, no harían mella en el feto y posterior bebé? Todos sabemos que sería absurdo siquiera suponerlo. Y sabiendo que no hay recetas, que los eventos pueden tomar muy distintos caminos dependiendo de cada quien, ¿qué influencia tendrían todas estas situaciones y las que siguieron no sólo en el físico sino el la psique de ese bebé?
La gente cree falsamente que los niños no se dan cuenta, nada más falso, los bebés están captando todo, todo, cada sonrisa, cada mirada, cada gesto de sus interlocutores, y mucho más los de su madre. Cuidado en cómo le hablas a un bebé (y a un feto), cómo lo tocas, lo miras, lo abrazas, lo besas, porque ese bebé está captando todo, absolutamente todo. Y cada acto y palabra dejarán una huella en su psique más profunda que está en plena formación. Es sabido que los primeros siete años en la vida de un ser humano, serán clave para lo que éste será posteriormente, lo marcarán a hierro candente.
De ahí la importancia de cuidar al feto palmo a palmo desde el primer momento de la concepción. Hay que prepararle todo el terreno, darle lo mejor física, emocional y espiritualmente. En última instancia, siquiera podremos hacer algo bueno en este mundo sembrando felicidad para ese nuevo habitante del planeta. Tomar conciencia y llevar a cabo actos de este nivel mejorará nuestra propia circunstancia material y psicológica, porque nos hará reflexionar y actuar benévolamente en favor de la vida.