/ miércoles 12 de abril de 2023

Voceadores queretanos, ecos de ayer

Los trabajadores no pueden ocultar su nostalgia, hace tiempo que abandonaron las calles, quedando solo el sonido lejano de sus pregones en la memoria de quienes alguna vez los escucharon cantar las noticias


Qué tiempos aquellos en los que la gente, apenas escuchaba el pregón del voceador, salía a su encuentro para comprar un ejemplar del periódico del día. Todo eso ha cambiado, lamenta Mario Sánchez, un voceador de 60 años que pertenece a la tercera generación de voceadores de su familia.

La época gloriosa quedó atrás, reitera. Y es que ahora si es un buen día, llegan a vender entre ocho y 15 periódicos, cuando en la década de los años 60 el estimado eran entre 100 y 150 por jornada.

Ana María Sánchez, también voceadora queretana, confirma esta situación, y agrega que hoy, de cada periódico, el 20% es ganancia para ellos; alrededor de dos pesos por ejemplar.

Este panorama ha obligado a los voceadores a diversificar los productos en sus estanquillos; así que, además de periódicos y revistas, muchos venden dulces, refrescos y cigarros, algo que les permite compensar las bajas ventas.

Pero también hay quienes han decidido cerrar sus puestos definitivamente y cambiar de giro, sobre todo después de la pandemia de Covid-19; en la que se exacerbó la crisis económica del sector.

“A raíz de la pandemia quedamos muy pocos voceadores, unos 80 en la ciudad de Querétaro; muchos cerraron sus puestos, otros fallecieron. En la pandemia tuvimos un total de 17 defunciones de compañeros, y así fue la historia.

Hemos perdido fuerza… ya ni siquiera nos reconocen como voceadores que somos, tampoco nos apoya el gobierno, ni el municipio.

Sí me da un poco de tristeza porque toda nuestra vida hemos sido esto, voceadores; hemos vendido el periódico, y ahora ya vemos la realidad, de que solo unos cuantos ejemplares son los que se venden, cuando anteriormente vendíamos más de 100 periódicos al día”, recuerda Mario Sánchez.

Foto: Archivo | Diario de Querétaro

¿Cuándo empezó la crisis?

Aunque los trabajadores coinciden en que internet acaparó el mercado, voceadores como Teresa Álvarez consideran que también tiene que ver con que los periódicos ya no ofrecen el mismo producto de antes; empezando porque los avisos de ocasión se han reducido y el tiraje es cada vez más pequeño.

“Debería de ver qué coraje me da, hasta me duele el estómago de que me mande dos Plaza de Armas, cinco Diarios y diez Noticias”, dice Teresa.

Si bien las nuevas generaciones prefieren consumir las noticias en digital, la voceadora asevera que todavía hay quienes buscan el periódico físico; pero se desaniman siempre que no encuentran ejemplares disponibles.

Mario señala que también la forma de hacer periodismo en la ciudad ha cambiado; y cree que esto mismo ha generado que los lectores de antes, no sientan la misma curiosidad de comprar el periódico cada mañana.

“Los reporteros ya no son como anteriormente; de que seguían la noticia, la buscaban y le daban seguimiento de hasta tres días. Ahora ya no. Ya todas se las manda Protección Civil, Fiscalía, y la noticia solo la dan al momento… Me acuerdo de cuando pasó lo de Claudia Mijangos, del primer secuestro en Querétaro y asesinatos muy sonados , el periódico les daba toda una plana en la sección de Policiaca, y le daba seguimiento dos o tres días más… entonces se vendían bastante”, asegura.

Foto: Archivo | Diario de Querétaro

Desde un día antes, relata, periodistas como Manuel Paredón Cornejo, Manuel Medina y Rubén Camaño les adelantaban a los voceadores algunas noticias del día siguiente, y cuando eran “buenas”, pedían más ejemplares para vender.

“Les decíamos: `Señor, mañana queremos más periódicos, ya nos enteramos de lo que pasó´. Y a las 4 o 5 de la mañana ya estabamos ahí esperando, y cada quien agarraba su montón, desde 300 hasta 400 periódicos y rápido se terminaban. No había otra forma de conseguir la información más que en la radio, pero no se daban tantos detalles, así que la gente se quedaba picada, querían más, y eso solo lo daban los periódicos”, afirma el voceador.

Otra de las circunstancias que ha hecho languidecer esta labor, lamenta Mario, es que muchos voceadores se tienen que hacer cargo de las perdidas, “algunos distribuidores del periódico ya no nos quieren aceptar los ejemplares que no se venden, y si de por sí vendemos y ganamos poco, ahora tenemos que hacernos cargo de las perdidas. Somos el último eslabón del periodismo… y los que ganamos más poco”.

Ana María Sánchez empezó a trabajar como voceadora a los 7 años. Foto: Archivo | Diario de Querétaro


“Nací entre los periódicos”

Pese al panorama desalentador, los voceadores coinciden en que aman lo que hacen, pues fue este oficio es el que sus padres y abuelos les legaron; sin embargo, saben que posiblemente sean ellos la última generación.

“Nací entre los periódicos, mi padre también fue voceador, mi madre también, y mi abuelo, Sidronio Sánchez, fue el primero en Querétaro”, dice Mario con la voz entrecortada.

“Y sé bien que el día que yo me muera se acaba todo”, lamenta con los ojos llorosos, pero pronto se le recompone el semblante cuando rememora a su abuelo, Sidronio, y a su padre, Álvaro Sánchez, pregonando a voz en cuello las noticias por las calles de Querétaro.

Asegura que las mejores ventas se hacían en la peregrinación de Querétaro al Tepeyac, pues todos los fieles querían su propio ejemplar para buscarse entre las fotografías.

“Iban a vocear a la `pere´ desde que estaba el periódico Amanecer –antecedente de Diario de Querétaro–; así que se cargaban un montón de periódicos entre el brazo y las costillas con un mecate, y vendían hasta mil ejemplares”, comparte.

Alberto y Sidronio Sánchez. Foto: Archivo | Diario de Querétaro

Asegura que su abuela, Francisca Rodríguez Álvarez, fue la primera mujer en este oficio, y quien le abrió brecha a otras en la familia, como Pueblito Sánchez, su hija y mamá de Teresa Álvarez, quien heredó su estanquillo, ubicado en la esquina de Corregidora y Avenida Zaragoza.

Mario platica que ellas eran las encargadas de cuidar el puesto, sobre todo cuando llegaron las revistas a la oferta editorial y los voceadores no podían cargar con todo; eso también propició que aparecieran a los pocos años los primeros estanquillos en la ciudad. Así que con los años, los voceadores se fueron replegando de las calles, hasta quedarse tiempo completo en sus puestos.

Actualmente los voceadores se encuentran afiliados a la Federación de Trabajadores del Estado de Querétaro (FTEQ) y la Confederación de Trabajadores de México (CTM); buscan mejores condiciones laborales y sociales.

Cada 1 de mayo celebran el Día del Voceador, y generalmente organizan una peregrinación hasta el Templo de la Congregación, en el Centro Histórico de Querétaro, para agradecer las ventas del año.

Cabe mencionar que Teresa Álvarez, Mario y Ana María Sánchez pertenecen a la misma estirpe de voceadores, fundada por su abuelo, Sidronio Sánchez.

Entre risas, Ana recuerda una divertida anécdota; dice que su padre, Alberto Sánchez, le contó un día que, con tal de vender el periódico, los voceadores adornaban en su pregonar las noticias, e incluso, en su desesperación por vender todos los ejemplares, llegaban a inventarse más de una; aunque al otro día tuvieran que lidiar con los reclamos de sus clientes decepcionados.

Mario Sánchez pertenece a la tercera generación de voceadores en su familia. Foto: Gerardo Tavarez | Diario de Querétaro



Qué tiempos aquellos en los que la gente, apenas escuchaba el pregón del voceador, salía a su encuentro para comprar un ejemplar del periódico del día. Todo eso ha cambiado, lamenta Mario Sánchez, un voceador de 60 años que pertenece a la tercera generación de voceadores de su familia.

La época gloriosa quedó atrás, reitera. Y es que ahora si es un buen día, llegan a vender entre ocho y 15 periódicos, cuando en la década de los años 60 el estimado eran entre 100 y 150 por jornada.

Ana María Sánchez, también voceadora queretana, confirma esta situación, y agrega que hoy, de cada periódico, el 20% es ganancia para ellos; alrededor de dos pesos por ejemplar.

Este panorama ha obligado a los voceadores a diversificar los productos en sus estanquillos; así que, además de periódicos y revistas, muchos venden dulces, refrescos y cigarros, algo que les permite compensar las bajas ventas.

Pero también hay quienes han decidido cerrar sus puestos definitivamente y cambiar de giro, sobre todo después de la pandemia de Covid-19; en la que se exacerbó la crisis económica del sector.

“A raíz de la pandemia quedamos muy pocos voceadores, unos 80 en la ciudad de Querétaro; muchos cerraron sus puestos, otros fallecieron. En la pandemia tuvimos un total de 17 defunciones de compañeros, y así fue la historia.

Hemos perdido fuerza… ya ni siquiera nos reconocen como voceadores que somos, tampoco nos apoya el gobierno, ni el municipio.

Sí me da un poco de tristeza porque toda nuestra vida hemos sido esto, voceadores; hemos vendido el periódico, y ahora ya vemos la realidad, de que solo unos cuantos ejemplares son los que se venden, cuando anteriormente vendíamos más de 100 periódicos al día”, recuerda Mario Sánchez.

Foto: Archivo | Diario de Querétaro

¿Cuándo empezó la crisis?

Aunque los trabajadores coinciden en que internet acaparó el mercado, voceadores como Teresa Álvarez consideran que también tiene que ver con que los periódicos ya no ofrecen el mismo producto de antes; empezando porque los avisos de ocasión se han reducido y el tiraje es cada vez más pequeño.

“Debería de ver qué coraje me da, hasta me duele el estómago de que me mande dos Plaza de Armas, cinco Diarios y diez Noticias”, dice Teresa.

Si bien las nuevas generaciones prefieren consumir las noticias en digital, la voceadora asevera que todavía hay quienes buscan el periódico físico; pero se desaniman siempre que no encuentran ejemplares disponibles.

Mario señala que también la forma de hacer periodismo en la ciudad ha cambiado; y cree que esto mismo ha generado que los lectores de antes, no sientan la misma curiosidad de comprar el periódico cada mañana.

“Los reporteros ya no son como anteriormente; de que seguían la noticia, la buscaban y le daban seguimiento de hasta tres días. Ahora ya no. Ya todas se las manda Protección Civil, Fiscalía, y la noticia solo la dan al momento… Me acuerdo de cuando pasó lo de Claudia Mijangos, del primer secuestro en Querétaro y asesinatos muy sonados , el periódico les daba toda una plana en la sección de Policiaca, y le daba seguimiento dos o tres días más… entonces se vendían bastante”, asegura.

Foto: Archivo | Diario de Querétaro

Desde un día antes, relata, periodistas como Manuel Paredón Cornejo, Manuel Medina y Rubén Camaño les adelantaban a los voceadores algunas noticias del día siguiente, y cuando eran “buenas”, pedían más ejemplares para vender.

“Les decíamos: `Señor, mañana queremos más periódicos, ya nos enteramos de lo que pasó´. Y a las 4 o 5 de la mañana ya estabamos ahí esperando, y cada quien agarraba su montón, desde 300 hasta 400 periódicos y rápido se terminaban. No había otra forma de conseguir la información más que en la radio, pero no se daban tantos detalles, así que la gente se quedaba picada, querían más, y eso solo lo daban los periódicos”, afirma el voceador.

Otra de las circunstancias que ha hecho languidecer esta labor, lamenta Mario, es que muchos voceadores se tienen que hacer cargo de las perdidas, “algunos distribuidores del periódico ya no nos quieren aceptar los ejemplares que no se venden, y si de por sí vendemos y ganamos poco, ahora tenemos que hacernos cargo de las perdidas. Somos el último eslabón del periodismo… y los que ganamos más poco”.

Ana María Sánchez empezó a trabajar como voceadora a los 7 años. Foto: Archivo | Diario de Querétaro


“Nací entre los periódicos”

Pese al panorama desalentador, los voceadores coinciden en que aman lo que hacen, pues fue este oficio es el que sus padres y abuelos les legaron; sin embargo, saben que posiblemente sean ellos la última generación.

“Nací entre los periódicos, mi padre también fue voceador, mi madre también, y mi abuelo, Sidronio Sánchez, fue el primero en Querétaro”, dice Mario con la voz entrecortada.

“Y sé bien que el día que yo me muera se acaba todo”, lamenta con los ojos llorosos, pero pronto se le recompone el semblante cuando rememora a su abuelo, Sidronio, y a su padre, Álvaro Sánchez, pregonando a voz en cuello las noticias por las calles de Querétaro.

Asegura que las mejores ventas se hacían en la peregrinación de Querétaro al Tepeyac, pues todos los fieles querían su propio ejemplar para buscarse entre las fotografías.

“Iban a vocear a la `pere´ desde que estaba el periódico Amanecer –antecedente de Diario de Querétaro–; así que se cargaban un montón de periódicos entre el brazo y las costillas con un mecate, y vendían hasta mil ejemplares”, comparte.

Alberto y Sidronio Sánchez. Foto: Archivo | Diario de Querétaro

Asegura que su abuela, Francisca Rodríguez Álvarez, fue la primera mujer en este oficio, y quien le abrió brecha a otras en la familia, como Pueblito Sánchez, su hija y mamá de Teresa Álvarez, quien heredó su estanquillo, ubicado en la esquina de Corregidora y Avenida Zaragoza.

Mario platica que ellas eran las encargadas de cuidar el puesto, sobre todo cuando llegaron las revistas a la oferta editorial y los voceadores no podían cargar con todo; eso también propició que aparecieran a los pocos años los primeros estanquillos en la ciudad. Así que con los años, los voceadores se fueron replegando de las calles, hasta quedarse tiempo completo en sus puestos.

Actualmente los voceadores se encuentran afiliados a la Federación de Trabajadores del Estado de Querétaro (FTEQ) y la Confederación de Trabajadores de México (CTM); buscan mejores condiciones laborales y sociales.

Cada 1 de mayo celebran el Día del Voceador, y generalmente organizan una peregrinación hasta el Templo de la Congregación, en el Centro Histórico de Querétaro, para agradecer las ventas del año.

Cabe mencionar que Teresa Álvarez, Mario y Ana María Sánchez pertenecen a la misma estirpe de voceadores, fundada por su abuelo, Sidronio Sánchez.

Entre risas, Ana recuerda una divertida anécdota; dice que su padre, Alberto Sánchez, le contó un día que, con tal de vender el periódico, los voceadores adornaban en su pregonar las noticias, e incluso, en su desesperación por vender todos los ejemplares, llegaban a inventarse más de una; aunque al otro día tuvieran que lidiar con los reclamos de sus clientes decepcionados.

Mario Sánchez pertenece a la tercera generación de voceadores en su familia. Foto: Gerardo Tavarez | Diario de Querétaro


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