Noviembre, mes de los muertos, de recordar a los seres queridos de innumerables maneras, tantas como el folclor mexicano lo permite; ofrendas, altares, festivales, visitar panteones, rehabilitar tumbas, recordar, llorar y reír por que tuvimos la oportunidad de compartir la vida con nuestros familiares y anhelar volver a estar con ellos.
La muerte tiene muchas caras. Es trágica, inesperada, anunciada, inevitable, esperanzadora, triste, solitaria, colectiva, personal, sentimental, lenta, monocromática, colorida, estática, violenta, amigable, atenuante, alegre y dinámica.
La bailarina Yeshlem Soto Espinosa, nos comparte su visión de las dos últimas características, interpretando a una Catrina alegre y en movimiento, mostrando la elegancia del ballet en cada paso y coreografía, en cada salto y postura.
Ataviada con un vestido color rojo intenso, el color de la pasión y la sangre. Por un lado, la pasión que ella siente por el ballet y la pasión de vivir, por el otro, el color del liquido vital que corre por las venas y que nos impulsa a vivir cada día al máximo pues la muerte, esta esperando al final y todos compartimos ese destino: estamos unidos por la sangre y la sangre es memoria sin lenguaje.
Sea lo anterior un recordatorio y celebración a la vida después de la muerte, a la esperanza de compartir otro plano de existencia con quienes se han ido, a la esperanza del descanso en el Mictlán.