/ viernes 1 de mayo de 2020

La tauromaquia en España, corneada por el coronavirus

Un espectáculo de masas basado en un producto costoso y perecedero: los toros de lidia

Con las corridas anuladas, la crisis del coronavirus en España ha asestado un mazazo a la tauromaquia, un espectáculo de masas basado en un producto costoso y perecedero: los toros de lidia, abocados muchos de ellos al matadero en este aciago año.

"Es un drama general para la tauromaquia", dice a AFP desde su finca andaluza de Lo Álvaro el criador Juan Pedro Domecq Morenés, al que estas semanas le anularon cinco corridas.

Los españoles vislumbran estos días una salida muy progresiva del confinamiento, pero las prohibiciones de aglomeraciones dictadas por las autoridades podrían dejar en blanco la temporada taurina, de marzo a octubre.

Toreros, banderilleros o rejoneadores se han quedado sin trabajo, y tanto ganaderos como empresarios califican de catastrófica la situación, en un sector que representa al año cerca de 20.000 eventos, entre festejos en plazas (unos 1.500) y espectáculos de calle.

La fragilidad del negocio está en el carácter perecedero del toro bravo, que tiene un tope de seis años de edad para ser lidiado en la plaza, y de siete para un festejo de calle.

La cría de un astado le supone al ganadero entre 4.000 y 5.000 euros, una inversión que recupera en un 90% vendiéndolo para un espectáculo.

El envío al matadero supone así recuperar un 10%, una alternativa ruinosa a la que se ven obligados los criadores para no seguir gastando en unos animales que no podrán rentabilizar como esperaban.

"Los ingresos se reducen a cero, sólo hay gastos y esto no es una fábrica que se puede parar, porque al toro hay que seguir cuidándolo y alimentándolo", resume Domecq, que estima que "entre un 30 y un 40%" de sus 130 'juanpedros' irán al matadero.

Por el momento ha mantenido a los ocho empleados de su finca, desviándolos a tareas como la cría de cochinos, pero si no hay temporada, calcula que puede perder hasta 600.000 euros.

En un informe, la Unión de Criadores de Toros de Lidia, que representa a 345 ganaderías, estima la pérdida económica en más 77 millones de euros.

Y advierte de "efectos devastadores sobre las ganaderías de bravo", que "generan miles de empleos directos e indirectos" en zonas muy despobladas del interior de España.

- Una fiesta con arrastre económico -

Del lado de los empresarios la situación es "bastante dramática", sostiene el exmatador francés Simón Casas, director de las plazas de Madrid, Valencia y Alicante y presidente de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET).

Casas incide en las pérdidas que suponen las cancelaciones para ciudades como Sevilla, que se quedó sin Feria de Abril, Valencia, que no tuvo corridas con motivo de las Fallas, o Pamplona, que no tendrá sanfermines en julio.

Y es que la organización de esos espectáculos "es muy importante en términos económicos, porque cuando hay corridas hay ferias, y las ferias son el soporte económico de muchas actividades importantes como el turismo, la restauración, la hostelería..."

Según explica, las empresas organizadoras han pasado el invierno preparando la programación y la promoción.

Pero con la crisis del COVID-19, "todo se ha visto parado en el momento de amortizar" ese esfuerzo. La pérdida para los empresarios taurinos españoles podría ascender a 700 millones de euros, estima el también director de las arenas de Nimes, en Francia.

Ante este panorama, la Unión de Criadores pide al gobierno "ayudas directas", y otras medidas como rebajar el IVA del precio de venta del toro bravo para festejos, del 21% actual al 10%.

Casas señala que lo fundamental está en que los bancos faciliten la tesorería, y en evitar "el desempleo permanente", de modo que se puedan "mantener las empresas en funcionamiento hasta la reanudación de la actividad".

De momento, el ministerio de Cultura mantuvo una reunión con representantes del sector, y dijo a AFP que está trabajando en adaptar a "la casuística" de la tauromaquia las medidas generales de apoyo a la economía anunciadas por el gobierno, tales como los avales de créditos bancarios o los planes de desempleo temporal subsidiados.

Juan Pedro Domecq teme la desaparición de muchas ganaderías, y mirando más allá, cree que "habrá que reinventarse", potenciando las visitas turísticas a las fincas para que la gente conozca al toro bravo "como un atractivo cultural que es".

Resignado, el matador Cayetano Rivera Ordóñez reconocía en la radio Cope que un torero confinado "es un torero de salón", y Simón Casas dice sentirse perdido ante una situación que lo ha obligado a poner "en paro técnico" a los 500 empleados de la madrileña plaza de las Ventas.

Con todo, el empresario guarda la esperanza, porque tras un drama como el del coronavirus, "la gente tendrá ganas de divertirse".

Con las corridas anuladas, la crisis del coronavirus en España ha asestado un mazazo a la tauromaquia, un espectáculo de masas basado en un producto costoso y perecedero: los toros de lidia, abocados muchos de ellos al matadero en este aciago año.

"Es un drama general para la tauromaquia", dice a AFP desde su finca andaluza de Lo Álvaro el criador Juan Pedro Domecq Morenés, al que estas semanas le anularon cinco corridas.

Los españoles vislumbran estos días una salida muy progresiva del confinamiento, pero las prohibiciones de aglomeraciones dictadas por las autoridades podrían dejar en blanco la temporada taurina, de marzo a octubre.

Toreros, banderilleros o rejoneadores se han quedado sin trabajo, y tanto ganaderos como empresarios califican de catastrófica la situación, en un sector que representa al año cerca de 20.000 eventos, entre festejos en plazas (unos 1.500) y espectáculos de calle.

La fragilidad del negocio está en el carácter perecedero del toro bravo, que tiene un tope de seis años de edad para ser lidiado en la plaza, y de siete para un festejo de calle.

La cría de un astado le supone al ganadero entre 4.000 y 5.000 euros, una inversión que recupera en un 90% vendiéndolo para un espectáculo.

El envío al matadero supone así recuperar un 10%, una alternativa ruinosa a la que se ven obligados los criadores para no seguir gastando en unos animales que no podrán rentabilizar como esperaban.

"Los ingresos se reducen a cero, sólo hay gastos y esto no es una fábrica que se puede parar, porque al toro hay que seguir cuidándolo y alimentándolo", resume Domecq, que estima que "entre un 30 y un 40%" de sus 130 'juanpedros' irán al matadero.

Por el momento ha mantenido a los ocho empleados de su finca, desviándolos a tareas como la cría de cochinos, pero si no hay temporada, calcula que puede perder hasta 600.000 euros.

En un informe, la Unión de Criadores de Toros de Lidia, que representa a 345 ganaderías, estima la pérdida económica en más 77 millones de euros.

Y advierte de "efectos devastadores sobre las ganaderías de bravo", que "generan miles de empleos directos e indirectos" en zonas muy despobladas del interior de España.

- Una fiesta con arrastre económico -

Del lado de los empresarios la situación es "bastante dramática", sostiene el exmatador francés Simón Casas, director de las plazas de Madrid, Valencia y Alicante y presidente de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET).

Casas incide en las pérdidas que suponen las cancelaciones para ciudades como Sevilla, que se quedó sin Feria de Abril, Valencia, que no tuvo corridas con motivo de las Fallas, o Pamplona, que no tendrá sanfermines en julio.

Y es que la organización de esos espectáculos "es muy importante en términos económicos, porque cuando hay corridas hay ferias, y las ferias son el soporte económico de muchas actividades importantes como el turismo, la restauración, la hostelería..."

Según explica, las empresas organizadoras han pasado el invierno preparando la programación y la promoción.

Pero con la crisis del COVID-19, "todo se ha visto parado en el momento de amortizar" ese esfuerzo. La pérdida para los empresarios taurinos españoles podría ascender a 700 millones de euros, estima el también director de las arenas de Nimes, en Francia.

Ante este panorama, la Unión de Criadores pide al gobierno "ayudas directas", y otras medidas como rebajar el IVA del precio de venta del toro bravo para festejos, del 21% actual al 10%.

Casas señala que lo fundamental está en que los bancos faciliten la tesorería, y en evitar "el desempleo permanente", de modo que se puedan "mantener las empresas en funcionamiento hasta la reanudación de la actividad".

De momento, el ministerio de Cultura mantuvo una reunión con representantes del sector, y dijo a AFP que está trabajando en adaptar a "la casuística" de la tauromaquia las medidas generales de apoyo a la economía anunciadas por el gobierno, tales como los avales de créditos bancarios o los planes de desempleo temporal subsidiados.

Juan Pedro Domecq teme la desaparición de muchas ganaderías, y mirando más allá, cree que "habrá que reinventarse", potenciando las visitas turísticas a las fincas para que la gente conozca al toro bravo "como un atractivo cultural que es".

Resignado, el matador Cayetano Rivera Ordóñez reconocía en la radio Cope que un torero confinado "es un torero de salón", y Simón Casas dice sentirse perdido ante una situación que lo ha obligado a poner "en paro técnico" a los 500 empleados de la madrileña plaza de las Ventas.

Con todo, el empresario guarda la esperanza, porque tras un drama como el del coronavirus, "la gente tendrá ganas de divertirse".

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