Un cerco de 3 kilómetros a la redonda del estadio Corregidora fue realizado por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal así como de seguridad privada, que fue uno de los requisitos especiales que impuso la Liga MX para que los Gallos pudieran jugar en casa a puerta cerrada.
Un desplegado intenso de policías a los alrededores del estadio como si se tratara de una prisión, muchos filtros para poder acceder los medios de comunicación, así como desviaban a los vehículos que intentaban circulas en las inmediaciones del Coloso del Cimatario.
Más de 300 elementos fueron parte de la fortaleza que se realizó en el estadio para evitar cualquier tipo de contratiempo y es que tras los hechos del 5 de marzo ya no se escatimará en seguridad.
El camión de Tigres llegó escoltado por 6 patrullas y varis motocilistas sin que hubiera ningún tipo de aspaviento, la ciudad muy tranquila, el estadio apagado y sin color, realmente parecía que el futbol había muerto en Querétaro.
La seguridad se mantuvo hasta que las puertas del Corregidora se cerraron y los equipos salieron del estadio sin problema alguno, así las cosas en esta nueva realidad futbolística en Querétaro.