El Estado belga va a subastar en diciembre un castillo del siglo XIX con un pasado tumultuoso y espera obtener por él al menos un millón de euros, aunque el comprador tendrá ante sí el desafío de dar vida de nuevo a esta inmensa propiedad.
El castillo de Van Rivieren, enclavado en un parque boscoso de la campiña flamenca, en Gelrode, en la comuna de Aarschot (centro-este) es uno de los tres "bienes de excepción" que el Estado belga está vendiendo actualmente.
Además de este imponente edificio con ladrillos rojos, coronado por una aguja de estilo germánico, están a la venta un edificio de Lieja del siglo XVII y una antigua abadía valona de 1850.
En el caso del castillo, el ministerio de Finanzas ha decidido sacarlo a subasta el 11 de diciembre y organizar unas jornadas de puertas abiertas en estos días. En estas visitas, compradores interesados o simplemente curiosos pueden echar un vistazo a las chimeneas de márbol, los techos interminables o la "majestuosa escalinata central de madera" y decidir si quieren invertir en esta morada de 38 habitaciones y 342 m2 habitables.
"En general está en buen estado", dice Karel De Ghent, que forma parte de la veintena de visitantes, que, linterna en mano, exploran el lugar.
"El problema es que no podemos ver el tejado y en un castillo, los problemas siempre vienen del tejado", lamenta este informático.
- Habitaciones para los huéspedes -
Este hombre se imagina ya las habitaciones de huéspedes que podría tener en el primer piso. Una idea que ya había adoptado el último propietario del castillo pero de una manera tal vez demasiado original: creando una piscina interior al lado de una veranda que no respetaba ninguna de las reglas de urbanismo establecidas.
¿Quién querrá convertirse en dueño de este disparate decorativo que exigirá importantes obras de renovación?
Florence Angelici, portavoz del ministerio de Finanzas, asegura que no faltan interesados. "Por ejemplo gente que quiere crear casas para recibir y cuidar a varias personas mayores con importantes recursos", cita.
Otros visitantes, como dos hermanos de 65 y 72 años, que también recorren el castillo, tienen claro que no pueden comprarlo, pero han venido a visitar la que fue su habitación cuando eran niños.
Sus padres, él jardinero y ella cocinera, formaban parte de los empleados del castillo en los años 40 y 50. Trabajaban para la familia Vanden Eynde, que vivía allí.
¿Que si estamos emocionados? Bueno, no tanto... hace mucho tiempo de aquello", dicen.
Según los documentos oficiales Oscar Vanden Eynde hizo construir este castillo en 1880 y vivió en él hasta su muerte en 1950.
Después, el castillo fue un monasterio benedictino y un orfanato y se encontró sin dueño desde 2009, cuando la justicia belga confiscó la propiedad en un caso de lavado de dinero.
Según la prensa local, el castillo pertenecía en ese momento a una empresa marítima, acusada de realizar transacciones ilegales que representarían 90 millones de euros.
Unas prácticas delictivas hasta hoy sin terminar de aclarar que explicarían, por ejemplo, el escondite encontrado recientemente en una de las habitaciones superiores del castillo.