Por improbable que parezca, el veneno de una de las arañas más letales del planeta podría ayudar a salvar la vida de las víctimas de un ataque cardíaco, al contener una molécula que bloquea un proceso fisiológico denominado “la señal de la muerte” y que servirá de base para un nuevo medicamento cardiovascular.
“Se espera que los ensayos clínicos con esa molécula comiencen en los próximos meses y, si esos resultados tienen éxito, se espera que un medicamento esté disponible en unos cuatro años”, adelantan a Efe desde la Universidad de Queensland (UQ) en Brisbane, Australia, uno de cuyos equipos ha descubierto el potencial de este veneno y lo está investigando.
Respecto del uso clínico del futuro medicamento, “se espera que en primer lugar beneficie a los pacientes que esperan un trasplante de corazón, al utilizarse para prolongar la vida de los corazones de donantes, y también se prevé que finalmente pueda utilizarse para tratar a las víctimas de ataques cardíacos”, adelantan.
El candidato a fármaco será desarrollado a partir de una molécula que se encuentra en el veneno de la ‘araña de tela de embudo’ de la isla australiana Fraser (K’gari), según esta centenaria universidad (www.uq.edu.au) .
DETENIENDO LA SEÑAL DE LA MUERTE CARDIACA.
El descubrimiento fue efectuado por un equipo dirigido por el doctor Nathan Palpant y el profesor Glenn King de la UQ y el profesor Peter Macdonald del Instituto de Investigación Cardíaca Victor Chang, VChCRI, (www.victorchang.edu.au), un centro australiano de investigación médica cardiovascular.
Los autores principales del estudio son las doctoras Meredith Redd, del Instituto de Biociencia Molecular (IMB) de la UQ y Sarah Scheuer, del VChCRI, quienes efectuaron el trabajo experimental.
El doctor Palpant, del IMB, señala que el candidato a fármaco funcionó al detener la denominada "señal de muerte", un tipo de señal o aviso biológico enviada desde el corazón a raíz de un ataque.
"Después de un ataque cardíaco, el flujo de sangre al corazón se reduce, lo que provoca una falta de oxígeno al músculo cardíaco. Esa falta de oxígeno hace que el entorno celular se vuelva ácido, lo cual da como resultado el envío de un mensaje a las células del corazón para que mueran, en lo que se denomina ‘señal de muerte’”, apunta.
"A pesar de décadas de investigación, nadie ha sido capaz de desarrollar un fármaco que detenga esta ‘señal de muerte’ en las células del corazón, la cual es una de las razones por las que la enfermedad cardíaca sigue siendo la principal causa de muerte en el mundo", enfatiza Palpant.
El doctor Palpant probó el candidato a fármaco, una proteína denominada Hi1a, utilizando células cardíacas humanas expuestas al estrés de un ataque cardíaco para ver si el fármaco mejoraba su supervivencia.
“La proteína Hi1a del veneno de esta araña pone en marcha unos mecanismos biológicos que hacen que el ‘mensaje de muerte’ se bloquee, con los cual la muerte celular se reduce y mejora la supervivencia de las células del corazón”, según este científico.
GANANDO TIEMPO PARA LOS TRASPLANTES.
"Esto no solo ayudará a cientos de miles de personas que sufren un ataque cardíaco cada año en todo el mundo, sino que también podría aumentar cantidad y la calidad de los corazones de donantes, lo que dará esperanza a quienes están en la lista de para un trasplante cardiaco", señala el profesor Macdonald, cardiólogo principal del VChCRI.
Explica que “la supervivencia de las células cardíacas es vital para los trasplantes de corazón. El tratamiento de corazones con Hi1a y la reducción de la muerte celular aumentarán las distancias a la que puede transportarse un corazón donado y mejorará la probabilidad de lograr un trasplante exitoso”.
“En general, si el corazón del donante ha dejado de latir durante más de 30 minutos antes de ser recuperado, ese corazón ya no se puede utilizar para trasplantarlo”, asegura Macdonald.
“Si pudiéramos conseguir 10 minutos adicionales, para añadirlos a esos 30 minutos, ese tiempo extra podría marcar la diferencia entre disponer de un corazón para un trasplante y perder ese órgano. Esto podría cambiar la vida a las personas que están literalmente al borde de la muerte”, según este investigador.
El descubrimiento se basa en un trabajo anterior del profesor King, de la UQ, quien identificó la proteína Hi1a en el veneno de la ‘araña de tela en embudo’ (funnel-web spider) de la isla Fraser (K'gari), situada frente a la costa de Queensland y considerada la isla de arena más grande del mundo.
“Este tipo de araña solo se encuentra en Fraser y, al habitar en una isla, está aislada genéticamente”, explican a Efe desde el Instituto Victor Chang.
“Su veneno contiene hasta 3.000 moléculas diferentes y el equipo del profesor King, identificó una de esas molécula, conocida como proteína Hi1a, y demostró que podría mejorar notablemente la recuperación de un accidente cerebrovascular”, añaden desde este centro.
King comprobó que la Hi1a reduce sorprendentemente el daño al cerebro incluso cuando se administra hasta ocho horas después del inicio del accidente cerebrovascular, y explica que “tiene sentido probar esta misma proteína en las células cardíacas, ya que al igual que las células cerebrales, son muy sensibles a la pérdida de flujo sanguíneo y a la falta de oxígeno”.
“En el futuro un medicamento basado en la Hi1a podría ser administrado a las víctimas de ataques cardíacos, por los primeros sanitarios en atenderles en la ambulancia”, vaticina.
“Esto es crucial en las zonas rurales y remotas de un país, donde los pacientes y los hospitales pueden estar separados por grandes distancias, cuando cada segundo cuenta”, concluye King.