Nuevos datos revelan que un aumento de las concentraciones en la sangre o en el líquido cefalorraquídeo de NfL -una proteína que proporciona soporte estructural a las fibras nerviosas del cerebro- podría servir como biomarcador para predecir la discapacidad futura de la esclerosis múltiple.
Los resultados, procedentes de dos estudios en pacientes con esclerosis múltiple recurrente y primaria progresiva (las dos formas más frecuentes de la enfermedad), se han presentado este miércoles en el XXXV Congreso del Comité Europeo para el tratamiento y la investigación de la esclerosis múltiple (Ectrims), que se celebra en Estocolmo (Suecia).
La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica y discapacitante que afecta a 700 000 personas en Europa y a más de 47 000 en España, que aparece entre los 20 y los 40 años, con más frecuencia en mujeres, y es muy heterogénea, por lo que la evolución de los pacientes es muy variable.
Los análisis presentados hoy ofrecen nuevas perspectivas sobre la biología de la enfermedad que facilitan el conocimiento sobre su progresión, con el objetivo de identificarla y ralentizarla lo antes posible para preservar la función del paciente a largo plazo.
Los datos muestran que las concentraciones sanguíneas de NfL (cadena ligera de neurofilamentos) disminuyeron significativamente después del tratamiento con ocrelizumab, comercializado por Roche con el nombre de 'ocrevus', en un análisis de los estudios en fase III OPERA I y ORATORIO.
Parece posible asociar el aumento de la cantidad de NfL a daño neuronal, de forma que la detección de una concentración elevada de esta proteína en la sangre o en el líquido cefalorraquídeo puede servir como biomarcador de ese daño.
En el congreso se ha presentado también un estudio español multicéntrico en el que han participado más de 200 pacientes de una veintena de hospitales con el objetivo fundamental de conocer la visión que tiene el propio paciente sobre su tratamiento, ha explicado en un encuentro informativo el doctor Javier Sotoca, neurólogo del Hospital Mutua de Terrasa.
Los datos de este "innovador" estudio, denominado PERCEPTIONS, señalan que un 30 % de los pacientes eligen mantener su tratamiento pese a no tener bien controlada la enfermedad.
Esto demuestra, según el doctor Sotoca, uno de los autores del estudio, que "las inercias terapéuticas que tienden a existir en los profesionales médicos también se dan en los pacientes", que hoy en día juegan un papel fundamental a la hora de elegir su tratamiento de entre las alrededor de 14 opciones disponibles.
Al cruzar estos resultados con los datos epidemiológicos se vio que ese 30 % no se correspondía con un perfil determinado de paciente, aunque mayoritariamente eran aquellos que percibían un mayor grado de discapacidad.
Así, cuanta más afectación tienen, sobre todo a nivel motor, más tendentes son a mantener el tratamiento vigente, lo que demuestra un temor a que otra terapia pueda generarles nuevos problemas.
Por el contrario, los pacientes más jóvenes y con menor afectación son más propensos a cambiar de medicación.
Un 50 % de los participantes preferían cambiar su tratamiento por otro de alta eficacia asumiendo los riesgos implícitos de éste frente al de menor eficacia en cuanto a efectos secundarios y complicaciones.
El doctor Soroca ha destacado que al ser la esclerosis múltiple una enfermedad muy mediática, los pacientes suelen estar muy informados, pero "no siempre verazmente informados".