El concepto de “permacrisis”, describe la situación en la que pasamos de una emergencia a la siguiente en términos ambientales, sociales, económicos y culturales, un estado de crisis permanente. Recientemente nos hemos enfrentado a una crisis financiera, a una pandemia y a una situación de guerra en Europa con impacto global. En la región, vivimos una crisis social que fomenta el detrimento del estado de derecho, exceso de violencia e inseguridad y aumento de pobreza y desigualdad; por otro lado, la crisis ambiental causada por la disociación con la vida misma, provoca la fragmentación de áreas naturales, mermando su capacidad de proveer servicios ambientales y afectando la gestión de las fuentes de abasto de agua; dando como resultado, un territorio discontinuo y vulnerable.
Ante la permacrisis, tenemos la responsabilidad colectiva de actuar, romper paradigmas e implementar modelos nuevos que no privilegien el desarrollo económico sobre los impactos sociales y ambientales. Ya que la mayor parte de la población se concentra en ciudades, re imaginar la ciudad es crucial y debe de priorizar la resiliencia urbana y la regeneración de la naturaleza en un nuevo sistema de responsabilidad compartida.
En la misma línea de la resiliencia se encuentra el término “antifrágil”, planteado por Nassim Taleb, y significa que el sistema no solo resiste y se recupera ante el desastre, sino que mejora gracias a ello. ¿Cómo sería una ciudad antifrágil, que sea beneficiada por las situaciones de riesgo?
Tanto la investigación como el emprendimiento consciente son herramientas de futuro, gestores de cambio con el potencial de crear visiones, rediseñar modelos y procesos que detonen la innovación social desde la cultura del cuidado y las soluciones basadas en naturaleza para garantizar el bienestar físico y emocional de las personas y todas las especies del planeta.
*Profesora y Coordinadora del C+LAB Región Centro Sur de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del Tec de Monterrey. paula.barcena@tec.mx