Dijo Galeano, o mejor dicho escribió alguna vez: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” y es justo eso de lo que esta columna pretende hablar cada semana; de esas pequeñas acciones que día a día muchas personas, colectivos, parejas, comunidades, entre otros actores sociales, están haciendo desde el corazón para hacer de este mundo un lugar más verde y justo, y ¿por qué no?, soñando con un mundo más equitativo, un mundo donde quepan muchos mundos como alguna vez escribieron por ahí.
Esta larga travesía nos llevará al momento donde un grupo de personas encabezadas por un par de soñadores lograron que un lindo títere de zacate llamado Zapatilla liderará a un grupo de tortugueros, actores y actrices en un periplo cultural-ambiental que los llevo desde las Lagunas de Chacahua en la costa de Oaxaca donde toda esa gente que representa al México de raza negra nunca habían tenido una acercamiento al teatro; hasta una noche mágica en el anfiteatro central de Pudahuel en Santiago de Chile en donde en uno de los festivales más antiguos de teatro popular les mostro a los santiagueños lo chidas que eran las tortugas marinas.
Viajaremos con toda esa gente que se está sumando en colectivo para defender ese líquido tan preciado y que tan poco hemos cuidado, pero que cerca está de desatar problemas que no tenemos ni idea de lo grave que pueden ser. Nos detendremos a tomar un café con esos aguerridos personajes que han estado al pie del cañón en la devastación hormiga de la cual ha sido objeto Peña Colorada (por poner solo un ejemplo) y que muchos ojos han preferido mirar a otro lado y estirar la mano.
Daremos una pedaleada con esos colectivos que en Querétaro han luchado kilometro a kilometro para que tengamos una ciudad verde donde andar en bici no sea un deporte de alto riesgo, donde es más probable tener una bicicleta blanca en tu honor que una ciclovía que sea respetada. Tomaremos un avión para debatir sobre la pertinencia y eficacia del proyecto en donde esos guardaparques que decidieron cortar los cuernos de los rinocerontes blancos para evitar que fueran asesinados para que alguien tenga unos cuantos minutos de placer. Nos tomaremos una cerveza con los líderes comunitarios que han luchado contra el saqueo continuo que con toda la anuencia de gobiernos que van y que vienen las mineras extranjeras han perforado una y otra vez de manera impune el corazón de nuestra tierra, de nuestras raíces, de nuestro futuro.
El viaje nos hará sonreír, a veces derramar una lagrima y muchas veces nos apachurrará el corazón, pero cierto estoy que cada lunes tendremos la certeza de que un nuevo mundo es posible.