Esta semana viaje a Baja California Sur, Baja sur para los amigos. Este lugar es mágico y para mi tiene un lugar especial entre mis recuerdos. Acá fue donde estudié biología marina y sin duda donde terminé de enamorarme de las tortugas, ya que fue el lugar donde una incipiente tortuguera llamada Melania López me invitó a hacer los primeros recorridos nocturnos para recolectar nidos de tortugas marinas.
En esa época no existían los campamentos tortugueros que hoy existen, incluso como directores de tesis tenía uno que buscar a investigadores que se acercaran un poco al tema lateral de la tesis, porque tortugueros, no había. Hoy después de 20 años me toca regresar, como un tortuguero si no exitoso, si uno de los que nos encanta razonar fuera de la caja. Basta con recordar que un día nos pusimos a hacer cerveza con los amigos de la Cerveceria Fundadores para recaudar fondos para proyectos de conservación.
Pues hoy estamos tratando de empezar a mover nuestros esfuerzos a la tierra de las ballenas grises, los tiburones ballena, las mantarayas gigantes; y el lugar donde el mar y el desierto se besan. Estoy seguro de que algo bueno saldrá de todo esto, en la baja hay hoy día un montón de gente comprometida no solo con las tortugas marinas, si no con el medio ambiente en general. No se exactamente qué podamos armar por acá; tal vez tengamos que volver a explorar ese lado científico que hemos dejado de lado, tal vez una zapatilla con acento chorero se toma por el horizonte, la pesca incidental no suena mal, o sumar esfuerzos con esos excelentes proyectos de educación ambiental que ya existen en el estado.
Sin duda cualquier vertiente que se presente será un nuevo reto y como casi siempre una aventura que nos dejará grandes experiencias y nuevos amigos en este camino llamado la conservación de la naturaleza.
En lo personal en estos días he trepado un cerro, he visto innumerables rutas de bici, me tomé una cerveza envuelta en periódico (para quien no sepa es la forma de mantenerlas frías), fui a chacharear a las segundas y he platicado con innumerables amigos que había dejado hace años o que la vida les trajo a esta tierra tan llena de encanto. Así que aunque el tiempo en el Semidesierto queretano ha sido un lindo viaje, este aniversario numero XV de Ayotzintli tal vez sea el mejor momento para explorar y porque no, crear un puente sólido de historias entre el Semidesierto queretano y el Desierto del Vizcaíno.