Justo en el mes que está por comenzar cumplo dos años sin tener automóvil, lo cual además del evidente ahorro económico y el beneficio en cuanto al tema de salud; existe una razón más poderosa para montar una bicicleta (al menos para mi) que es estar en un espacio propio, donde los procesos mentales parecen estar más en calma y es posible acomodarlos.
Pero, bueno, no me pondré filosófico e iré al grano.
En estas últimas semanas he andado un poco más en bici que de costumbre y no pude evitar notar que hay un estrés colectivo; si bien la gente normalmente está estresada frente a un volante, a raíz de las obras en ciertos sectores de la ciudad, el caos colectivo ha generado una situación que desconozco a dónde nos va a llevar, pero seguro no a un buen lugar.
Y si bien es entendible que el estar 3 horas en el auto para recorrer 5 kilómetros o tener que salir 2 horas antes para llegar al trabajo todos los días, eso no justifica que algunas personas se sientan con el derecho de violentar a otras personas o incluso atentar contra la seguridad de otras.
En esta problemática, los que más sufrimos somos los ciclistas, porque este espacio seguro y bonito del cual les hable, se ve de pronto sumamente invadido por automovilistas un poco más irrespetuosos para con las bicicletas que lo normal.
Por ejemplo, el otro día circulaba por Corregidora y un par de camiones literal circularon por la ciclovía y a una velocidad que, si no los hubiera visto antes, el resultado hubiera sido bastante malo para mí; ellos por supuesto ni se inmutaron. Lo interesante de esto es que subí mi video a mis redes sociales y milagrosamente alguien que trabaja en Qrobús me ayudó a hacer un reporte y se hizo algo al respecto (aunque esto fue un total golpe de suerte).
Otro ejemplo (porque tengo muchos jajaja) es cuando volvía de una reunión de trabajo y tomé el puente que cruza Bernardo Quintana y está en donde empieza el Fray Junípero Serra; en este lugar estaba formado esperando que avanzará la fila cuando vi que un auto se metía en la otra fila, aproveché para cambiar de carril y me mantuve en medio de la calle, para evitar que me trataran de pasar y tener un accidente.
El automovilista de atrás en una camioneta último modelo, no dejó de pitarme los 50 metros que estuve en ese carril y no conforme con ello cuando me rebasó me echó lámina, como si fuéramos iguales. Ese día reflexioné mucho sobre qué tan mal debe estar una persona para creer que puede atentar contra la vida de alguien en bici con su auto. Sin duda mucho.
Espero de verdad que esto acabe pronto y podamos volver a la normalidad donde el riesgo de que atropellen es solo por un descuido del conductor y no porque el estrés vial los convierta en potenciales asesinos.