México es un país de alta vulnerabilidad climática debido a su ubicación geográfica, rápido crecimiento urbano y el incremento de fenómenos meteorológicos como huracanes, inundaciones, sequías y desertificación. La escasez de agua en México afecta a más de 10 millones de personas que no tienen acceso al suministro de agua potable.
De acuerdo con el artículo 4, párrafo 6 de la Constitución Mexicana: “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible…” Sin embargo, es evidente que las poblaciones más vulnerables y con menos recursos económicos suelen sufrir impactos negativos ante el desabastecimiento. También, son más susceptibles a enfermedades por la mala calidad de agua a la que tienen acceso. Algunas de estas causas son la ubicación de sus viviendas, falta de infraestructura y suministro, y altos costos operativos. Esta desigualdad esta estrechamente relacionada con la disparidad social y económica.
Usualmente las zonas habitacionales que cuentan con concesiones de agua o pozos propios no tienen desabasto de agua. Sin embargo, aún existen zonas en la ciudad que tienen desabasto, y requieren de pipas o tandeo de agua para abastecer sus viviendas. Esta inequidad propicia que las personas que tienen menor acceso al agua terminen pagando más dinero, por agua de menor calidad.
Las manifestaciones de pobladores y activistas en favor de la justicia climática y el acceso universal al agua en ciudades mexicanas, son un indicio a la crisis ambiental que afecta al país. Estas manifestaciones, también son un llamado para qué el Estado tome acción, proteja el medio ambiente y garantice un acceso equitativo a los recursos hídricos.
Para abordar el desabasto de agua, es vital considerar que en un derecho humano tener -por lo menos-, 20 litros diarios por persona para garantizar las necesidades básicas. Por esto, modificar leyes, concesiones o simplemente tomar de decisiones en torno al acceso de agua, es algo que se debe dialogar y transparentar. Solo así, se puede lograr un equilibrio entre la protección del medio ambiente y el bienestar social, promoviendo un futuro sostenible y equitativo para todos.
*Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño