Un equipo de investigadores equipado con material científico y gran resistencia asciende hasta los lagos de montaña salvajes de los Pirineos, cordillera que separa Francia y España, donde detectó grandes cantidades de partículas contaminantes.
Esos lagos "son los centinelas del calentamiento global", asegura Dirk Schmeller, de 51 años.
"Llevo un tiempo yendo a la montaña, veo todos los cambios y, para validar estos cambios, necesito realizar un análisis científico", agrega, mientras ordena dispositivos de medición, pipetas y otros útiles de trabajo.
Este profesor e investigador del Instituto Nacional Politécnico de Toulouse (sur de Francia) realizó junto a su compañera Adeline Loyau un estudio que revela la presencia de 151 moléculas tóxicas en ocho lagos en altitud de los Pirineos.
El experto alemán en ecología funcional y tres miembros de su equipo realizan una serie de pruebas a más de 1.600 metros de altura sobre Aulus-les-Bains, en el fondo de un valle próximo a la frontera española.
Si los glaciares, que habrán desaparecido de esta cordillera del suroeste de Europa para 2050, son la prueba más reveladora del cambio climático, "los lagos son una fuente de vida y son muy sensibles, por lo que son un buen indicador", explica.
- La acción humana -
El investigador y su equipo visitan tres veces al año cada uno de los 28 lagos pirenaicos para realizar mediciones: evolución de la temperatura, acidez y nivel de oxígeno, así como biodiversidad presente en esta masa de agua de menos de una hectárea.
Gracias a su especialización en zoología, Schmeller examina el zooplancton, en primera línea de los cambios del ecosistema, y realiza sorprendentes pruebas con hisopos en renacuajos, con el fin de detectar enfermedades vinculadas a la degradación de la calidad del agua.
"La proporción de algas potencialmente tóxicas también ha aumentado, lo que es un efecto de los cambios globales inducidos por la acción humana, la introducción de peces, el alza de las temperaturas, la contaminación", enumera el investigador, que empezó sus trabajos sobre los Pirineos en 2007.
Entre los principales problemas figura la presencia masiva de dos moléculas tóxicas --diazinón y permetrina--, utilizadas como repelentes contra los insectos y que los excursionistas o los rebaños en el veranero llevan a estas altitudes.
Para sus análisis, el científico integra en su equipo a expertos de varias disciplinas: química, microbiología, zoología, pero también del estudio de la calidad del agua, como Pauline Benzi, que esta estudiante de doctorado considera "coherente" con la necesidad de proteger el medio ambiente.
- Alertar al público -
Mientras contempla el agua clara del estanque de Alate, a 1.868 metros de altitud, Dirk Schmeller lamenta también la presencia de DDT, un insecticida prohibido desde los años 1970, arrastrado por la lluvia.
"Se encuentra incluso en los polos Norte y Sur. Por supuesto, lo encontramos aquí", asegura el científico, para quien la crema solar, que llevan los turistas, es otro factor contaminante.
Dirk Schmeller y Adeline Loyau celebraron la buena acogida en los medios de comunicación de su estudio. Para ellos, "la salud ambiental, animal y humana están vinculadas". "Si destruimos los lagos de montaña, ¡corremos más riesgos de enfermar!".
El investigador intenta alertar de este peligro, compartiendo las bambalinas de sus investigaciones y divulgándolas para el gran público en un canal de YouTube.
"Ante el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, todo el mundo debe estar preparado a cambiar de modo de vida, nuestra forma de consumir, nuestro confort, nuestro lujo", estima.
"Para nosotros es importante sensibilizar a todos los públicos, porque no podemos continuar como hasta ahora", agrega.