El 37% de todas las especies de tiburones y rayas se encuentran amenazadas de extinción, anunció este sábado la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que además alertó del peligro que acecha al mayor lagarto del mundo, el dragón de Komodo, en Indonesia.
La sobrepesca, la degradación o desaparición de sus hábitats naturales o el cambio climático están socavando la supervivencia de tiburones y rayas, explicó la Lista Roja de la UICN, que desde 1964 cataloga y ausculta la salud de la biodiversidad del planeta.
La Lista Roja sirve de alerta para los gobiernos responsables de esa riqueza medioambiental, y de guía para las organizaciones no gubernamentales que la defienden.
El dragón o monstruo de Komodo es un saurio que puede llegar a medir 3 metros y pesar 90 kg. Apenas sobreviven unos 1.400 ejemplares en las costas de Indonesia.
Hay más de 440 especies conocidas de tiburones en los océanos y una gran parte ya se encuentran en estado crítico. Algunos ejemplares de especies han dejado de ser detectados hace años.
Otra especie de la Lista Roja, el atún, ofrece mejores perspectivas.
De las siete especies de atunes más pescadas, las reservas de cuatro aumentan.
El atún rojo pasó directamente de especie "en peligro" a "preocupación menor", una mejoría de tres categorías.
Sin embargo, la organización advierte que "numerosas reservas regionales de atún siguen siendo escasas".
"Estas evaluaciones son la prueba de que la pesca durable funciona, con beneficios enormes a largo plazo", indicó Bruce Collette, presidente del grupo especializado en atunes de la UICN.
Más especies, más peligro
La Lista Roja de la UICN actualizó también el número de especies animales y vegetales que viene pacientemente clasificando desde hace más de medio siglo.
De las 138.374 especies clasificadas del planeta están amenazadas 38.543, un 28%.
El porcentaje en América Latina es similar.
Los científicos de UICN cuentan con nueve categorías para la Lista Roja: desde las especies a salvo hasta las que están totalmente extintas.
En el Congreso Mundial de la Naturaleza de Marsella, los conservacionistas quisieron sin embargo dar señales de esperanza, con la creación de un nuevo Estatus Verde, la otra cara de la moneda, las historias de éxito para salvaguardar la biodiversidad.
Su objetivo será "medir la regeneración de las especies, algo que no se ha hecho hasta ahora" y conocer el impacto de los programas de conservación.
Como la Lista Roja, el Estatus Verde tiene nueve categorías.
"Impedir la extinción no es suficiente", explicó en rueda de prensa Molly Grace, coordinadora del grupo de trabajo de la UICN.
El Estatus Verde arranca con 181 especies evaluadas.
El cóndor californiano, por ejemplo, estaba clasificado como "en peligro crítico" desde los años 1990, pero gracias a programas de reintroducción de la especie y a una fuerte protección, ya cuenta con 93 ejemplares adultos. Sin esos esfuerzos habría desaparecido del estado salvaje, indicó la experta.
El interrogante del cambio climático
La UICN, que quiere llegar lo antes posible a la catalogación de al menos 160.000 especies, actualiza al menos dos veces al año su Lista. Y los países donde se hallan las especies más amenazadas saben que esos avisos son como "tarjetas rojas" a su política medioambiental.
"Hay mucha preocupación en el sentido de que si una especie baja un escalón, las inversiones se frenarán", reconoció Craig Hilton-Taylor, responsable de la Lista Roja.
Por eso los Estados miembros de la UICN quieren ahora que se ponga en marcha el Estatus Verde.
El trabajo de la UICN, que es una organización de científicos más que de activistas, es de largo alcance. Y su estructura, con Estados y organizaciones no gubernamentales presentes por igual, en colegios separados, muy inusual.
Las decisiones se toman por mayoría simple en cada colegio, lo que significa que debe haber consenso para aprobar una recomendación.
De América Latina solamente seis países tienen representación como tales: Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México, Panamá y Perú. Pero muchos otros tienen presencia a través de agencias oficiales del medio ambiente.
Y desde el viernes, también mediante las organizaciones indígenas, que pasan a tener voz y voto en el Congreso. De la veintena de organizaciones de pueblos autóctonos, una quincena provienen de América Latina y el Caribe.