Las cenizas se escurren por el tamiz a un recipiente donde se prepara la tinta. Los trazos con esos restos de naturaleza de la Amazonía y el Pantanal dan forma a un brigadista en la pared de un edificio del centro de Sao Paulo.
Mundano, un artista local que liga sus obras a causas sociales, recolectó más de 200 kilos de cenizas de incendios forestales en Brasil y las convirtió en materia prima de un mural de 1.000 m2, cuya inauguración está prevista para este martes al margen de una transitada avenida paulista.
"La idea surge de la impotencia. Hemos estado viendo por décadas cómo se quema la selva, y en los últimos años ha alcanzado récords", dice a la AFP el "artivista" de 36 años, cuyo nombre artístico hace referencia al compromiso de su arte con un activismo "terrenal".
Enfocado en "crear desde las cenizas para generar una transformación", y a la vez valorizar el trabajo de los brigadistas, Mundano recorrió 10.000 km juntando restos de la destrucción para denunciarla en esa pared.
También hizo arte en un edificio cercano a inicios de 2020 con el barro tóxico que arrasó Brumadinho, un año después de la ruptura de un dique que causó la muerte de 270 personas.
Ahora con cenizas, busca "acercar aquello que está lejos de la ciudad y generar empatía", dice Mundano, que anduvo por cuatro biomas brasileños: Amazonía, Pantanal, Cerrado y Mata Atlántica.
"Solo cuando [el problema] llega cerca impacta", asegura.
Él mismo lo experimentó entre junio y julio pasados, cuando sintió el calor del fuego, el cansancio de los que combaten las llamas y el dolor de ver árboles y animales reducirse a polvo.
Ese residuo de un "crimen climático" se esparce en lo alto del muro y en las latas etiquetadas al pie. La paleta de grises, que varía según el origen de las cenizas y el agua que diluye la mezcla con barniz, contrasta con los colores vivos de otros murales de Sao Paulo.
Pero su arte, dice Mundano, no busca embellecer, "sino provocar a las personas a generar cambios internos".
"La ciudad es gris, el asfalto, la polución, y nosotros nos estamos volviendo grises", reflexiona.
- Homenaje y denuncia -
Grafitero en su adolescencia, el artista se hizo conocido en 2012 por su iniciativa de imprimir arte sobre carros de recolectores de materiales reciclables, para valorizar su trabajo en el entorno hostil de la urbe.
La iniciativa actual combina igualmente reconocimiento y protesta.
La responsabilidad de esta crisis ambiental, asegura Mundano, corresponde tanto a los sucesivos gobiernos "negligentes" ante la preservación del medio ambiente como a quienes deforestan y encienden fuegos para extender el agronegocio.
Bajo la presidencia de Jair Bolsonaro desde 2019, la Amazonía brasileña, clave en el equilibrio climático global, perdió una media de 10.000 km2 por año, contra 6.500 km2 la década anterior.
Además, los incendios, la mayoría de los cuales son consecuencia de la deforestación, se mantuvieron en niveles muy alarmantes.
"El gobierno está promoviendo un desmonte ambiental y atropellando derechos básicos de poblaciones vulnerables", dice Mundano, en alusión a los proyectos del gobierno de Bolsonaro para permitir actividades extractivas en tierras ancestrales.
El Pantanal, el mayor humedal del planeta, perdió 261.800 hectáreas por el fuego este año hasta agosto, superando la media histórica, según el Laboratorio de Aplicaciones de Satélites Ambientales (Lasa) de la Universidad Federal do Rio de Janeiro.
- Relectura -
"El brigadista de la selva", como se titula el mural, es una relectura de "El labrador de café", una obra del artista plástico brasileño Candido Portinari (1903-1962).
Como la icónica pintura de 1934, el mural exalta la figura del trabajador sobre un paisaje de deforestación y avance del agronegocio, pero con elementos del presente.
Fiel a la original, Mundano destaca en su homenaje a un personaje real, un hombre negro. En su caso, se trata de Vinicius Curva de Vento, un brigadista voluntario que conoció en el Cerrado. Junto a su bota yace el esqueleto de un yacaré.
El mural es parte del proyecto Cenizas de la selva, apoyado entre otros por WWF, Greenpeace Brasil y el gobierno municipal, que incluye un documental.