Maya y Rakan soñaban con una boda de ensueño en el Vaticano, pero el nuevo coronavirus les obligó a conformarse con una pequeña ceremonia en una iglesia del Líbano, y con menos de diez invitados.
La primavera abre la temporada de casamientos en Líbano, a menudo extravagantes, pero este año el coronavirus ha golpeado a la próspera industria de eventos y a los organizadores de bodas (los 'wedding planners'), algunos de los cuales incluso ofrecen sus servicios en las ricas monarquías del Golfo.
Un golpe duro para un sector que ya sufría los efectos de la crisis económica.
Maya Khadra se resignó a una ceremonia en una "iglesia vacía" en el pequeño pueblo de Shemlan, al sur de Beirut.
En la iglesia de Nuestra Señora del Socorro, la pareja celebró su unión bajo la lluvia, en presencia de unos cuantos familiares.
"El coronavirus ha puesto todo patas arriba, incluso nuestra boda", lamenta la novia de 26 años, de grandes ojos verdes, con una corona de rosas blancas en la cabeza.
"El Vaticano llamó para decirnos que todas las bodas quedaban anuladas durante nueve meses".
Ella y su prometido Rakan Ghosein podían haber decidido esperar pero prefirieron un enlace discreto en su país.
"Nadie sabe cuándo terminará el coronavirus, y además posponerlo era una pérdida de tiempo", explica esta periodista.
- "Una boda a crédito" -
En el interior de la iglesia, la hermana de Maya encadena las videollamadas por WhatsApp. Los amigos quieren felicitar a los recién casados. Su ausencia es "lo más difícil", asegura la novia.
En el patio, el padre del novio está insatisfecho. Le hubiera gustado invitar a "miles de personas", como dice haber hecho con sus otros seis hijos.
Después de la ceremonia ni siquiera celebraron un almuerzo familiar. Cada uno se fue a su casa. Lo impone el confinamiento.
Líbano, con 725 casos oficiales, 24 de ellos mortales, extrema las precauciones: cierres de aeropuertos y restaurantes, toque de queda nocturno y prohibición de reuniones en lugares de culto.
Y aunque está previsto un plan de desconfinamiento en cinco fases, las concentraciones siguen prohibidas. Para gran disgusto de las parejas que tienen que renunciar a las grandes celebraciones.
En Líbano el costo de las bodas puede ascender a cientos de miles de dólares: la fiesta, animada por disyóqueys o fuegos artificiales e inmortalizada por fotógrafos y hasta drones, está acompañada de ágapes gigantescos.
Precios exorbitados que han llevado a los bancos a proponer créditos.
Un negocio lucrativo, especialmente con los miles de jóvenes expatriados, a veces en los países del Golfo, que optan por celebrar la fiesta en su país natal.
Chanel Fayad y su prometido aplazaron la boda unas semanas. Antes de la crisis, habían planeado una cena en un restaurante con sus amigos.
Pero "solo vamos a tener una breve ceremonia", declara a la AFP, por teléfono, la profesora de 29 años.
Ella cree que la situación no mejorará después de la pandemia, porque el país está sumido en su peor crisis económica desde la guerra civil (1975-1990). "Vamos hacia algo mucho peor, económicamente hablando".
- "Más fuerte que el coronavirus" -
La industria de las bodas genera millones de dólares al año, según los profesionales del sector, y emplea a miles de personas, si se incluye el catering, el alojamiento o los arreglos florales.
Pamela Mansur Mhanna, copropietaria de la agencia de eventos Mine, reconoce que la situación es desastrosa.
"Más del 75% de nuestros eventos han sido cancelados", lamenta. Estima que la pandemia y la crisis económica representan un "doble desafío".
En el futuro, ella quiere centrarse en sus "actividades en el extranjero", tras haber fundado una filial en Riad hace unos meses.
A corto plazo, en Líbano, espera un aligeramiento de las restricciones.
El sacerdote Hanna Khadra, quien celebró la unión de Maya y Rakan, es partidario de que no se anulen ni aplacen las bodas.
"El amor es más fuerte que el coronavirus o la muerte", dice con una sonrisa. "El amor no se puede aplazar".