Bangkok, Tailandia | AFP.- El taxista Sopee Silpakit repite siempre el mismo ritual: toma entre sus manos los amuletos y la cadena, reza y luego se cuelga los medallones al cuello, antes de ponerse al volante de su coche en Bangkok.
Este breve ritual le proporciona la tranquilidad necesaria para conducir su taxi en tiempos de covid-19.
Con 65 años, transportar a decenas de clientes en su vehículo lo expone al virus más que en otras profesiones. Y más en estos momentos, en los que la capital tailandesa se ha convertido en el epicentro de una tercera oleada de la enfermedad en el país.
"Rezo todos los días con estos amuletos: 'No dejen que el virus se me acerque'", explica a la AFP. "Creo que tienen el don de protegerme del virus y de mantenerme en buen estado de salud".
Tailandia, de mayoría budista, tiene una cultura profundamente supersticiosa. Una gran parte de la población cree que la buena suerte viene de estos objetos sagrados.
Los más populares son los amuletos, y hacen furor en todos los niveles sociales, desde los taxistas hasta los empresarios.
Pueden ser simples, como un pequeña estatuilla de Buda, o más elaborados, con motivos esculpidos y protegidos por una recubrimiento de plástico.
Pegados en línea junto a su volante o colgando del retrovisor, Sopee tiene más de cien objetos sagrados en el coche. Es una protección espiritual extrema que le da "confianza" para enfrentarse al virus.
"Poco importa el precio de todos estos amuletos en mi taxi", explica a la AFP, mientras circula por las callejuelas del centro de Bangkok. "Lo importante es el valor que tienen para mí".
Estos amuletos son tan populares que en Bangkok hay un mercado dedicado a ellos en el centro histórico. Los que están bendecidos por religiosos son carísimos.
"Los más caros que tengo valen entre 10.000 y 20.000 bahts (de 320 a 640 dólares)", comenta Wasan Sukjit, un taxista de 43 años que dice que algunos de estos amuletos poco comunes fueron regalos.
En el techo de su vehículo ha colocado un pañuelo con la imagen de un monje budista.
El taxista admite que esta decoración también "contribuye a atraer a clientes", que buscan cierta serenidad frente al virus con estos amuletos.
"Pero, por supuesto, la protección real y física sigue siendo la mascarilla y el gel" para las manos, remata.
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