Uno de los "efectos colaterales" del distanciamiento social y el confinamiento domiciliario que mantienen millones de personas en todo el mundo debido a la pandemia, son las numerosas cancelaciones de eventos en un sinfín de ámbitos.
Es el caso de muchísimas parejas que se han visto obligadas a cancelar la celebración de su boda y se preguntan: ¿qué porcentaje del dinero que he gastado para pagar y reservar trajes, salones, fincas, catering, restaurantes o nuestro viaje de luna de miel, podré recuperar si efectúo una reclamación legal?.
Es una de las situaciones en las que las nuevas tecnologías y la ‘Abogacía Virtual’ contribuyen a defender los derechos de estas personas ante las empresas de modo sencillo y transparente, según la plataforma de servicios legales ‘en línea’ Reclamador (www.reclamador.es), que ha resuelto más de 80.000 casos, cobrando por sus servicios, solo si se gana el caso, y con una tasa de éxito, según indican, de un 98 %.
“En el sistema administrativo judicial todo es complejo y los procesos son largos. La mayoría no reclama ante una compañía por desconocimiento o falta de esperanza en que pueda tener una resolución satisfactoria. Ante esta realidad, me pregunté “¿Y si unimos las ventajas de la rapidez y la facilidad del mundo “online” para hacer que una reclamación sea algo sencillo?. Así surgió Reclamador”, señala su director ejecutivo, Pablo Rabanal.
El último informe de PwC (www.pwc.co.uk/) sobre el sector de la abogacía concluye que el 80 % de los principales despachos de abogados considera que las nuevas tecnologías son el factor clave para poder crecer en los próximos años, según informan los expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
Apuntan que esto coincide con el informe 2019 “The Future Ready Lawyer”, de Wolters Kluwer, según el cual los profesionales de los despachos de EEUU y Europa creen que las innovaciones digitales aportarán una gran ventaja competitiva.
“Adaptarse al nuevo entorno tecnológico es, en la actualidad, imprescindible para los despachos que quieran sobrevivir en la era digital. Además, esta adaptación traerá consigo beneficios”, explica Jordi Estalella, consultor y profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC (www.uoc.edu).
CUANDO NUESTRO ABOGADO ES UN ‘CHATBOT’
Este experto destaca que “solo con la implantación de sistemas de automatización como los ‘chatbots’, una práctica que ya han puesto en marcha despachos de abogados por medio de sus webs, se obtienen numerosas ventajas”.
“Se automatiza parte de las respuestas más frecuentes, lo que redunda en un aumento de la rentabilidad interna. Por otro lado, se amplía el horario de atención al cliente y, además, el sistema agiliza la velocidad de las respuestas, de forma que aumenta la satisfacción del cliente”, señala Estalella.
Otra consecuencia positiva de la implantación de herramientas digitales en los bufetes jurídicos, es “el aumento de la eficiencia y la productividad, especialmente en los despachos cuyo negocio está en el volumen de clientes o asuntos que gestionan, que pueden beneficiarse más del uso intensivo de la tecnología para rebajar el coste unitario de cada servicio”, según Estalella.
“En cuanto al despacho profesional con pocos clientes o asuntos, normalmente más complejos, también puede obtener ventajas de las nuevas tecnologías, si identifica los procesos o tareas rutinarias, de poco valor agregado para el cliente y los automatiza”, asegura.
Por su parte, Blanca Torrubia, profesora agregada de Derecho mercantil y directora del Máster en Abogacia de la UOC, destacad el papel de “la inteligencia artificial o IA, como elemento clave para el desarrollo de la abogacía virtual”.
Esta tecnología “no solo mejora la gestión y difusión de la actividad profesional, sino que dota al abogado de recursos de gran utilidad para ampliar su ámbito de actuación e incrementa la eficiencia”, explica Torrubia a Efe.
Señala que la determinación de los sistemas digitales “clave” para este desarrollo se deben elegir atendiendo a factores como el ámbito o ámbitos jurídicos a los que se dedica (civil, mercantil, laboral), el número de abogados que integran el despacho, su capacidad económica, el tipo de cliente que recurre a sus servicios y los sistemas tecnológicos con los que se cuenta.
“Existen sistemas, muchos de ellos gratuitos y de fácil manejo, que son esenciales para la gestión y promoción de la actividad del abogado, como las herramientas de gestión de despachos, las redes sociales, y el diseño y mantenimiento de página web”, según Torrubia.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LOS BUFETES
Apunta que estos sistemas básicos son “muy útiles para quienes comienzan el ejercicio de la profesión, aunque hay otros más sofisticados, adaptables a las necesidades concretas de los despachos, que ofrecen las empresas especializadas en tecnología legal y cuyos precios varían en función de las prestaciones que incluyan”.
Entre éstos últimos Torrubia destaca los sistemas automatizados de revisión de contratos, y los sistemas de preparación del primer borrador de una demanda o una contestación.
Explica que los sistemas de revisión de contratos, comparan los contratos con modelos predefinidos y “permiten detectar cláusulas no coincidentes, inexistentes, adicionales y determinar el grado de divergencia entre ellas”.
“También detectan y controlan la variación de importes económicos, según franjas predefinidas en precios o garantías; clasifican los contratos y las cláusulas según tipos determinados, importes o fechas; y crean informes automatizados con estos parámetros, entre otras opciones”, según la profesora de la UOC.
Por su parte, los sistemas de preparación del primer borrador, que en muchas ocasiones están integrados en los sistemas de gestión de expedientes, “organizan los escritos forenses sobre la base de algoritmos lógicos de resolución determinados, en función de las resoluciones judiciales dictadas”, indica.
“Estas tecnologías de inteligencia artificial, que no eliminan la necesidad de la presencia y supervisión del abogado, ofrecen importantes ventajas, tanto para el despacho, como para el cliente”, según Torrubia.
También destaca que estos sistemas de IA, “controlan los errores, disminuyéndolos, y reducen el número de horas dedicadas a cada expediente, por ejemplo en los procesos de revisión contractual y también en los de “due dilligence” o investigación y comprobaciones, que se hacen sobre una persona o empresa previamente a la firma de un contrato, con la consiguiente reducción de tiempo y costes para el bufete”.
“La inteligencia artificial es útil para múltiples tareas: la automatización documental, la gestión y clasificación de grandes cantidades de datos y la mejora de la atención a los clientes”, concluye por su parte Estalella.
