Los gatos son sumamente apreciados en países asiáticos y su figura de esta unida al budismo, es por ello, que resulta muy común ver a los gatos dormitando en los santuarios o en el regazo de las múltiples figuras de Buda que adornan los jardines y los templos. La psicóloga Valeria Sabater dice que antiguamente si alguien mataba a un gato, lo pagaba con su propia vida, pero en la Edad Media esto cambió porque era considerado un sirviente del diablo. Siglos después, Luis XIII de Francia detuvo el exterminio de mininos, lo que permitió que se desarrollaran en el Viejo Continente.
Sabater indica que los gatos son protectores mágicos y guardianes espirituales y asegura que muchas de las cosas que realizan pueden advertir algo.
Si maúlla, no quiere decir que sólo busca captar atención, sino que está advirtiendo que una zona de la vivienda está plagada de energía negativa.
Incluso cuando se toma una siesta o se duerme, estos animales no dejan de proteger a sus amos. Ellos son acompañantes del viaje astral en el momento en que se sueña convirtiéndose en guardianes protectores, alejando a los espíritus que ponen en peligro el regreso al mundo físico.
La psicóloga indica que pueden ayudar a sus dueños a sanar su depresión, nerviosismo o tristeza. Incluso, si infringe en tu vida amorosa, "pues posiblemente está buscando enseñarte a amar".