Paola Gutiérrez ya está lista para el estreno de la nueva película de Barbie, ha confeccionado un atuendo especial en color rosa que también ha elaborado en miniatura para su famosa acompañante.
Ella es coleccionista desde hace 30 años, dice que su afición comenzó desde muy pequeña; jugar con su muñeca y construir escenarios mágicos era la manera en que lograba escapar de la dura realidad que se vivía en su casa.
“Vengo de una familia disfuncional, y Barbie se volvió mi lugar seguro, yo me refugiaba completamente en ella. Yo creo que de ahí nació mi gusto”, cuenta.
A los 15 años consiguió su primer trabajo como empacadora en un supermercado, y desde entonces comenzó a destinar una parte de su salario para la compra de Barbies.
“Éramos de escasos recursos, así que mi familia no me las podía comprar. Entonces cuando yo empecé a trabajar, decía: `esto es para mis gastos y esto es para Barbie´. Y de ahí empecé a escalar”, recuerda.
Su pasión se hizo tan grande que más adelante, cuando se casó, logró contagiar a su suegra, Esther Castro, de su amor por la muñeca; ahora son cómplices y responsables de una colección de cerca de mil piezas.
Sueñan con exponerlas algún día, e incluso en crear un museo donde puedan exhibirlas y resguardarlas porque “ya no caben en mi casa… tendría que rentar otra para sacarlas de sus cajas”, dice Esther medio en broma, medio en serio.
Si bien su colección es extensa, aclaran que no todas son selectas. Paola explica que después de tener una gran cantidad, ahora solo cuenta con 30; pero se trata de piezas importantes.
“Muchos coleccionistas vamos evolucionando, adquirimos primero las de la nostalgia, de cuando éramos chiquitos (…) y luego nos vamos por las de colección. Barbie se divide generalmente en dos áreas, Playline, que es la Barbie para las niñas, y la línea Collector, que está enfocada ya al público adulto, son muñecas de edición especial, con más trabajo”, asegura.
“Yo llegué a un tope de 200 muñecas, pero luego empecé a vender. Decía: `bueno, vendo cuatro y me compro una más cara´. Así que ahorita mi colección está reducida a 30 muñecas, pero la mayoría van de ochocientos pesos hasta cuatro mil”.
En el caso de Esther, la mayoría de sus Barbies son comerciales; aunque, destaca que ella misma les ha confeccionado sus vestidos con ayuda de su nuera.
Juntas han creado líneas especiales de estilo roquero, mexicano, hawaiano, africano, navideño, español… incluso para momentos especiales de la familia como bodas y primeras comuniones.
“Tengo muñecas caras, pero son más las que son normales, esas con las que juegan las niñas (…) Con ellas decidimos crear nuestras propias líneas de colección, sus vestidos los hacemos nosotras”, asiente Esther.
Aunque muchas de sus Barbies aún permanecen en sus cajas intactas, tienen otras fuera de estas con las que conviven diariamente; las bañan, les cambian la ropa, las colocan en distintos puntos de la casa e incluso, las llevan consigo de vacaciones.
“Siempre que podemos, y tenemos la oportunidad de irnos de vacaciones, yo llevo mis muñecas. Me las echo a la bolsa y ¡vámonos!, sobre todo a Summer, que es mi favorita, yo le puse Elena. A veces le digo: ¡Elena, vámonos!, y me la llevo. Y es por puro gusto, me regresa a aquellos años cuando era niña”, asiente Esther.
En la colección de ambas figuran muñecas de diferentes años que permiten ver cómo ha cambiado el concepto, el cuerpo y la estética de Barbie, además de los materiales de fabricación.
Resaltan piezas de las series Mujeres que inspiran, en la que incluyen a Frida Kahlo; Felices Fiestas, Deseos de Ballet y de algunas de películas como Crepúsculo y la Liga de la Justicia.
También cuentan con la Barbie Novia de 1990 y la que recuerda a Liz Taylor. Otra de las Barbies muestra las facciones de la primera que salió al mercado en 1959, ya que su cabeza fue hecha con el mismo molde, y una inspirada en el Día de Muertos.
Asimismo destaca una muñeca en silla de ruedas, que guardan con cariño en su colección porque aseveran, Barbie siempre se ha sido una muñeca incluyente que se adapta a la época en la que se encuentra; así que no será extraño encontrar en el mercado–aunque no tan fácil– Barbies con vitíligo, síndrome de Down, con alguna prótesis y otras medidas corporales.
Más que una muñeca
Ambas coinciden en que en la época de los 50, Barbie llegó a revolucionar no solo la manera de jugar, sino las aspiraciones de muchas niñas a quienes sus padres solo se les regalaban bebés para que soñaran y se divirtieran con el rol de madres.
“Cuando Barbie nació, que fue en el 59, las niñas jugaban con muñecas bebés solamente, y las niñas mismas estaban buscando muñecas adultas para vestir, para cambiar, para jugar a los roles de la vida, como los conocemos ahora con Barbie. A jugar a que eras una maestra, que atendías una tienda, que eras estilista... y Barbie fue pionera y precursora de todo eso (…) Le ha costado, ha tenido polémicas sí, pero al ser la primera, echando a perder se aprende”, asiente Paola.
Esther recuerda que en su época las Barbies eran mucho más costosas que ahora y solo se conseguían en Estados Unidos; las familias que sí podían comprarla, a veces no estaban muy contentas con la idea porque esta muñeca mostraba otras aspiraciones de vida a las niñas. “Barbie asustaba a los padres, era una época en que la mujer solo era vista para el matrimonio, para los hijos y no para andar de astronauta ni de electricista o futbolista, no era nada para eso. Hubo un tiempo en que dijeron que Ken era el principal y Barbie como su asistente, quisieron jugar ese rol, pero realmente la Barbie nació solita. Ella nació de una muñequita alemana y de ahí compraron los derechos y la estilizaron, la hicieron un poco más adaptada a los americanos y de ahí se fue para arriba”.
Otra de las polémicas que recuerdan entre risas, es la que causó la Barbie embarazada en los años 90.
“Hubo dos ediciones, la primera edición fue en los 90 y era la Barbie rubia que conocemos. Se le podía abrir la panza y sacar al bebé, pero no fue muy bien aceptada, porque en ese tiempo Barbie era soltera entonces que la muñeca saliera embarazada siendo soltera era un golpe muy duro para la comunidad de padres del mundo y la sacaron del mercado, se manifestaron; después volvió a salir la edición, pero ahora se trataba de la amiga de Barbie, estaba embarazada y hasta traía su argolla matrimonial dibujada”, detalla Paola.
Dicen que todos estos cambios históricos también les gustaría mostrar en la exposición con la que sueñan, así como visibilizar que Barbie ha inspirado a muchas niñas a seguir sus sueños.
En el caso de ellas, asevera que las ha vinculado con comunidades de aficionados de Querétaro y el país; pero lo más importante: “Barbie vino a reforzar el vínculo que tenemos entre nosotras”.
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Su familia las apoya en esta pasión, e incluso, ya hay quien empieza a seguir sus pasos. Airam Mariel, de 12 años, ya cuenta con su propia colección también, y dice sentirse inspirada por la labor de su tía y abuela.
“Barbie es una pieza esencial en mi vida. Me provoca esa sensación de felicidad y tranquilidad al saber que tengo una muñeca que a veces me puede escuchar en momentos difíciles y siempre está conmigo (…) Barbie ha sido una de las figuras que me han guiado a seguir mis sueños”, dice la pequeña con una sonrisa.