La epidemia de Covid-19 dibujó una nueva realidad. De repente se cerraron los lugares de trabajo, los restaurantes, los cines y todo nuestro mundo se redujo a nuestra propia casa. Ya han pasado varias semanas y algunas personas consideran que su hogar es el único lugar seguro y, por lo tanto, prefieren no tener que salir a la calle, aunque las autoridades permitan hacerlo. Esto se conoce como el síndrome de la cabaña. No se trata de una patología como tal sino de un estado anímico, mental y emocional que se ha estudiado en personas que, tras pasar un tiempo de reclusión forzosa, han experimentado dificultades para volver a su situación previa al confinamiento.
Carmen Martini, médico de empresa, explica que antes de la pandemia de Covid-19, esta situación afectaba a personas que habían estado en prisión durante años, que habían sido víctimas de un secuestro o incluso a algunos enfermos que habían estado ingresados en un hospital durante mucho tiempo.
En la actualidad, cuando las medidas de confinamiento comienzan a relajarse, el síndrome de la cabaña aflora, pues hay personas que viven la vuelta a la calle con angustia e inseguridad. La doctora Martini recalca que el síndrome de la cabaña implica un cúmulo de sensaciones negativas, incluso fobia a salir a la calle, que pueden condicionar muy seriamente la vuelta a la normalidad de quienes lo experimentan.
La especialista afirma que uno de los factores que puede estar en el origen de este padecimiento es la sobreexposición a la información sobre el virus y sus consecuencias. En este sentido, aconseja encontrar un equilibrio entre la información positiva y la negativa, para que esta última no alimente la ansiedad. Según indica, aquí es fundamental la resiliencia y la fortaleza mental de cada uno.
Por su parte, María José Collado, doctora en psicología y codirectora del Centro Cuarto de Contadores, ubicado en la localidad madrileña de Leganés, afirma que es normal que nos pase factura la adaptación a una situación nueva en la que sentimos que nuestra vida y la quienes nos importan está en riesgo. “A muchas personas les está costando mucho volver a salir a la calle: ¿y si me cruzo con alguien y me contagio? ¿y si toco aquí o allí? Y la respuesta, en ocasiones, será una catástrofe detrás de cada ¿y si…? Es importante que seamos realistas sobre el riesgo que corremos al salir a la calle, ni minimizarlo como si fuese imposible contagiarse ni magnificarlo como si irremediablemente nos vamos a contagiar por salir”, subraya.
“Con una adecuada higiene y manteniendo la distancia de seguridad con otras personas es muy poco probable que podamos contagiarnos. Por lo tanto, es fundamental ser prudentes, pero también realistas”, recalca. En este sentido, la psicóloga afirma que, en realidad, tenemos bastante control sobre la amenaza pues el riesgo de contagio depende, en gran medida, de nuestra higiene y de la protección que llevemos.
La doctora Collado destaca que es importante que cada persona “se ponga sus tiempos y vaya dando sus propios pasos sin sentirse forzada, con seguridad”. De igual modo, la doctora Martini manifiesta que no debemos forzar el cambio, pues este debe ser gradual.
Tony Crespo, psicólogo de la Unidad de Psiquiatría del Hospital La Salud de Valencia (este de España), también incide en la necesidad de enfrentarse a este reto de manera paulatina. El especialista explica que cuando las personas se exponen a situaciones que no son de su agrado o que les producen temor, como puede ser volver a salir a la calle tras el confinamiento y hacer vida rutinaria, la única forma de vencer ese miedo será de forma escalonada.
“La única manera de superarlo será poco a poco, es decir, con una desensibilización sistemática. Los psicólogos utilizamos esto en psicoterapia para lograr reducir la ansiedad y los miedos fóbicos del paciente, acercándolo poco a poco a ese temor”, comenta.
La doctora Martini señala que hay que considerar que el mensaje recibido hasta ahora ha sido que el peligro está fuera y que debemos permanecer confinados en casa. Esto incrementa la incertidumbre a la hora de salir a la calle e ir volviendo a la normalidad. Además, cuando salgamos, debemos mantener la distancia social, por lo que no podremos recuperar por completo nuestras antiguas costumbres.
El trabajo, el ocio y las relaciones sociales no serán exactamente como antes de la pandemia y tendremos que incorporar a nuestro día a día algunos de los hábitos adquiridos en las últimas semanas. La doctora Martini señala que acatar las normas de sanidad recomendadas como el lavado de manos o el uso de mascarillas nos proporcionará seguridad y hará que nos resulte más fácil enfrentar el peligro.
Así, Fernando Chacón, decano del Colegio Oficial de la Psicología e Madrid, recuerda que “la capacidad de adaptación del ser humano es enorme. Hemos llegado donde hemos llegado como especie porque nos hemos adaptado a circunstancias muy excepcionales y también nos vamos a adaptar a esto”.