Una de las enfermedades que estaba relacionada con la vejez era el Alzheimer, sin embargo estudios han revelado, que personas jóvenes de entre 18 y 65 años diagnosticadas con estrés crónico y depresión tienen más probabilidades que otras personas de ser diagnosticadas de deterioro cognitivo leve o Alzheimer.
Investigadores del Instituto Karolinska (Suecia), presentaron un estudio entre los años 2012 y 2013, identificaron a 44.447 personas con diagnóstico de estrés crónico y/o depresión y las siguieron durante ocho años para ver a cuántas de ellas se les diagnosticó posteriormente deterioro cognitivo leve o enfermedad de Alzheimer. Una comparación con todos los demás de 1.362.548 individuos de la franja de edad de 18 a 65 años, mostró que más personas con estrés crónico o depresión también habían sido diagnosticadas de deterioro cognitivo leve o enfermedad de Alzheimer.
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EL ESTRÉS UNA ENFERMEDAD SILENCIOSA
Los síntomas del estrés suelen desaparecer cuando el peligro o el factor causante disminuyen en intensidad, sin embargo muchas personas experimentan de forma reiterada, los efectos de tener una vida de sobresaltos y ansiedad.
El psiquiatra Alfredo Jiménez indica que si las situaciones que causan estrés se prolongan con el tiempo, o son demasiado variadas, el estrés puede volverse un problema crónico y afectar de modo severo a la salud, tanto física como emocional.
Según el artículo “Enfermedad de Alzheimer y depresión”, el estrés y la depresión, mantienen una relación compleja que puede incluso ser causa de falsas alarmas. Aun así, si la depresión derivada del estrés se manifiesta juntamente con otras señales de alerta como olvidos recurrentes o desorientación, ante tales factores lo más recomendable acudir a un especialista para descartar la posible demencia u obtener un diagnóstico precoz.
Un estudio publicado en “Frontiers in Psychology”, ha demostrado que la ansiedad altera el rendimiento cognitivo y la memoria. Su relación funciona como un ciclo, el deterioro cognitivo provoca un aumento en la ansiedad lo que provoca aún más deterioro y así sucesivamente. Cuanto mayor es la ansiedad, más perturbación provoca y se comienzan a olvidar cosas que parecieran cotidianas.
Los efectos del estrés en la memoria son muy negativos, especialmente con el tipo de memoria que tiene como función ubicar y relacionar los objetos en el espacio. Es la conocida memoria espacial. El hecho de olvidarse las llaves del coche o no recordar dónde hemos colocado algún objeto a pesar de que era algo que teníamos en mente a corto plazo son algunos de los efectos del estrés. No somos capaces en esos momentos de relacionar el objeto con el espacio que ocupa.
Ambas cosas, según los especialistas, están estrechamente ligadas con un estrés permanente relacionado con el trabajo o por un problema personal directamente reduce la capacidad de la memoria. Pero un estrés agudo, reactivo ante un hecho puntual mejora el proceso de aprendizaje del cerebro y la memoria porque se almacena en la zona del cerebro destinada a la ‘supervivencia’.
La alteración en la memoria producida por el estrés obedece a la hormona de la que ya hemos hablado en anteriores ocasiones, el cortisol conocida también como la ‘hormona del estrés’. De hecho el cortisol modifica la estructura del cerebro, así que como se puede comprobar los efectos de la tensión son reales en nuestra memoria
El riesgo a desarrollar Alzheimer o demencia vascular parece aumentar con varias de las afecciones que dañan el corazón y los vasos sanguíneos. Estas incluyen las cardiopatías, diabetes, accidentes cerebrovasculares, presión arterial elevada y colesterol elevado.
LO QUE SE DEBE DE SABER
Aunque se requieren más estudios para poder frenar el estrés y que este derive en la enfermedad de Alzheimer, existen algunos más recomendaciones que los expertos mencionan para favorecen la buena salud del cerebro en general:
Evitar fumar.
Controlar los factores de riesgo cardiovascular, incluida la presión arterial alta, el colesterol alto y la diabetes.
Seguir una alimentación equilibrada, como la dieta mediterránea, que incluye gran cantidad de verduras, frutas y proteína magra, especialmente fuentes proteicas que contengan ácidos grasos omega-3.
Realizar actividades físicas y mantenerse socialmente activo, lo cual incluye realizar ejercicio aeróbico.
Mantener un peso saludable.
Cuidar la salud mental.
Usar habilidades de pensamiento (cognitivas), como las habilidades de memoria.
Evitar las lesiones en la cabeza.
Tratar la pérdida auditiva.
Limitar el consumo de bebidas alcohólicas.
ALZHEIMER PRECOZ
Aunque este tipo de enfermedad se da en personas adultos mayores, hoy en día la edad va disminuyendo y hay registros de personas de 30 años que comienzan a tener un tipo de demencia, según el sitio Clínica Mayo, si se presentan estos síntomas es momento de acudir de inmediato con un médico especialista en neurología.
Los síntomas de la demencia varían en función de la causa. Los síntomas comunes incluyen los siguientes:
Cambios cognitivos
Pérdida de la memoria, que generalmente nota otra persona.
Dificultades para comunicarse o encontrar las palabras.
Dificultad con las habilidades visuales y espaciales, como perderse mientras se conduce.
Problemas para razonar o resolver problemas.
Dificultad para realizar tareas complejas.
Dificultad para planificar y organizarse.
Mala coordinación y control de los movimientos.
Confusión y desorientación.
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Cambios psicológicos
Cambios en la personalidad.
Depresión.
Ansiedad.
Agitación.
Comportamiento inapropiado.
Desconfianza, lo que se conoce como paranoia.
Ver cosas que no son reales, lo que se conoce como alucinaciones.