Estados Unidos anunció una autorización de emergencia para utilizar plasma de pacientes recuperados de Covid-19 para tratar la enfermedad, que ya deja más de 800 mil muertos en el mundo.
Muchos gobiernos están renovando esfuerzos, incluso con nuevos confinamientos, para contener la propagación del coronavirus, que contagió a más de 23 millones de personas en el orbe.
Estados Unidos sigue siendo el país más golpeado en términos absolutos, con más de 176.000 muertos, y el gobierno de Donald Trump se encuentra bajo una enorme presión para aplanar la curva de contagios.
El tratamiento con plasma muestra "una increíble tasa de éxito" y "salvará incontables vidas", clamó Trump el domingo, bastante más exultante que sus propios funcionarios de la salud, que se mostraron mucho más cautos.
Se cree que el plasma contiene poderosos anticuerpos que pueden ayudar a combatir más rápidamente a el Covid-19, y ya ha sido utilizado en pacientes en Estados Unidos y en otros países.
Pero los expertos aún discuten su eficacia y algunos advierten que podría producir efectos secundarios.
Nuevas medidas
Los esfuerzos por desarrollar tratamientos efectivos o una vacuna se multiplican en el mundo, pero hasta que eso ocurra, el distanciamiento social sigue siendo una de las armas más efectivas contra el virus.
América Latina, que con casi 260.000 muertos y más de 6,7 millones de contagios es la región más afectada, vivió el fin de semana la tragedia de la muerte de 13 personas asfixiadas en una estampida en Perú cuando la policía allanó una discoteca en Lima donde 120 personas participaban en una fiesta que estaba prohibida por la pandemia.
Paraguay, que anunció la reanudación de los vuelos entre Asunción y Montevideo, impuso en tanto nuevas medidas en su capital que incluyen toque de queda, barbijo obligatorio en lugares cerrados y limitación de actividades en espacios abiertos, ante una disparada de casos.
Esas medidas, a las que hay que sumar cierres de playas, discotecas y prohibición de reuniones masivas entre muchas otras, se suceden en todo el mundo.
En Europa, los retornos de vacaciones de verano son fuente de contagio en países como Italia, España, Francia y Alemania, en momentos en que se prepara en la región el inicio del nuevo año escolar.
En ese marco, se debió endurecer las medidas, con nuevas restricciones fronterizas, ante nuevos brotes.
Los estrictos controles fronterizos entraron en vigor en Finlandia, que permite el ingreso de personas de apenas un puñado de países.
Noruega ya había endurecido los controles en la frontera el sábado, mientras que Corea del Sur reimpuso medidas de distanciamiento para combatir el último rebrote.
Indonesia, por su parte, prohibió la llegada de turistas extranjeros a Bali por lo que resta de 2020, echando por tierra los planes de reabrir la isla el mes próximo.
Y Nueva Zelanda, país reconocido por su hábil manejo de la pamndemia, extendió el lunes el confinamiento en Aukland, en su afán para controlar un persistente foco de coronavirus.
La vida trastocada
La pandemia ha devastado la economía global y afectado todo, desde el deporte hasta los servicios religiosos, la cultura y las elecciones, pasando por todo el resto de la actividad humana.
El impacto en el turismo es ostensible en todo el mundo y la asociación profesional ABTA anunció este lunes en Londres la pérdida de más de 90.000 puestos de trabajo del sector en el Reino Unido.
También causó el aplazamiento de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio para el año que viene.
Y el presidente del Comité Internacional Paralímpico, Andrew Parsons, dijo en una entrevista con la AFP que para que se realicen los juegos, se requiere una garantía de cero casos.
Algunos deportes han reanudado sus torneos sin espectadores. El Bayern Munich ganó el domingo la final de la Champions League en un estadio vacío, sin la algarabía de unas gradas rebosantes.
Y entre dudas y mascarillas, el Tour de Francia reinicia el sábado próximo en Niza.
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