México, (Notimex).- Investigadores y alumnos del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara identificaron que las propiedades del veneno de abeja tiene efectos positivos contra el mal de Parkinson.
En la página de Internet de esa casa de estudios, Silvia Josefina López Pérez, investigadora del Departamento de Biología Celular y Molecular del CUCBA, una de las realizadoras del proyecto, explicó que en las personas que padecen Parkinson, las dopaminérgicas, neuronas que mueren.
En tanto que, el estudiante Marco Antonio Noriega Ruiz, quien participó en pruebas conductuales y celulares, enfatizó aunque no se puede curar este mal, intentan mejorar la vida de las personas que tienen este padecimiento.
La enfermedad de Parkinson es la segunda condición neurodegenerativa más frecuente en México, razón de estudio de los universitarios, quienes han encontrado que con el veneno se puede preservar la capacidad motora y la memoria a corto plazo.
La investigación se realizó en roedores a los cuales se les indujo el estado parkinsónico, a partir de una droga derivada de las anfetaminas.
Luego de que los animales desarrollaron la enfermedad, los estudiosos aplicaron apitoxina, que es el veneno de abeja, obtenido en el CUCBA.
“Cuando ponemos el veneno de abeja, esa conducta casi desaparece, no del todo, pero tal vez un 90 por ciento del giro desaparece”, informó la científica.
Después de algunas pruebas, identificaron que los roedores recuperan su capacidad de manipular y comer espagueti, y pueden reconocer objetos. Esto último significa que recuperan la memoria a corto plazo, quizá hasta 70 por ciento.
El Parkinson se caracteriza por el movimiento involuntario de las manos, además de olvidos. Los factores que ocasionan la muerte de las neuronas aún se desconocen, pero se estima que tiene relación con el uso de pesticidas.
La especialista del CUCBA estimó que aproximadamente hay una incidencia de 30 por ciento en personas mayores de 60 años de edad, pero que cada vez son más frecuentes parkinsónicos jóvenes de 40 años.