Recurrir a dietas estrictas que te hacen adelgazar de forma rápida puede resultar contraproducente para tu salud.
De acuerdo a especialistas de la salud, una pérdida de peso saludable debe ser entre 500 gramos y un kilo de grasa corporal por semana.
Bajar una talla de ropa equivale a alrededor de tres kilos de grasa corporal y esto se logra con disciplina y voluntad, así que si bajar un kilo en una semana se te hace muy poco, no te preocupes ni te desanimes, ya que ese kilo lo verás reflejado en el abdomen y la cadera.
Las dietas muy restrictivas pueden afectar tu metabolismo ya que éste se volverá más lento en sus funciones. Por ello, debe haber una estrategia de salida para reactivarlo con alimentos de baja densidad calórica.
Ten en mente que tu cuerpo por la “agresión” a la que lo estás sometiendo, decide gastar menos calorías para mantenerte viva, lo que redunda en una mayor acumulación de grasa corporal cuando regresas a tu alimentación habitual. Y eso lo conocemos como “rebote”
El rebote es básicamente una recaída. No es que por “arte de magia” al terminar tu plan alimenticio recuperes el peso pérdido o incluso subas más.
Lo que ocurre es que al volver a comer como lo hacías antes, tu cuerpo decide acumular mayor cantidad de grasa en el cuerpo, para protegerse de que lo vuelvas a privar de comida en el futuro.
Para evitar el rebote, debes visitar a un especialista en nutrición que no te recete supresores del apetito ni ningún tipo de pastillas, y que aprendas a comer las cantidades adecuadas para ti.
Recuerda que no hay alimentos buenos ni malos, sino buenas y malas decisiones en cuanto a cantidad y calidad.